La renuncia del presidente de Taiwan, un nuevo varapalo para China
MÓNICA G. PRIETO
Bangkok, El Mundo
Tras Hong Kong, el varapalo de Taiwan. La política local del presidente chino Xi Jinping ha sufrido su segundo varapalo en apenas tres meses: los taiwaneses y los hongkoneses no creen en sus promesas de un mejor futuro económico a cambio de acercamiento a Pekín, y eso se está traduciendo en las calles y también en las urnas.
"Las elecciones de Taiwan no han sido sólo una derrota para el Partido Nacionalista: también para el Partido Comunista". La valoración del columnista y escritor chino Cao Changqing en declaraciones a la emisora El Sonido de la Esperanza definen bien el enorme impacto que tiene para Pekín la cadena de dimisiones que, tras el fracaso electoral del Partido Nacionalista Chino (KMT) en los comicios locales del domingo, ha apartado de sus cargos al primer ministro Jiang Yi-huah y, de forma parcial, al presidente Ma Ying-jeou.
Yi-jeou anunciaba ayer su renuncia a la presidencia del KMT, lo que agudiza la gravedad de la crisis de su partido e inaugura una nueva etapa de deriva. La dimision de Yi-huau -en el poder desde 2012 y considerado una figura prescindible- era de esperar pero no ocurre lo mismo con la del responsable máximo del KMT, al que aún quedan dos años en la Presidencia. Su gesto es una admisión clara de un fracaso de su política de acercamiento a Pekín -comercial pero también política, con gestos conciliatorios que constrastaban con las amenazas chinas de recuperar su poder sobre Taiwan por las armas- de proporciones inesperadas.
Rechazo a la política pro-china
Los taiwaneses han dado la espalda de forma masiva al Gobierno del Kuomitang y de esa forma al candidato invisible, como valoraba el director del Taiwan Communiqué, Gerrit van der Wees: "El resultado electoral supone un claro rechazo a la política pro-china de Ma". Dado que los comicios locales del pasado domingo son vistos como un barómetro de las elecciones presidenciales, que la isla celebrará en 2016, China se encuentra con un nuevo y acuciante problema que añadir al levantamiento democrático de Hong Kong y una consecuencia directa de éste.
Pocos dudan de que el pulso en la ex colonia británica pesó poderosamente sobre la votación de Taiwan, donde 18 millones de votantes decidían el destino político de 11.130 escaños municipales y locales, y castigaron al partido gobernante en 16 de los 22 condados y en cinco de las seis principales ciudades, incluidos los bastiones de Taipei y Taichung. De nada sirvió el emocional discurso que pronunció el presidente Ma, en el poder desde 2008, el pasado octubre en apoyo de los manifestantes de Hong Kong en lo que parecía constituir un gesto meramente electoral. Sus palabras llegaron "tarde y mal", según Van Der Wees. La población llevaba años molesta con el elitismo del KMT y con sus políticas de aproximación a China, en especial con los acuerdos comerciales -21 sólo en los últimos años de mandato del KMT- que han dejado los negocios de la isla en manos de Pekín: el 40% de sus exportaciones tienen a China como destino, el mismo país que proporciona el 60% de sus importaciones.
En Taiwan no se teme tanto el poder militar chino -que mantiene entre 1.000 y 1.500 misiles apuntando a la diminuta isla- como al poder económico que puede entregarle el control político. Ese temor fue el que alimentó el movimiento de los girasoles, a principios de año, cuando la firma de un acuerdo comercial ambas potencias llevó a miles de estudiantes a la calle e incluso derivó en una ocupación pacífica del Parlamento que se demoró tres semanas. Aquella movilización ciudadana, que amainó pero no se extinguió como demostraron las recientes manifestaciones en Taipei de apoyo a Hong Kong, es otro factor decisivo para entender el actual resultado electoral. "Los taiwaneses no son idiotas", escribía el académico Chen Weijian en el prodemócrata Beijing Spring, en un artículo donde denunciaba los negocios de la élite del KMT con Pekín. "Cuando los comunistas chinos dan beneficios a Taiwan [...] el propósito final es integrar a Taiwan en la dictadura china", escribía.
"Los taiwaneses no han tenido las ventajas que esperaban de las relaciones con China, y aquéllos que sí las han obtenido son una minoría", explicaba por su parte el profesor retirado de Sociología Ju Chung-hwa. "La influencia del movimiento de los girasoles es enorme porque representa a una generación completa".
La victoria del Partido Democrático Progresista, cuya principal estrategia es su firme oposición hacia Pekín, no implica que se vayan a anular los acuerdos comerciales que unen a ambos países aunque los precedentes históricos hablan de tensiones entre Pekín y el DDP: durante la presidencia de Chen Shui-bian, entre 2000 y 2008, el político progresista enfureció al Gobierno comunista abogando por una independencia constitucional, a lo que Pekín respondió amenazando con usar la fuerza. Hoy, con los estrechos vínculos y el nutrido turismo que ata a ambos países, en especial a un Taiwan que no se encuentra en su mejor momento económico, los expertos consideran que los progresistas no podrán distanciarse de Pekín tan fácilmente. "Dado el enorme volumen de comercio y de visitas civiles, sería poco realista cesar por completo lo que se está produciendo", valoraba un votante este domingo.
Sí es de esperar que haya un radical cambio de postura por parte del KMT hacia China con la mirada puesta en las elecciones de 2016. "No va a reforzar sus vínculos a no ser que quiera sufrir un nuevo varapalo en la carrera presidencial de 2016", estimaba Ding Shuh-fan, profesor en la Universidad Nacional Chengchi d Taipei, en declaraciones a AFP. "Al mismo tiempo, no se pueden esperar concesiones chinas ni ofertas de beneficios económicos sustanciales" dado que el DPP acaba de tomar el poder a nivel local y muy previsiblemente consagrará su victoria dentro de dos años.
La censura silencia el fracaso del KMT
La reacción interior china a su derrota 'por poderes' en terreno taiwanés ha sido interesante, como resalta la revista Foreign Policy. Pekín ha optado por censurar en las redes sociales menciones a la victoria anti-china e ignorar el vínculo que existe entre las protestas hongkonesas y los resultados en la isla renegada. Los medios oficiales han descrito como caótica la democracia taiwanesa y han acusado de los malos resultados al hartazgo de los votantes con el sistema bipartidista: el Diario del Pueblo, altavoz del Partido Comunista Chino, escribía el 30 de noviembre que la elección de un independiente como alcalde de Taipei -antigua plaza fuerte de los nacionalistas de la que suelen salir los presidentes de Taiwan- indicaba el "extremo malestar" de los taiwaneses con el bipartidismo, un extremo en el que incidía el Global Times, que el 1 de diciembre afirmaba que el "antagonismo binario causa graves desgarros sociales" en cada elección taiwanesa, y que el "caos de la política democrática sólo empeorará el cansancio de Taiwan".
El resto de medios y blogs chinos apenas se hacen eco del fracaso del KMT y, si lo han intentado, han sido censurados, a juzgar por los datos resaltados por Weiboscope, observador de los medios sociales chinos operado desde Hong Kong: según su investigación, entre el 29 y el 30 de noviembre la palabra Taiwán era el término más censurado de la red social china Weibo. Pero es imposible controlar todo el contenido, y eso ha permitido que uno de los comentarios más leidos de WeChat cite los hechos en Hong Kong como una de las razones del fracaso del KMT. "Los taiwaneses ya han visto qué significa para Hong Kong el llamado 'un país, dos sistemas'. ¿Qué están haciendo los hongkoneses? Todo el mundo puede verlo". Otros han sido más explícitos: "Los estudiantes de Taiwan saben cómo decir "no", los de Hong Kong saben decir "queremos", pero los de China sólo saben decir "todo va bien".
Bangkok, El Mundo
Tras Hong Kong, el varapalo de Taiwan. La política local del presidente chino Xi Jinping ha sufrido su segundo varapalo en apenas tres meses: los taiwaneses y los hongkoneses no creen en sus promesas de un mejor futuro económico a cambio de acercamiento a Pekín, y eso se está traduciendo en las calles y también en las urnas.
"Las elecciones de Taiwan no han sido sólo una derrota para el Partido Nacionalista: también para el Partido Comunista". La valoración del columnista y escritor chino Cao Changqing en declaraciones a la emisora El Sonido de la Esperanza definen bien el enorme impacto que tiene para Pekín la cadena de dimisiones que, tras el fracaso electoral del Partido Nacionalista Chino (KMT) en los comicios locales del domingo, ha apartado de sus cargos al primer ministro Jiang Yi-huah y, de forma parcial, al presidente Ma Ying-jeou.
Yi-jeou anunciaba ayer su renuncia a la presidencia del KMT, lo que agudiza la gravedad de la crisis de su partido e inaugura una nueva etapa de deriva. La dimision de Yi-huau -en el poder desde 2012 y considerado una figura prescindible- era de esperar pero no ocurre lo mismo con la del responsable máximo del KMT, al que aún quedan dos años en la Presidencia. Su gesto es una admisión clara de un fracaso de su política de acercamiento a Pekín -comercial pero también política, con gestos conciliatorios que constrastaban con las amenazas chinas de recuperar su poder sobre Taiwan por las armas- de proporciones inesperadas.
Rechazo a la política pro-china
Los taiwaneses han dado la espalda de forma masiva al Gobierno del Kuomitang y de esa forma al candidato invisible, como valoraba el director del Taiwan Communiqué, Gerrit van der Wees: "El resultado electoral supone un claro rechazo a la política pro-china de Ma". Dado que los comicios locales del pasado domingo son vistos como un barómetro de las elecciones presidenciales, que la isla celebrará en 2016, China se encuentra con un nuevo y acuciante problema que añadir al levantamiento democrático de Hong Kong y una consecuencia directa de éste.
Pocos dudan de que el pulso en la ex colonia británica pesó poderosamente sobre la votación de Taiwan, donde 18 millones de votantes decidían el destino político de 11.130 escaños municipales y locales, y castigaron al partido gobernante en 16 de los 22 condados y en cinco de las seis principales ciudades, incluidos los bastiones de Taipei y Taichung. De nada sirvió el emocional discurso que pronunció el presidente Ma, en el poder desde 2008, el pasado octubre en apoyo de los manifestantes de Hong Kong en lo que parecía constituir un gesto meramente electoral. Sus palabras llegaron "tarde y mal", según Van Der Wees. La población llevaba años molesta con el elitismo del KMT y con sus políticas de aproximación a China, en especial con los acuerdos comerciales -21 sólo en los últimos años de mandato del KMT- que han dejado los negocios de la isla en manos de Pekín: el 40% de sus exportaciones tienen a China como destino, el mismo país que proporciona el 60% de sus importaciones.
En Taiwan no se teme tanto el poder militar chino -que mantiene entre 1.000 y 1.500 misiles apuntando a la diminuta isla- como al poder económico que puede entregarle el control político. Ese temor fue el que alimentó el movimiento de los girasoles, a principios de año, cuando la firma de un acuerdo comercial ambas potencias llevó a miles de estudiantes a la calle e incluso derivó en una ocupación pacífica del Parlamento que se demoró tres semanas. Aquella movilización ciudadana, que amainó pero no se extinguió como demostraron las recientes manifestaciones en Taipei de apoyo a Hong Kong, es otro factor decisivo para entender el actual resultado electoral. "Los taiwaneses no son idiotas", escribía el académico Chen Weijian en el prodemócrata Beijing Spring, en un artículo donde denunciaba los negocios de la élite del KMT con Pekín. "Cuando los comunistas chinos dan beneficios a Taiwan [...] el propósito final es integrar a Taiwan en la dictadura china", escribía.
"Los taiwaneses no han tenido las ventajas que esperaban de las relaciones con China, y aquéllos que sí las han obtenido son una minoría", explicaba por su parte el profesor retirado de Sociología Ju Chung-hwa. "La influencia del movimiento de los girasoles es enorme porque representa a una generación completa".
La victoria del Partido Democrático Progresista, cuya principal estrategia es su firme oposición hacia Pekín, no implica que se vayan a anular los acuerdos comerciales que unen a ambos países aunque los precedentes históricos hablan de tensiones entre Pekín y el DDP: durante la presidencia de Chen Shui-bian, entre 2000 y 2008, el político progresista enfureció al Gobierno comunista abogando por una independencia constitucional, a lo que Pekín respondió amenazando con usar la fuerza. Hoy, con los estrechos vínculos y el nutrido turismo que ata a ambos países, en especial a un Taiwan que no se encuentra en su mejor momento económico, los expertos consideran que los progresistas no podrán distanciarse de Pekín tan fácilmente. "Dado el enorme volumen de comercio y de visitas civiles, sería poco realista cesar por completo lo que se está produciendo", valoraba un votante este domingo.
Sí es de esperar que haya un radical cambio de postura por parte del KMT hacia China con la mirada puesta en las elecciones de 2016. "No va a reforzar sus vínculos a no ser que quiera sufrir un nuevo varapalo en la carrera presidencial de 2016", estimaba Ding Shuh-fan, profesor en la Universidad Nacional Chengchi d Taipei, en declaraciones a AFP. "Al mismo tiempo, no se pueden esperar concesiones chinas ni ofertas de beneficios económicos sustanciales" dado que el DPP acaba de tomar el poder a nivel local y muy previsiblemente consagrará su victoria dentro de dos años.
La censura silencia el fracaso del KMT
La reacción interior china a su derrota 'por poderes' en terreno taiwanés ha sido interesante, como resalta la revista Foreign Policy. Pekín ha optado por censurar en las redes sociales menciones a la victoria anti-china e ignorar el vínculo que existe entre las protestas hongkonesas y los resultados en la isla renegada. Los medios oficiales han descrito como caótica la democracia taiwanesa y han acusado de los malos resultados al hartazgo de los votantes con el sistema bipartidista: el Diario del Pueblo, altavoz del Partido Comunista Chino, escribía el 30 de noviembre que la elección de un independiente como alcalde de Taipei -antigua plaza fuerte de los nacionalistas de la que suelen salir los presidentes de Taiwan- indicaba el "extremo malestar" de los taiwaneses con el bipartidismo, un extremo en el que incidía el Global Times, que el 1 de diciembre afirmaba que el "antagonismo binario causa graves desgarros sociales" en cada elección taiwanesa, y que el "caos de la política democrática sólo empeorará el cansancio de Taiwan".
El resto de medios y blogs chinos apenas se hacen eco del fracaso del KMT y, si lo han intentado, han sido censurados, a juzgar por los datos resaltados por Weiboscope, observador de los medios sociales chinos operado desde Hong Kong: según su investigación, entre el 29 y el 30 de noviembre la palabra Taiwán era el término más censurado de la red social china Weibo. Pero es imposible controlar todo el contenido, y eso ha permitido que uno de los comentarios más leidos de WeChat cite los hechos en Hong Kong como una de las razones del fracaso del KMT. "Los taiwaneses ya han visto qué significa para Hong Kong el llamado 'un país, dos sistemas'. ¿Qué están haciendo los hongkoneses? Todo el mundo puede verlo". Otros han sido más explícitos: "Los estudiantes de Taiwan saben cómo decir "no", los de Hong Kong saben decir "queremos", pero los de China sólo saben decir "todo va bien".