Designan a Al Abadi primer ministro, un experto en la reconstrucción para restaurar el maltrecho Irak
El Cairo, EFE
El ingeniero electrónico y vicepresidente del Parlamento iraquí, el chií Haidar al Abadi, recibió hoy el encargo de formar el nuevo Gobierno de Irak, en reemplazo del hasta ahora jefe del Ejecutivo, el también chií Nuri al Maliki.
El encargo fue hecho por el presidente de Irak, Fuad Masum, en una reunión en la que estuvieron presentes el presidente del Parlamento, Salim al Yaburi, y el líder de la Alianza Nacional, la mayor coalición chií, Ibrahim al Yaafari, que propuso a Al Abadi como candidato.
Ha sido un hombre que se ganó un gran prestigio entre los aliados, ya que su nombre siempre ha figurado como referente de la reconstrucción de Irak.
Ya en 2010 su nombre se barajó como posible sucesor de Al Maliki, aunque en noviembre de ese año el acuerdo entre las alianzas políticas permitió la reelección de este como jefe del Gobierno.
Pero tres años más tarde Al Abadi recobró notoriedad de nuevo ante el fracaso del Ejecutivo de Al Maliki, muy criticado por suníes y chiíes, especialmente por la escalada de violencia que ha vivido el país desde entonces.
Al Abadi nació en 1952 en Bagdad, hijo de un prestigioso médico y alto funcionario del Ministerio de Sanidad, jubilado en 1979 junto a otros 41 colegas por el régimen del fallecido dictador iraquí Sadam Husein, al no ser “leales” a su Gobierno.
Militante en el partido chií Al Daua desde mediados de los años sesenta, pasó a ocupar cargos de responsabilidad en esa formación política a finales de los setenta.
En 1980, el régimen encarceló a dos de sus hermanos y dos años después los ejecutó por pertenecer al mismo partido que él, y en 1981 detuvo a un tercer hermano y lo mantuvo preso durante diez años, bajo la misma acusación.
Durante el régimen de Sadam (1979-2003), Al Abdi vivió exiliado en Londres y a la caída de aquel retornó a su país.
Según explica él mismo en su página web, concluyó sus estudios primarios y secundarios en 1970 en la zona de Al Karrada, en el este de Bagdad.
Cinco años después, obtuvo el diploma de Ingeniería Eléctrica en la Universidad Tecnológica de Bagdad, y en 1981 un doctorado en esa misma especialidad por la Universidad de Manchester (Reino Unido).
En su dilatada carrera profesional y política ganó además experiencia en los ámbitos de la economía y las finanzas, mediante su trabajo en proyectos durante varios años.
Durante su exilio en Londres, al Abadi trabajó en diferentes empresas como consultor.
En 2003, bajo la Autoridad Provisional de la ocupación de EE UU, fue designado ministro de Telecomunicaciones, donde destacó en la restauración del funcionamiento del servicio telefónico fijo en un tiempo récord, e inauguró la primera red de móviles y de internet.
Asimismo, elaboró un plan para rehabilitar y desarrollar las infraestructuras de la telecomunicaciones a corto y largo plazo.
Dos años después, el entonces primer ministro iraquí, Ibrahim al Yaafari le nombró consejero de su gabinete, cargo en el que estuvo hasta el año 2006, y en el que fue además coordinador general de la ciudad de Tel Afar, en la septentrional provincia de Nínive.
En ese último puesto, logró liberar esa zona del control de la red terrorista Al Qaeda, en lo que fue considerado como uno de los más destacados éxitos del Gobierno de entonces.
Entre 2006 y 2010, fue diputado por el partido Al Daua, en representación de Bagdad en el primer Parlamento constitucional, donde fue jefe de la Comisión de Reconstrucción, Economía e Inversión.
Gracias a su trabajo en ese comité se legisló la ley de inversiones y rehabilitación de las compañías del sector público.
Asimismo, ayudó en la legislación de un paquete de leyes importantes como las de Protección al Consumidor, la Protección de Productos Nacionales, las Tarifas Aduaneras y la de Competencia y Antimonopolios.
Presidía la comisión de Finanzas desde 2011, en la que supervisó la elaboración del presupuesto de tres años, pese a las fuertes discrepancias entre las coaliciones políticas.
Tras ser nombrado vicepresidente primero del Parlamento surgido de las urnas en las elecciones del pasado abril, le corresponde ahora dirigir un país moralmente destrozado y con una amenaza yihadista en el norte que amenaza con desintegrar Irak.
El ingeniero electrónico y vicepresidente del Parlamento iraquí, el chií Haidar al Abadi, recibió hoy el encargo de formar el nuevo Gobierno de Irak, en reemplazo del hasta ahora jefe del Ejecutivo, el también chií Nuri al Maliki.
El encargo fue hecho por el presidente de Irak, Fuad Masum, en una reunión en la que estuvieron presentes el presidente del Parlamento, Salim al Yaburi, y el líder de la Alianza Nacional, la mayor coalición chií, Ibrahim al Yaafari, que propuso a Al Abadi como candidato.
Ha sido un hombre que se ganó un gran prestigio entre los aliados, ya que su nombre siempre ha figurado como referente de la reconstrucción de Irak.
Ya en 2010 su nombre se barajó como posible sucesor de Al Maliki, aunque en noviembre de ese año el acuerdo entre las alianzas políticas permitió la reelección de este como jefe del Gobierno.
Pero tres años más tarde Al Abadi recobró notoriedad de nuevo ante el fracaso del Ejecutivo de Al Maliki, muy criticado por suníes y chiíes, especialmente por la escalada de violencia que ha vivido el país desde entonces.
Al Abadi nació en 1952 en Bagdad, hijo de un prestigioso médico y alto funcionario del Ministerio de Sanidad, jubilado en 1979 junto a otros 41 colegas por el régimen del fallecido dictador iraquí Sadam Husein, al no ser “leales” a su Gobierno.
Militante en el partido chií Al Daua desde mediados de los años sesenta, pasó a ocupar cargos de responsabilidad en esa formación política a finales de los setenta.
En 1980, el régimen encarceló a dos de sus hermanos y dos años después los ejecutó por pertenecer al mismo partido que él, y en 1981 detuvo a un tercer hermano y lo mantuvo preso durante diez años, bajo la misma acusación.
Durante el régimen de Sadam (1979-2003), Al Abdi vivió exiliado en Londres y a la caída de aquel retornó a su país.
Según explica él mismo en su página web, concluyó sus estudios primarios y secundarios en 1970 en la zona de Al Karrada, en el este de Bagdad.
Cinco años después, obtuvo el diploma de Ingeniería Eléctrica en la Universidad Tecnológica de Bagdad, y en 1981 un doctorado en esa misma especialidad por la Universidad de Manchester (Reino Unido).
En su dilatada carrera profesional y política ganó además experiencia en los ámbitos de la economía y las finanzas, mediante su trabajo en proyectos durante varios años.
Durante su exilio en Londres, al Abadi trabajó en diferentes empresas como consultor.
En 2003, bajo la Autoridad Provisional de la ocupación de EE UU, fue designado ministro de Telecomunicaciones, donde destacó en la restauración del funcionamiento del servicio telefónico fijo en un tiempo récord, e inauguró la primera red de móviles y de internet.
Asimismo, elaboró un plan para rehabilitar y desarrollar las infraestructuras de la telecomunicaciones a corto y largo plazo.
Dos años después, el entonces primer ministro iraquí, Ibrahim al Yaafari le nombró consejero de su gabinete, cargo en el que estuvo hasta el año 2006, y en el que fue además coordinador general de la ciudad de Tel Afar, en la septentrional provincia de Nínive.
En ese último puesto, logró liberar esa zona del control de la red terrorista Al Qaeda, en lo que fue considerado como uno de los más destacados éxitos del Gobierno de entonces.
Entre 2006 y 2010, fue diputado por el partido Al Daua, en representación de Bagdad en el primer Parlamento constitucional, donde fue jefe de la Comisión de Reconstrucción, Economía e Inversión.
Gracias a su trabajo en ese comité se legisló la ley de inversiones y rehabilitación de las compañías del sector público.
Asimismo, ayudó en la legislación de un paquete de leyes importantes como las de Protección al Consumidor, la Protección de Productos Nacionales, las Tarifas Aduaneras y la de Competencia y Antimonopolios.
Presidía la comisión de Finanzas desde 2011, en la que supervisó la elaboración del presupuesto de tres años, pese a las fuertes discrepancias entre las coaliciones políticas.
Tras ser nombrado vicepresidente primero del Parlamento surgido de las urnas en las elecciones del pasado abril, le corresponde ahora dirigir un país moralmente destrozado y con una amenaza yihadista en el norte que amenaza con desintegrar Irak.