¿Por qué Francia, antigua aliada de Escocia, no apoya su independencia?
lanacion.com
Ni siquiera en la pequeña región francesa con lazos entrañables con Escocia, que yace en la oscuridad de la campiña entre Orleans y Bourges, la situación está bien definida.
La localidad de Aubigny-sur-Nere es una rareza. Por 400 años ha estado vinculada a una rama de los Estuardos (Stuarts), la casa real escocesa.
En 1422, siete años después de la batalla de Agincourt que implicó una dura derrota de los franceses en manos del rey Enrique V de Inglaterra, un escocés llamado John Stuart de Darnley navegó hacia Francia al frente de un pequeño ejército.
Su colaboración con la monarquía francesa en contra de los ingleses le valió el título de señor de Aubigny, condado que permaneció en manos escocesas hasta la Revolución Francesa en 1789.
Hoy en día en Aubigny los pobladores continúan celebrando este vínculo histórico con un festival escocés que tiene lugar cada 14 de julio, el día de fiesta nacional francesa en que se recuerda la Revolución.
Gaiteros llegan desde Escocia y tocan sus instrumentos típicos con algunos músicos locales -entusiastas pero menos talentosos-, cocineros franceses preparan platos típicos escoces y el whisky corre junto al vino.
Pero en lo que respecta al referendo que tendrá lugar en un mes y que podría conducir a la independencia escocesa del Reino Unido, lo único que admite Francois Gresset, alcalde de Aubigny, es que se trata de un tema candente para la pequeña comunidad.
Lazos históricos
Lo que se celebra en Aubigny es la "antigua alianza", el lazo de amistad entre Francia y Escocia cuyos orígenes yacen en la histórica y compartida hostilidad hacia Inglaterra.
El primer registro histórico de esta alianza data de 1295, aunque ciertamente existió de una forma más informal mucho antes de eso, y continuó hasta 1830, cuando oficiales escoceses aún formaban parte de la guardia real francesa.
"Era una alianza militar que graduamente se tornó una alianza romántica", dice Remi Beguin, especialista en Cultura del municipio de Aubigny.
"Los franceses siempre han amado a los escoceses, y los escoceses siempre han amado a los franceses. Somos como una pareja", añade.
Ciertamente en la región el afecto por todo lo relacionado con Escocia es evidente.
Se cree a nivel local, y puede ser cierto, que muchas familias escocesas se radicaron en la zona de Berry, centro de Francia, luego de la Guerra de los 100 Años. Ciertos apellidos locales, como Turpin, son exhibidos como evidencia.
Menos creíble es la historia de que por muchos años los hombres en Aubigny debían vestir el kilt, la tradicional pollera escocesa.
Otro mito popular es que hasta comienzos del siglo XX, bajo los términos de la antigua alianza, era posible para los franceses acceder a la nacionalidad escocesa y viceversa. Y aunque esta posibilidad hubiese existido técnicamente, no hay registros de que alguien lo haya hecho.
¿Pero ahora querrían los franceses de Aubigny una Escocia independiente? "Emocionalmente yo diría que la mayor parte de la gente sí", dice el alcalde Gresset, pero añade que se trata de "un tema complicado".
"Hay varios factores en juego, por eso no nos sentiemos en posición de pronunciarions, son los escoceses los que deben decidir", concluye.
Ayer una Inglaterra poderosa, hoy Alemania
La cautela del alcalde de Aubigny es un reconocimiento tácito de que una total independencia de Escocia puede no estar en concordancia con las prioridades y las convicciones modernas de Francia.
Ciertamente en París, aunque ningún gobierno lo diría abiertamente, no existe entusiasmo por la iniciativa de los independentistas.
Un factor es el contagio regional. Francia cree en la idea del estado-nación y, si Escocia se independiza, mirará de reojo la posibilidad de que regiones como Córcega o Bretaña empiecen a consolidar sus ideas de autonomía.
Sin embargo, según el analista político Dominique Moisi, ésa no sería la razón real detrás de la falta de apoyo francesa al referendo escocés.
"Francia no es España, donde un precedente creado por Escocia puede volverse muy real para Cataluña. Aquí las regiones hacen mucho ruido, pero no hay riesgo de separación".
Para Moisi, la razón es "el sueño francés por un Reino Unido fuerte y comprometido totalmente en Europa, para contrarrestar el peso de Alemania que cada año se vuelve más poderosa".
"Cualquier cosa que le quite fuerza a un Reino Unido fuerte -y una independencia escocesa lo haría- va en contra de las ambiciones francesas en Europa", concluye Moisi.
Siete siglos atrás, Francia y Escocia tenían una causa común y consolidaron una alianza militar para enfrentar el poder de Inglaterra. Hoy, el afecto permanece pero las causas han cambiado.
Hoy los franceses dan palmadas en los hombros escoceses, como disculpándose, y dicen: "Lo siento, mon brave, hemos peleado juntos en el pasado, pero ahora la pelea no es nuestra".
Ni siquiera en la pequeña región francesa con lazos entrañables con Escocia, que yace en la oscuridad de la campiña entre Orleans y Bourges, la situación está bien definida.
La localidad de Aubigny-sur-Nere es una rareza. Por 400 años ha estado vinculada a una rama de los Estuardos (Stuarts), la casa real escocesa.
En 1422, siete años después de la batalla de Agincourt que implicó una dura derrota de los franceses en manos del rey Enrique V de Inglaterra, un escocés llamado John Stuart de Darnley navegó hacia Francia al frente de un pequeño ejército.
Su colaboración con la monarquía francesa en contra de los ingleses le valió el título de señor de Aubigny, condado que permaneció en manos escocesas hasta la Revolución Francesa en 1789.
Hoy en día en Aubigny los pobladores continúan celebrando este vínculo histórico con un festival escocés que tiene lugar cada 14 de julio, el día de fiesta nacional francesa en que se recuerda la Revolución.
Gaiteros llegan desde Escocia y tocan sus instrumentos típicos con algunos músicos locales -entusiastas pero menos talentosos-, cocineros franceses preparan platos típicos escoces y el whisky corre junto al vino.
Pero en lo que respecta al referendo que tendrá lugar en un mes y que podría conducir a la independencia escocesa del Reino Unido, lo único que admite Francois Gresset, alcalde de Aubigny, es que se trata de un tema candente para la pequeña comunidad.
Lazos históricos
Lo que se celebra en Aubigny es la "antigua alianza", el lazo de amistad entre Francia y Escocia cuyos orígenes yacen en la histórica y compartida hostilidad hacia Inglaterra.
El primer registro histórico de esta alianza data de 1295, aunque ciertamente existió de una forma más informal mucho antes de eso, y continuó hasta 1830, cuando oficiales escoceses aún formaban parte de la guardia real francesa.
"Era una alianza militar que graduamente se tornó una alianza romántica", dice Remi Beguin, especialista en Cultura del municipio de Aubigny.
"Los franceses siempre han amado a los escoceses, y los escoceses siempre han amado a los franceses. Somos como una pareja", añade.
Ciertamente en la región el afecto por todo lo relacionado con Escocia es evidente.
Se cree a nivel local, y puede ser cierto, que muchas familias escocesas se radicaron en la zona de Berry, centro de Francia, luego de la Guerra de los 100 Años. Ciertos apellidos locales, como Turpin, son exhibidos como evidencia.
Menos creíble es la historia de que por muchos años los hombres en Aubigny debían vestir el kilt, la tradicional pollera escocesa.
Otro mito popular es que hasta comienzos del siglo XX, bajo los términos de la antigua alianza, era posible para los franceses acceder a la nacionalidad escocesa y viceversa. Y aunque esta posibilidad hubiese existido técnicamente, no hay registros de que alguien lo haya hecho.
¿Pero ahora querrían los franceses de Aubigny una Escocia independiente? "Emocionalmente yo diría que la mayor parte de la gente sí", dice el alcalde Gresset, pero añade que se trata de "un tema complicado".
"Hay varios factores en juego, por eso no nos sentiemos en posición de pronunciarions, son los escoceses los que deben decidir", concluye.
Ayer una Inglaterra poderosa, hoy Alemania
La cautela del alcalde de Aubigny es un reconocimiento tácito de que una total independencia de Escocia puede no estar en concordancia con las prioridades y las convicciones modernas de Francia.
Ciertamente en París, aunque ningún gobierno lo diría abiertamente, no existe entusiasmo por la iniciativa de los independentistas.
Un factor es el contagio regional. Francia cree en la idea del estado-nación y, si Escocia se independiza, mirará de reojo la posibilidad de que regiones como Córcega o Bretaña empiecen a consolidar sus ideas de autonomía.
Sin embargo, según el analista político Dominique Moisi, ésa no sería la razón real detrás de la falta de apoyo francesa al referendo escocés.
"Francia no es España, donde un precedente creado por Escocia puede volverse muy real para Cataluña. Aquí las regiones hacen mucho ruido, pero no hay riesgo de separación".
Para Moisi, la razón es "el sueño francés por un Reino Unido fuerte y comprometido totalmente en Europa, para contrarrestar el peso de Alemania que cada año se vuelve más poderosa".
"Cualquier cosa que le quite fuerza a un Reino Unido fuerte -y una independencia escocesa lo haría- va en contra de las ambiciones francesas en Europa", concluye Moisi.
Siete siglos atrás, Francia y Escocia tenían una causa común y consolidaron una alianza militar para enfrentar el poder de Inglaterra. Hoy, el afecto permanece pero las causas han cambiado.
Hoy los franceses dan palmadas en los hombros escoceses, como disculpándose, y dicen: "Lo siento, mon brave, hemos peleado juntos en el pasado, pero ahora la pelea no es nuestra".