Análisis DPA: Obama, el presidente guerrero, y sus cinco mayores problemas
Washington, DPA
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, nunca fue tan claro como la semana pasada: Su gobierno subestimó a la milicia terrorista Estado Islámico (EI), dijo. Y por eso, entre otras cosas, Estados Unidos vuelve a estar involucrado en una intervención militar.
La mayoría de los estadounidenses lo tiene claro: Consideran que su país vuelve a estar en guerra. A causa de ello, Obama tiene una serie de problemas que en realidad hubiera querido evitar:
1. La posible escalada
Hasta ahora, Estados Unidos se limitó a los ataques con aviones y misiles contra posiciones de EI. Obama subrayó que seguirá así: “Ninguna bota de soldado pisará ese suelo”, es su mantra. Pero las dudas crecen: Según una encuesta de la cadena NBC, el 72 por ciento de los estadounidenses cree que pronto volverán a enviar soldados a la guerra. Sin ir más lejos, las declaraciones de Obama son confusas. “No es cierto que no haya tropas terrestres”, dijo su ex portavoz Jay Carney. En Irak ya hay 1.600 asesores y especialistas.
Los asesores de Obama, como el jefe del Estado Mayor Conjunto Martin Dempsey, no quieren descartar de ninguna manera la intervención de tropas de combate. Y el presidente de la Cámara de Representantes abrió hace poco la puerta para ello: La meta de destruir a EI “reclama más que ataques aéreos”, dijo John Boehner. “No tenemos otra opción. Son unos bárbaros”.
2. Los costos extremadamente elevados
Obama suele rechazar las intervenciones militares con el argumento de que son demasiado caras. “Gastamos sumas impresionantes en ultramar mientras que aquí en casa tuvimos un presupuesto ajustado”, dijo en 2010 cuando anunció el fin de la guerra en Irak. El dinero debe invertirse en la infraestructura local y en reducir el déficit, añadió. La lucha contra EI le arruinó los planes.
Los expertos estiman que la intervención en Irak y Siria ya costó casi mil millones de dólares. Si se mantienen los ataques aéreos, es posible que haya gastos anuales de 6.800 millones de dólares. Si se envía a 25.000 soldados a la guerra, la suma podría aumentar a 22.000 millones al año, según un estudio del Center for Strategic and Budgetary Assessments en Washington.
. La dudosa situación legal
El ex profesor de derecho constitucional Obama no deja lugar a dudas: Su orden de atacar a la milicia EI responde a sus “facultades legales como comandante en jefe”. Por eso, no pidió autorización al Congreso, a pesar de que en Estados Unidos sólo éste puede declarar una guerra. Hay expertos legales que lo consideran ilegal.
Obama no puede basarse en una ley del año 2002, que autorizaba a su antecesor George W. Bush la guerra en Irak. Tampoco puede recurrir a las medidas antiterroristas de 2001. Incluso desde el punto de vista del derecho internacional hay dudas: En Naciones Unidas, la Casa Blanca argumentó que la intervención en Siria es para proteger a Irak. Pero no pidió una resolución del Consejo de Seguridad.
4. El polvorín de Cercano Oriente
Obama hizo una confesión escalofriante: Estados Unidos y su poderoso servicio secreto subestimaron a la milicia sunita. Siria se convirtió así en “la zona cero para los yihadistas de todo el mundo”. Durante unos tres años, halcones estadounidenses como el senador republicano John McCain reclamaron una intervención en Siria. Por un lado, contra el brutal régimen de Bashar al Assad. Por el otro, contra los grupos extremistas de la oposición.
Pero Obama no quería inmiscuirse en la “guerra civil de otros”, más cuando Siria es el aliado más estrecho de Irán. En la Casa Blanca se habló del peligro de una “explosión” en la región con graves consecuencias para Israel, el Líbano o Jordania. Pero ahora Obama está metido. Y se basa sobre todo en el apoyo de países como Arabia Saudí, Bahrein o Qatar, pero nadie puede predecir cuánto aportan estos países realmente.
5. La imagen destruida en los libros de historia
Obama hizo campaña electoral con un discurso antibélico. Según pregonaba, no quería pisotear el derecho internacional como su antecesor Bush. Y cuando enviaba militares a luchar contra terroristas, lo hacía de la manera más precisa y secreta posible. Obama cuidaba su imagen de comandante en jefe contenido.
Pero seguramente la historia lo juzgará de otra manera. “Lo quiera o no, Obama al final será recordado como un presidente guerrero”, comentó el “Los Angeles Times”. Tras todas las negativas anteriores, “se unió al partido de la guerra”, escribió el “New Yorker”. Obama mismo lanzó por la borda su retórica cauta: “El único lenguaje que entienden los asesinos es el lenguaje de la fuerza”, dijo ante la Asamblea General de la ONU. Y añadió que destruirá a la “red de la muerte”.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, nunca fue tan claro como la semana pasada: Su gobierno subestimó a la milicia terrorista Estado Islámico (EI), dijo. Y por eso, entre otras cosas, Estados Unidos vuelve a estar involucrado en una intervención militar.
La mayoría de los estadounidenses lo tiene claro: Consideran que su país vuelve a estar en guerra. A causa de ello, Obama tiene una serie de problemas que en realidad hubiera querido evitar:
1. La posible escalada
Hasta ahora, Estados Unidos se limitó a los ataques con aviones y misiles contra posiciones de EI. Obama subrayó que seguirá así: “Ninguna bota de soldado pisará ese suelo”, es su mantra. Pero las dudas crecen: Según una encuesta de la cadena NBC, el 72 por ciento de los estadounidenses cree que pronto volverán a enviar soldados a la guerra. Sin ir más lejos, las declaraciones de Obama son confusas. “No es cierto que no haya tropas terrestres”, dijo su ex portavoz Jay Carney. En Irak ya hay 1.600 asesores y especialistas.
Los asesores de Obama, como el jefe del Estado Mayor Conjunto Martin Dempsey, no quieren descartar de ninguna manera la intervención de tropas de combate. Y el presidente de la Cámara de Representantes abrió hace poco la puerta para ello: La meta de destruir a EI “reclama más que ataques aéreos”, dijo John Boehner. “No tenemos otra opción. Son unos bárbaros”.
2. Los costos extremadamente elevados
Obama suele rechazar las intervenciones militares con el argumento de que son demasiado caras. “Gastamos sumas impresionantes en ultramar mientras que aquí en casa tuvimos un presupuesto ajustado”, dijo en 2010 cuando anunció el fin de la guerra en Irak. El dinero debe invertirse en la infraestructura local y en reducir el déficit, añadió. La lucha contra EI le arruinó los planes.
Los expertos estiman que la intervención en Irak y Siria ya costó casi mil millones de dólares. Si se mantienen los ataques aéreos, es posible que haya gastos anuales de 6.800 millones de dólares. Si se envía a 25.000 soldados a la guerra, la suma podría aumentar a 22.000 millones al año, según un estudio del Center for Strategic and Budgetary Assessments en Washington.
. La dudosa situación legal
El ex profesor de derecho constitucional Obama no deja lugar a dudas: Su orden de atacar a la milicia EI responde a sus “facultades legales como comandante en jefe”. Por eso, no pidió autorización al Congreso, a pesar de que en Estados Unidos sólo éste puede declarar una guerra. Hay expertos legales que lo consideran ilegal.
Obama no puede basarse en una ley del año 2002, que autorizaba a su antecesor George W. Bush la guerra en Irak. Tampoco puede recurrir a las medidas antiterroristas de 2001. Incluso desde el punto de vista del derecho internacional hay dudas: En Naciones Unidas, la Casa Blanca argumentó que la intervención en Siria es para proteger a Irak. Pero no pidió una resolución del Consejo de Seguridad.
4. El polvorín de Cercano Oriente
Obama hizo una confesión escalofriante: Estados Unidos y su poderoso servicio secreto subestimaron a la milicia sunita. Siria se convirtió así en “la zona cero para los yihadistas de todo el mundo”. Durante unos tres años, halcones estadounidenses como el senador republicano John McCain reclamaron una intervención en Siria. Por un lado, contra el brutal régimen de Bashar al Assad. Por el otro, contra los grupos extremistas de la oposición.
Pero Obama no quería inmiscuirse en la “guerra civil de otros”, más cuando Siria es el aliado más estrecho de Irán. En la Casa Blanca se habló del peligro de una “explosión” en la región con graves consecuencias para Israel, el Líbano o Jordania. Pero ahora Obama está metido. Y se basa sobre todo en el apoyo de países como Arabia Saudí, Bahrein o Qatar, pero nadie puede predecir cuánto aportan estos países realmente.
5. La imagen destruida en los libros de historia
Obama hizo campaña electoral con un discurso antibélico. Según pregonaba, no quería pisotear el derecho internacional como su antecesor Bush. Y cuando enviaba militares a luchar contra terroristas, lo hacía de la manera más precisa y secreta posible. Obama cuidaba su imagen de comandante en jefe contenido.
Pero seguramente la historia lo juzgará de otra manera. “Lo quiera o no, Obama al final será recordado como un presidente guerrero”, comentó el “Los Angeles Times”. Tras todas las negativas anteriores, “se unió al partido de la guerra”, escribió el “New Yorker”. Obama mismo lanzó por la borda su retórica cauta: “El único lenguaje que entienden los asesinos es el lenguaje de la fuerza”, dijo ante la Asamblea General de la ONU. Y añadió que destruirá a la “red de la muerte”.