Central venció a Gimnasia en La Plata

Central le ganó agónicamente a Gimnasia en La Plata gracias a un macanón de Monetti, que salió a cortar lejos y se llevó puesto a Aguirre en la última jugada del partido. El equipo de Russo, que había estado para el cachetazo, se llevó tres puntos de oro para Rosario.

La Plata, Olé
Que Monetti sea el culpable de que Gimnasia se haya quedado con las manos vacías es una Canallada. El arquero había tenido una tarde bárbara, como bien nos tiene acostumbrados. Pero en esa última jugada le pifió feo: salió lejos a cortar a Aguirre, calculó mal y se lo llevó puesto adentro del área. Penalazo que Delgado cambió por gol y triunfo para Central, que la había pasado decididamente mal en el primer tiempo.


En esa primera parte el mediocampo de Gimnasia hizo todo bien. Tuvo quite y toque en los pies de Miloc y Nacho Fernández, y (mucho) juego en los de Rojas y Mendoza. El Lobo estaba con hambre. Movedizo, iba contra el arco de Caranta con convicción, algo que, definitivamente, le faltaba al fondo de Central. Fueron una, dos, tres situaciones hasta que Vegetti, ese delantero que llegó cuando estaba a punto de firmar en Ferro, apareció para darle el gol de la ventaja.

Central estaba dormido, desconocido. No hacía pie en La Plata. Perdía en el medio constantemente y, entonces, apostaba al pelotazo. Pelotazo que una y otra vez caía en manos de la defensa del Lobo, que, bien parada, se hacía un festín con Abreu y el Enano Niell. Partido fácil, dirán. Pero esto es fútbol, señores, y el fútbol es impredecible.

Impredecible, sin lugar a dudas, fue lo que pasó en El Bosque luego de que Barrientos capturara un rebote en la puerta del área y marcara el empate de Central unos minutos antes de que terminara el primer tiempo. Cuestión de suerte o del destino, el equipo de Russo llegó a la igualdad cuando peor la estaba pasando. Y entonces el partido fue otro...

No hubo más dominio de Gimnasia: Central había resucitado. Como el ave fénix, sí, resurgió de sus propias cenizas. Delgado empezó a proyectarse como no lo había hecho nunca e hizo crecer el juego de Acuña. Apareció el Loco Abreu para aguantar de espaldas y descargar a un compañero. Y el chiquitín Niell, que nada había tenido que hacer contra los grandotes del fondo del Lobo, comenzó a convertirse en un trastorno. Barsottini, de hecho, le hizo una falta grande como una casa en la puerta del área que Lunatti, aparentemente, no llegó a ver. Era roja para el grandote que tiene el Lobo en el fondo.

Después, claro, llegó la jugada del penal. Esa que Lunatti no dudó en cobrar y que le permitió a Central llevarse un triunfo de oro para Rosario.


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