Moscú y Kiev esperan que la UE pague por el gas de Ucrania
Putin y Poroshenko pactan el precio del combustible, pero sólo para el invierno
Pilar Bonet
Moscú, El País
Rusia suministrará gas a Ucrania hasta el 31 de marzo al precio de 385 dólares (300 euros) por 1.000 metros cúbicos, según el acuerdo al que llegaron los líderes de ambos países, Vladímir Putin y Petró Poroshenko, el viernes en Milán. De este trato, que debería permitir a los ucranios no pasar frío en el invierno en ciernes, informó Poroshenko el sábado en una entrevista con las principales cadenas de televisión de su país en Kiev.
El acuerdo comienza a formalizarse mañana lunes en Bruselas bajo la égida de la UE. Su confirmación definitiva sería un alivio para los clientes europeos de Gazprom, el monopolio exportador del gas ruso, temerosos de que el combustible en tránsito por Ucrania pueda convertirse de nuevo en fuente de conflicto y objeto de eventuales presiones o chantajes desde Moscú o desde Kiev. Poroshenko manifestó que Ucrania propuso dos precios: uno de 325 dólares por 1.000 metros cúbicos para el verano y otro, de 385 dólares para el invierno, pero Rusia quería 385 dólares para todo el año. Así que el acuerdo se cerró solo hasta la primavera.
Falta solventar el problema “de caja”, como dijo Putin en Milán, para subrayar que Rusia no va a exportar nada más a crédito a Ucrania, en vista de que Kiev adeuda a Moscú 4.500 millones de dólares (3.500 millones de euros) en concepto de gas servido y no pagado, razón por la que Gazprom interrumpió el suministro hace meses. El mandatario ruso recomendó a los europeos “arrimar el hombro y ayudar” a Ucrania a pagar el gas. Poroshenko, a su vez, dijo que confiaba en las instituciones financieras internacionales, tales como el Fondo Monetario Internacional, y en los socios europeos.
La factura será una más entre las muchas que se acumulan ante los endeudados dirigentes ucranios. Poroshenko admitió que Ucrania tiene escasez de recursos, y lo atribuyó en parte a los impagos en las regiones industriales y mineras de Lugansk y Donetsk. Estos territorios, controlados en parte por los independentistas y separatistas prorusos, consumen “considerable cantidad de gas natural” pero “no pagan ni un céntimo a Naftogaz”, la empresa responsable de los hidrocarburos en Ucrania.
En Milán, Putin y Poroshenko comenzaron a ponerse de acuerdo sobre los temas de fronteras, según dijo Valeri Chalí, vicejefe de la Administración Presidencial ucrania. Entre mañana y el martes está previsto que los jefes de los servicios de guardafronteras de ambos países inicien consultas bilaterales. Según el presidente ucranio, uno de sus fines en Milán era “no dar la posibilidad de revisar los acuerdos de Minsk y afirmar el proceso de paz” en el este de Ucrania. Refiriéndose a las elecciones convocadas unilateralmente por los independentistas para el 2 de noviembre, Poroshenko dijo que “ninguna de las partes en las consultas [de Minsk, bajo la égida de la OSCE]“, va a reconocer las “falsas elecciones” si éstas no se realizan de acuerdo con la legislación ucrania y discurren sin un régimen de alto el fuego y sin observadores internacionales.
Por su parte, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, en una entrevista al canal de televisión NTV, acusó a los países occidentales de no utilizar su influencia sobre las autoridades ucranias para convencerlos de que “no hay alternativa” a los acuerdos con los insurgentes. El verdadero fin de los occidentales es “transformar Rusia, cambiar su posición sobre temas clave y de principios para nosotros y obligarla a adoptar la posición de Occidente”, dijo Lavrov, algo que responde a “una época del pasado”.
Refiriéndose a Rusia y Occidente, Lavrov dijo que tiene en común la civilización cristiana pero, en un “orden multipolar del mundo” no es posible “que una rama de una civilización [...] un grupo de países dicte su voluntad a la otra [rama de la civilización]”.
Las conversaciones sobre reducción de armas ofensivas estratégicas entre EE UU y Rusia están paralizadas a causa de las sanciones occidentales, señaló el ministro. Sin embargo, Rusia reconoce a Poroshenko y “lo que sucede entre los dos presidentes confirma que de todos modos encontraremos una salida de la actual crisis”. Lavrov recordó los acuerdos logrados en Ginebra en abril pasado (Rusia, Ucrania, EE UU y UE bajo la égida de la OSCE), en los que las partes se habían comprometido a un diálogo sobre la reforma constitucional en Ucrania. Esta reforma solo puede comenzar después de la elección de un nuevo parlamento, prevista para el próximo domingo. “Esperemos las elecciones, veamos que configuración adopta el Parlamento ucranio, espero que predomine la sabiduría del pueblo”, dijo Lavrov.
Pilar Bonet
Moscú, El País
Rusia suministrará gas a Ucrania hasta el 31 de marzo al precio de 385 dólares (300 euros) por 1.000 metros cúbicos, según el acuerdo al que llegaron los líderes de ambos países, Vladímir Putin y Petró Poroshenko, el viernes en Milán. De este trato, que debería permitir a los ucranios no pasar frío en el invierno en ciernes, informó Poroshenko el sábado en una entrevista con las principales cadenas de televisión de su país en Kiev.
El acuerdo comienza a formalizarse mañana lunes en Bruselas bajo la égida de la UE. Su confirmación definitiva sería un alivio para los clientes europeos de Gazprom, el monopolio exportador del gas ruso, temerosos de que el combustible en tránsito por Ucrania pueda convertirse de nuevo en fuente de conflicto y objeto de eventuales presiones o chantajes desde Moscú o desde Kiev. Poroshenko manifestó que Ucrania propuso dos precios: uno de 325 dólares por 1.000 metros cúbicos para el verano y otro, de 385 dólares para el invierno, pero Rusia quería 385 dólares para todo el año. Así que el acuerdo se cerró solo hasta la primavera.
Falta solventar el problema “de caja”, como dijo Putin en Milán, para subrayar que Rusia no va a exportar nada más a crédito a Ucrania, en vista de que Kiev adeuda a Moscú 4.500 millones de dólares (3.500 millones de euros) en concepto de gas servido y no pagado, razón por la que Gazprom interrumpió el suministro hace meses. El mandatario ruso recomendó a los europeos “arrimar el hombro y ayudar” a Ucrania a pagar el gas. Poroshenko, a su vez, dijo que confiaba en las instituciones financieras internacionales, tales como el Fondo Monetario Internacional, y en los socios europeos.
La factura será una más entre las muchas que se acumulan ante los endeudados dirigentes ucranios. Poroshenko admitió que Ucrania tiene escasez de recursos, y lo atribuyó en parte a los impagos en las regiones industriales y mineras de Lugansk y Donetsk. Estos territorios, controlados en parte por los independentistas y separatistas prorusos, consumen “considerable cantidad de gas natural” pero “no pagan ni un céntimo a Naftogaz”, la empresa responsable de los hidrocarburos en Ucrania.
En Milán, Putin y Poroshenko comenzaron a ponerse de acuerdo sobre los temas de fronteras, según dijo Valeri Chalí, vicejefe de la Administración Presidencial ucrania. Entre mañana y el martes está previsto que los jefes de los servicios de guardafronteras de ambos países inicien consultas bilaterales. Según el presidente ucranio, uno de sus fines en Milán era “no dar la posibilidad de revisar los acuerdos de Minsk y afirmar el proceso de paz” en el este de Ucrania. Refiriéndose a las elecciones convocadas unilateralmente por los independentistas para el 2 de noviembre, Poroshenko dijo que “ninguna de las partes en las consultas [de Minsk, bajo la égida de la OSCE]“, va a reconocer las “falsas elecciones” si éstas no se realizan de acuerdo con la legislación ucrania y discurren sin un régimen de alto el fuego y sin observadores internacionales.
Por su parte, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, en una entrevista al canal de televisión NTV, acusó a los países occidentales de no utilizar su influencia sobre las autoridades ucranias para convencerlos de que “no hay alternativa” a los acuerdos con los insurgentes. El verdadero fin de los occidentales es “transformar Rusia, cambiar su posición sobre temas clave y de principios para nosotros y obligarla a adoptar la posición de Occidente”, dijo Lavrov, algo que responde a “una época del pasado”.
Refiriéndose a Rusia y Occidente, Lavrov dijo que tiene en común la civilización cristiana pero, en un “orden multipolar del mundo” no es posible “que una rama de una civilización [...] un grupo de países dicte su voluntad a la otra [rama de la civilización]”.
Las conversaciones sobre reducción de armas ofensivas estratégicas entre EE UU y Rusia están paralizadas a causa de las sanciones occidentales, señaló el ministro. Sin embargo, Rusia reconoce a Poroshenko y “lo que sucede entre los dos presidentes confirma que de todos modos encontraremos una salida de la actual crisis”. Lavrov recordó los acuerdos logrados en Ginebra en abril pasado (Rusia, Ucrania, EE UU y UE bajo la égida de la OSCE), en los que las partes se habían comprometido a un diálogo sobre la reforma constitucional en Ucrania. Esta reforma solo puede comenzar después de la elección de un nuevo parlamento, prevista para el próximo domingo. “Esperemos las elecciones, veamos que configuración adopta el Parlamento ucranio, espero que predomine la sabiduría del pueblo”, dijo Lavrov.