Irak busca reforzar la seguridad en Bagdad
Bagdad, AP
El vecindario de Gorayaat, en Bagdad, un enclave chií en un recodo del río Tigris, ejemplifica los fracasos de las agencias de seguridad iraquíes al tratar de proteger la capital de los ataques del grupo Estado Islámico. Ese distrito ha sido blanco de ataques durante el año, convulsionado por tantos atentados dinamiteros y suicidas e impactos de mortero que los residentes han perdido la cuenta.
Cuando un automóvil lleno de explosivos estalló este mes en la principal calle comercial con un saldo de 15 muertos y 42 heridos, las fuerzas de seguridad respondieron como en todo ataque anterior. Soldados y policías se movilizaron para asegurar las calles de Gorayaat. En los puestos de control revisaban los documentos de identidad, y todos los que no fueran residentes debían dar razón de su presencia.
"Eso dura uno o dos días, y después la situación vuelve a la normalidad y nosotros aguardamos la bomba siguiente", dijo Idris Jawad, un residente.
Durante meses, los extremistas del Estado Islámico han atacado Bagdad con bombas y ataques suicidas, obra de docenas de células que operan en la capital iraquí, dicen las autoridades. Las agencias de seguridad han tratado de detener los ataques con tácticas que no han cambiado ni tenido éxito en una década.
El gobierno intenta ahora reforzar la seguridad, dejando de lado los muros de concreto y los puestos de control policiales. En cambio la idea es reforzar las unidades de inteligencia policial a las que les han faltado fondos y personal desde la caída de Saddam Hussein en 2003, según funcionarios del sistema de inteligencia y el Ministerio del Interior.
Entre las ideas que se consideran es aumentar significativamente el reclutamiento de informantes entre el público para que denuncien conductas sospechosas, dijo un funcionario del ministerio del interior a The Associated Press.
Eso significaría reclutar a suníes, lo que ha sido difícil en el pasado. Los suníes desconfían profundamente de las fuerzas de seguridad dominados por chiíes, a los que acusan de discriminación contra los suyos. Y las fuerzas de seguridad están infiltradas por milicianos suníes y chiíes, lo que significa que cualquiera que coopere con las autoridades contra los milicianos arriesga su vida.
Más de 3.000 personas han muerto y el doble han resultado heridas en ataques en Bagdad en los primeros diez meses del año, según las Naciones Unidas.
El vecindario de Gorayaat, en Bagdad, un enclave chií en un recodo del río Tigris, ejemplifica los fracasos de las agencias de seguridad iraquíes al tratar de proteger la capital de los ataques del grupo Estado Islámico. Ese distrito ha sido blanco de ataques durante el año, convulsionado por tantos atentados dinamiteros y suicidas e impactos de mortero que los residentes han perdido la cuenta.
Cuando un automóvil lleno de explosivos estalló este mes en la principal calle comercial con un saldo de 15 muertos y 42 heridos, las fuerzas de seguridad respondieron como en todo ataque anterior. Soldados y policías se movilizaron para asegurar las calles de Gorayaat. En los puestos de control revisaban los documentos de identidad, y todos los que no fueran residentes debían dar razón de su presencia.
"Eso dura uno o dos días, y después la situación vuelve a la normalidad y nosotros aguardamos la bomba siguiente", dijo Idris Jawad, un residente.
Durante meses, los extremistas del Estado Islámico han atacado Bagdad con bombas y ataques suicidas, obra de docenas de células que operan en la capital iraquí, dicen las autoridades. Las agencias de seguridad han tratado de detener los ataques con tácticas que no han cambiado ni tenido éxito en una década.
El gobierno intenta ahora reforzar la seguridad, dejando de lado los muros de concreto y los puestos de control policiales. En cambio la idea es reforzar las unidades de inteligencia policial a las que les han faltado fondos y personal desde la caída de Saddam Hussein en 2003, según funcionarios del sistema de inteligencia y el Ministerio del Interior.
Entre las ideas que se consideran es aumentar significativamente el reclutamiento de informantes entre el público para que denuncien conductas sospechosas, dijo un funcionario del ministerio del interior a The Associated Press.
Eso significaría reclutar a suníes, lo que ha sido difícil en el pasado. Los suníes desconfían profundamente de las fuerzas de seguridad dominados por chiíes, a los que acusan de discriminación contra los suyos. Y las fuerzas de seguridad están infiltradas por milicianos suníes y chiíes, lo que significa que cualquiera que coopere con las autoridades contra los milicianos arriesga su vida.
Más de 3.000 personas han muerto y el doble han resultado heridas en ataques en Bagdad en los primeros diez meses del año, según las Naciones Unidas.