Tres ministras del Gobierno japonés visitan el polémico santuario de Yasukuni
Tokio, EP
Tres ministras del Gobierno japonés han visitado este sábado el santuario de Yasukuni, en Tokio, donde se encuentran enterrados algunos de los peores criminales de guerra del pasado imperial japonés, lo que provocará probablemente una protesta de China y Corea del Sur.
Las tres ministras han sido los primeros miembros del Gobierno que visitan el templo durante los cuatro días del Festival de Otoño de Yasukuni, que termina el lunes.
En concreto, han visitado el santuario la ministra del Interior, Sanae Takaichi; la ministra de Mujer, Haruko Arimura; y la presidenta de la Comisión Nacional de Seguridad Pública, Eriko Yamatani, con rango de ministra.
Estas visitas se producen después de que el viernes el primer ministro nipón, Shinzo Abe, entrega una ofrenda en el mismo santuario, lo que ya provocó la protesta de Pekín.
El santuario sintoísta de Yasukuni rinde homenaje a los 2,5 millones de muertos japoneses en las guerras de la primera mitad del siglo XX, entre los que se incluye a catorce criminales de guerra ejecutados por sus delitos al final de la Segunda Guerra Mundial.
Tres ministras del Gobierno japonés han visitado este sábado el santuario de Yasukuni, en Tokio, donde se encuentran enterrados algunos de los peores criminales de guerra del pasado imperial japonés, lo que provocará probablemente una protesta de China y Corea del Sur.
Las tres ministras han sido los primeros miembros del Gobierno que visitan el templo durante los cuatro días del Festival de Otoño de Yasukuni, que termina el lunes.
En concreto, han visitado el santuario la ministra del Interior, Sanae Takaichi; la ministra de Mujer, Haruko Arimura; y la presidenta de la Comisión Nacional de Seguridad Pública, Eriko Yamatani, con rango de ministra.
Estas visitas se producen después de que el viernes el primer ministro nipón, Shinzo Abe, entrega una ofrenda en el mismo santuario, lo que ya provocó la protesta de Pekín.
El santuario sintoísta de Yasukuni rinde homenaje a los 2,5 millones de muertos japoneses en las guerras de la primera mitad del siglo XX, entre los que se incluye a catorce criminales de guerra ejecutados por sus delitos al final de la Segunda Guerra Mundial.