Cristianos evangélicos quieren acabar con la homofobia en la iglesia
lanacion.com
Cristianismo y homosexualidad han sido durante años conceptos absolutamente contrapuestos, alejados tanto entre sí como el agua y el fuego o la tierra y el viento. Sin embargo, en los últimos tiempos sí se está observando un ligerísimo acercamiento, un intento de crear puentes con esta realidad social tan presente en el mundo entero.
La llegada del papa Francisco ha ayudado a que el catolicismo empiece a mirar la homosexualidad de otra manera; en el caso de los evangélicos han sido algunos casos de incomprensión que han terminado de forma trágica los que han provocado que haya voces que cada vez digan más alto que es necesario cambiar la postura sobre el tema y adaptarse a los nuevos tiempos.
Un ejemplo muy claro es el de Ryan Robertson, un joven de Redmond, Washington, que a los 12 años les confesó a sus padres que era gay. Ellos, evangélicos practicantes, no lo aceptaron y pidieron al muchacho que empezase una terapia reparativa que, con estudios bíblicos, reuniones habituales con el pastor y pertenencia a un grupo juvenil de la iglesia, tenía como objetivo curar su homosexualidad.
En lugar de admitir su elección sexual y apoyarle en ella ni los padres ni la iglesia evangélica fueron capaces de darse cuenta de los sentimientos del muchacho. Le obligaron a cambiar y a tomar una elección muy difícil, cuando se podían haber compartido ambas: era o renunciar a su homosexualidad o romper lazos con familia e iglesia. El final no pudo ser peor.
Ryan Robertson, que murió de sobredosis (Linda Robertson)Ryan Robertson, que murió de sobredosis (Linda Robertson)Tras varios años en esta terapia que evidentemente fracasó, Ryan decidió hacer su propio camino, que desgraciadamente iba a ser muy corto. Se separó de su familia, empezó a tomar drogas y en el año 2009 murió de sobredosis.
“Ahora nos damos cuenta que nos enseñaron de forma errónea. Es un error terrible el que la iglesia ha cometido”, se lamenta ahora Robert Robertson, que es plenamente consciente de que la muerte de su hijo se podía haber evitado con un poco más de comprensión y tolerancia por parte de todos.
Pero estos padres, a diferencia de muchos otros que cuando ocurren casos similares se alejan de la iglesia, han decidido tomar cartas en el asunto. El objetivo es colaborar desde dentro para evitar que se vuelva a repetir lo mismo. Por eso, animan a otras familias en la misma situación a desafiar a la iglesia evangélica y conseguir que sus hijos sean aceptados.
“Los padres no tienen a nadie en su camino para reconciliar su fe y su amor por su hijo. O rechazan a los hijos y se aferran a la fe o rechazan la fe y se aferran a sus hijos. Rob y yo pensamos que se pueden hacer ambas”, analiza Linda Robertson, la madre de Ryan.
No va a ser fácil porque los evangélicos suelen rechazar a los creyentes que aceptan a parejas del mismo sexo. El matrimonio por el momento ya ha encontrado varias instituciones en Internet que son partidarias de aceptar la homosexualidad en la iglesia, pero aún les queda un larguísimo camino por delante.
Ambos son conscientes de que un pequeño paso adelante puede suponer una gran diferencia y si encima sirve para salvar a los miles de jóvenes en el mundo que les ocurre lo mismo que a Ryan, su misión estará más que cumplida.
Cristianismo y homosexualidad han sido durante años conceptos absolutamente contrapuestos, alejados tanto entre sí como el agua y el fuego o la tierra y el viento. Sin embargo, en los últimos tiempos sí se está observando un ligerísimo acercamiento, un intento de crear puentes con esta realidad social tan presente en el mundo entero.
La llegada del papa Francisco ha ayudado a que el catolicismo empiece a mirar la homosexualidad de otra manera; en el caso de los evangélicos han sido algunos casos de incomprensión que han terminado de forma trágica los que han provocado que haya voces que cada vez digan más alto que es necesario cambiar la postura sobre el tema y adaptarse a los nuevos tiempos.
Un ejemplo muy claro es el de Ryan Robertson, un joven de Redmond, Washington, que a los 12 años les confesó a sus padres que era gay. Ellos, evangélicos practicantes, no lo aceptaron y pidieron al muchacho que empezase una terapia reparativa que, con estudios bíblicos, reuniones habituales con el pastor y pertenencia a un grupo juvenil de la iglesia, tenía como objetivo curar su homosexualidad.
En lugar de admitir su elección sexual y apoyarle en ella ni los padres ni la iglesia evangélica fueron capaces de darse cuenta de los sentimientos del muchacho. Le obligaron a cambiar y a tomar una elección muy difícil, cuando se podían haber compartido ambas: era o renunciar a su homosexualidad o romper lazos con familia e iglesia. El final no pudo ser peor.
Ryan Robertson, que murió de sobredosis (Linda Robertson)Ryan Robertson, que murió de sobredosis (Linda Robertson)Tras varios años en esta terapia que evidentemente fracasó, Ryan decidió hacer su propio camino, que desgraciadamente iba a ser muy corto. Se separó de su familia, empezó a tomar drogas y en el año 2009 murió de sobredosis.
“Ahora nos damos cuenta que nos enseñaron de forma errónea. Es un error terrible el que la iglesia ha cometido”, se lamenta ahora Robert Robertson, que es plenamente consciente de que la muerte de su hijo se podía haber evitado con un poco más de comprensión y tolerancia por parte de todos.
Pero estos padres, a diferencia de muchos otros que cuando ocurren casos similares se alejan de la iglesia, han decidido tomar cartas en el asunto. El objetivo es colaborar desde dentro para evitar que se vuelva a repetir lo mismo. Por eso, animan a otras familias en la misma situación a desafiar a la iglesia evangélica y conseguir que sus hijos sean aceptados.
“Los padres no tienen a nadie en su camino para reconciliar su fe y su amor por su hijo. O rechazan a los hijos y se aferran a la fe o rechazan la fe y se aferran a sus hijos. Rob y yo pensamos que se pueden hacer ambas”, analiza Linda Robertson, la madre de Ryan.
No va a ser fácil porque los evangélicos suelen rechazar a los creyentes que aceptan a parejas del mismo sexo. El matrimonio por el momento ya ha encontrado varias instituciones en Internet que son partidarias de aceptar la homosexualidad en la iglesia, pero aún les queda un larguísimo camino por delante.
Ambos son conscientes de que un pequeño paso adelante puede suponer una gran diferencia y si encima sirve para salvar a los miles de jóvenes en el mundo que les ocurre lo mismo que a Ryan, su misión estará más que cumplida.