Rumania elige a su presidente entre acusaciones de corrupción y espionaje

El primer ministro socialdemócrata Victor Ponta se enfrenta al conservador Klaus Ioannis

María R. Sahuquillo
Madrid, El País
Rumania elegirá este domingo a su presidente para los próximos cinco años. Con una campaña marcada por los escándalos de corrupción, las irregularidades con el voto de los rumanos de la diáspora --que tuvieron grandes dificultades para votar en la primera vuelta--, y las acusaciones personales entre los candidatos, el actual primer ministro, Victor Ponta, y el alcalde de Sibiu, Klaus Ioannis, se disputarán el cargo en la segunda vuelta. Ponta, socialdemócrata, es el favorito según los sondeos y ya obtuvo un 40% de los votos en la primera ronda electoral del pasado 2 de noviembre, frente al 30% de Ioannis (del Partido Liberal Nacional, conservador).


Con su lema “orgullosos de ser rumanos” –que alude también de manera indirecta, y así lo ha dejado caer, al hecho de que su principal opositor provenga de la minoría germánica-- el socialdemócrata Ponta, de 42 años, aspira a ser el presidente más joven de la historia de Rumania y uno de los más jóvenes de la UE. Con su llegada a la presidencia lograría para el PSD (excomunistas) una cota de poder importantísima. Los socialdemócratas, señala Laura Stefan, analista del laboratorio de ideas Expert Forum, acaparan ya mayoría en el Parlamento y en gran parte de las cámaras regionales. La presidencia sería la puntilla. La victoria supondría, además, otro tanto para Ponta; en este caso muy simbólico: sucedería en el cargo a su archienemigo, el conservador Traian Basescu –presidente durante una década—, con el que ha mantenido desencuentros extremadamente serios. Tanto, que hace dos años, el socialdemócrata impulsó un referéndum para suspenderle.

Mientras, la victoria de Ioannis, miembro de la minoría germana del país, señala Stefan desde Bucarest, supondría una grieta en el avance de los socialdemócratas, pero sobre todo un giro del país hacia una postura radicalmente opuesta y muy crítica a Rusia y a los negocios de Rumania con Moscú. La analista señala que aunque ambos candidatos son pro-Unión Europea, Ponta mantiene una postura algo más de perfil que el conservador Ponta respecto a las sanciones a Rusia por la crisis ucrania.

Andrei Muraru, expresidente del Instituto para el Estudio de los Crímenes del Comunismo y asesor del PNL de Ioannis afirma, sin embargo, que el alcalde de Sibiu tiene todavía una baza importante para proclamarse vencedor el domingo: el aumento de los rumanos que acudan a las urnas. "La participación en en la primera vuelta fue del 53%. Pero siempre, desde 1990, ha sido más alta en la segunda. Si la participación se acerca al 60%, y sobre todo teniendo en consideración que alrededor de un 3% de los votos procederán de los rumanos en la diáspora [que se estima que votarán, como en la primera vuelta por Ioannis], creo que Ponta puede tener un verdadero problema ", dice.

Pero con sondeos o sin ellos, la campaña ha estado marcada claramente, afirma el analista político Claudiu Munteanu, por una carencia de propuestas concretas y una escasísima agenda. Aunque el Gobierno –que lidera Ponta como primer ministro-- sí ha anunciado, en plena campaña, una subida de unos 15 euros en el salario mínimo; hasta alcanzar los 220.

Poco se ha hablado, no obstante, de impulsar el presupuesto para educación o Sanidad, a pesar del estado muy deficiente del sistema de salud al que Rumania dedica solo un 4% de su PIB a Sanidad (Francia, por ejemplo aporta un 12%). El país registra la tasa de mortalidad del país es de 9 por cada mil niños, la más elevada de la UE.

Tampoco se han registrado propuestas concretas sobre el avance en la lucha contra la corrupción, que sigue lastrando al país. De hecho, los escándalos han salpicado a ambos candidatos. Hace unas semanas se conocía que destacados miembros del PSD –también el suegro de Ponta y otros familiares-- habían cobrado comisiones durante años por contratos con empresas relacionadas con el sistema educativo. Mientras, los socialdemócratas acusaban a Ioannis –al que sus opositores denominan “el alemán”-- de corrupción y también de malas prácticas.

El conservador ha sido acusado de poseer seis viviendas en Sibiu, que habría comprado cuando todavía era catedrático de Física en la Universidad (un puesto que no se caracteriza por un sueldo elevado). Además, está pendiente de una sentencia judicial por las denuncias de incompatibilidad de su cargo de alcalde y el de presidente de la empresa municipal de aguas, que llegó a ejercer durante un par de años. Ioannis se arriesga a ser inhabilitado, lo que le impediría ser presidente en caso de proclamarse vencedor.

Sin embargo, uno de los momentos más sonados de la campaña fue cuando el actual presidente, Traian Basescu, acusó al primer ministro Ponta de ser un espía encubierto del Servicio de Inteligencia Exterior (SIE) entre 1997 y 2001. Basescu aseguró que eso explicaría la maniobra de Ponta, que en 2013 decidió introducir un artículo en la legislación que marca que se mantendrá en secreto la identidad de todos los agentes que abandonen los servicios de Inteligencia. El primer ministro negó las acusaciones de Basescu.

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