Las tropas de Israel profundizan su ofensiva por tierra en la franja de Gaza

Fallece el segundo israelí en una operación que ha costado la vida a 290 palestinos

Juan Gómez
Gaza, El País
Las tropas israelíes penetraron este viernes por la tarde más de un kilómetro en Gaza desde sus posiciones iniciales en las proximidades de la localidad de Jan Yunis, al sur de la franja. Tras someterlas a un duro bombardeo de artillería y aviación, los soldados habían entrado durante la madrugada anterior por la norteña Beit Lahia y la oriental Beit Hanún. Los tanques y la infantería ocuparon unos cien metros al norte y al este del territorio palestino, según testigos.


Los avances del sur responden a las órdenes del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que había ordenado a sus tropas que se prepararan para “la ampliación” de la incursión en Gaza: “He dado instrucciones de que se dispongan a extender significativamente la operación por tierra”, declaró tras una reunión de su Gabinete de seguridad. Deja atrás el objetivo militar esgrimido oficialmente al anunciar su incursión militar en la franja: destruir los túneles que usan los milicianos de Hamás para hostigar a Israel. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, brindó su “apoyo” a la ampliación de la invasión israelí que, según sostuvo, “intenta detener el fuego de cohetes contra su territorio”.

Los milicianos de Gaza dispararon el viernes 105 cohetes contra Israel sin causar daños personales. Un soldado israelí murió durante la noche, se investiga si por fuego accidental de su propio bando. La semana pasada murió un civil por heridas de un mortero palestino.

Durante la primera jornada de invasión por tierra murieron 30 palestinos. El número de muertes en los once días que dura la masiva operación militar israelí contra Gaza superó los 290. Entre ellos murieron 57 niños hasta el viernes por la tarde. La alta densidad de población de la franja de Gaza y la baja media de edad de sus habitantes, (el 43% tiene menos de 14 años) contribuyen a que cada operación militar en la zona se salde con tremendas matanzas de niños. Según Naciones Unidas, los civiles muertos en esta ofensiva superan el 75%.

La carrera de un grupo de médicos y enfermeros hacia la ambulancia que entraba al hospital Kamal Odwan, en Beit Lahia, presagiaba una emergencia grave a media mañana. Sacaron en una sola camilla a Walla y Ahmad Musalla, dos hermanos de 13 y 11 años, mutilados por el disparo de un tanque israelí. El pequeño estaba arrugado con las piernas rotas y el abdomen abierto, en una postura imposible entre las rodillas de su hermana. Así que los médicos centraron su atención en ella. La madre, Muna, golpeaba la puerta trasera para entrar en urgencias. Se lo permitieron tras certificar que estaban muertos. Otro hijo superviviente de unos 12 años, Omar, se acuclillaba llorando junto a la puerta. Después llegó el cadáver de su hermano Mohamed, de 15.

Se desató una extraña bulla en los pasillos: cámaras de la televisión local se afanaban por una imagen de los niños desmembrados y la madre gemía resistiéndose a que la grabaran abrazando el cadáver de Walla.

Omar siguió llorando en cuclillas, silencioso y quieto junto a la puerta, hasta que alguien trató de entrevistarlo para la televisión y él huyó despavorido hacia un parque cercano. Un familiar aclaró que es mudo. El conductor de la ambulancia que los trajo, Mohamed Saha, contó que los hermanos jugaban en su vivienda cuando les golpeó una granada de tanque israelí. La piel de la cara de Saha parecía cuero después de tres días sin dormir. Solo en la noche del jueves había atendido “entre 40 y 50 emergencias” en el avance de los tanques. La escena del hospital en Beit Lahia daba tres estampas cardinales de la desquiciada rutina bajo las bombas de Israel: la valentía asombrosa del conductor Saha, el dolor de un inocente que no entendía nada y la dificultad de contarlo sin perder definitivamente el norte.

Además del avance de sus tanques e infantería, Israel ordenó la movilización de 18.000 nuevos reservistas, que se suman a los 30.000 anteriores. En Gaza temen una invasión completa, que aumentaría exponencialmente las muertes de civiles. Cuentan los palestinos que Israel avanza con la cautela que observaron en su invasión de 2008. Para minimizar las bajas entre sus soldados, planchan la zona con aviación y artillería, luego tiran con tanques. Limpian la zona de minas y de posible resistencia antes de avanzar con los blindados y la infantería. En una entrevista al diario británico The Telegraph, el líder político de Hamás, Jaled Meshal, declaró que el grupo islamista “no accederá a un alto el fuego hasta que Israel levante su cerco a Gaza”.

En Zeitun, uno de los barrios de Gaza que Israel había ordenado evacuar en los últimos días, el ganadero Mohamed Abu Asha preparaba su carro de mulas para una arriesgada excursión al norte de la Franja, ocupado por los tanques y la infantería israelíes. Quería rescatar de las bombas alguna de sus 100 vacas, antes de que los invasores las mataran a todas como hicieron en 2008. Como protección para semejante odisea, Abu Asha había izado una bandera blanca en el vértice de su carruaje. Resumió su confianza en el buen éxito de su misión: “Alá proveerá”. No muy lejos, Amdan Enteis recogía mientras tanto en una bolsa de plástico los restos desperdigados de su hijo Mohamed, de 2 años, muerto por una granada de tanque israelí en la madrugada anterior.

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