Israel sufre su peor revés militar desde la guerra de 2006 contra Líbano
Los soldados muertos suman 25, el doble que en la última incursión terrestre
Carmen Rengel
Jerusalén, El País
Los soldados fallecidos en Gaza entre el jueves pasado y este lunes son más del doble de los militares caídos la última vez que los uniformados israelíes penetraron por tierra en la Franja palestina, durante la Operación Plomo Fundido (en las navidades de 2008), que duró 11 días y en la que cayeron 11 soldados. Ahora son ya 25 los soldados fallecidos —siete de ellos este lunes—, en el que supone ya el mayor revés militar desde la guerra de Líbano (2006). Otros 53 militares israelíes están heridos, tres de ellos graves. Las bajas comienzan a angustiar a la población —el servicio militar es obligatorio y se ha movilizado a 65.000 uniformados en esta operación—, por la velocidad con la que se multiplican y porque muchos de los fallecidos son apenas veinteañeros. El que 13 de ellos fueran, además, miembros de una de las unidades más prestigiosas del Ejército israelí, la Golani, acrecienta la preocupación, que se evidencia en los comentarios de televisión, en las llamadas de oyentes a la radio o en los foros de Internet.
El Ejército aún está haciendo públicas, con cuentagotas, las identidades de los militares y aunque la sociedad no se ha tenido que enfrentar de una tacada a una portada de periódico plagada de fotos de jóvenes en uniforme, el dolor cala. La política, en cambio, no se mueve y la ofensiva no va a cambiar por los primeros entierros. El primer ministro, Benjamín Netanyahu, visitaba este lunes una base cerca de la frontera, y lo que dejaba traslucir es determinación en su apuesta. “La operación continuará hasta que logre su objetivo”, repitió. Confirmó que todo avanza “según lo planificado” en la incursión terrestre y que, de hecho, está “impresionado” por los buenos resultados de la campaña: 45 túneles de Hamás encontrados, 2.700 objetivos atacados, 160 milicianos muertos. Para los caídos, un mensaje de gratitud. Para los que batallan sobre el terreno, un reconocimiento de “orgullo”. “La operación es compleja y va a tener momentos difíciles, pero unidos podemos lograr nuestro objetivo”, alentó.
Por ahora, las importantes bajas no han desatado las presiones de la derecha. Ministros como el de Exteriores, Avigdor Lieberman, o el titular de Energía, Naftali Bennett, están satisfechos porque los tanques hayan entrado en Gaza, como querían. Ahora hay que esperar la evolución. Sí están surgiendo voces en el Gabinete, como la del ministro de Comunicaciones, Gilad Erdan, que apuestan por “dejar a las tropas” en la Franja por un periodo prolongado; una medida “protectora” que dé tranquilidad a sus ciudadanos.
Fuentes militares confirman que la ofensiva mantiene su ritmo: primero acabar con los túneles, luego devolver la calma a los cielos de Israel y, finalmente, desmilitarizar Gaza para no tener que intervenir “cada dos años”. Sostienen que las muertes de soldados no son “una sorpresa”, porque “sabían del peligro de entrar por tierra”, pero sostienen que la tropa y la sociedad las asumirán “porque menos malo es un soldado fallecido que 85 civiles muertos en una incursión de milicianos”. Hamás, dicen, estaba esperando la llegada por tierra de los uniformados, y estaba preparado para ello “desde hace años”; pero pese al riesgo no podían dejar de entrar en zonas como Shuaiya, de donde denuncian que provenía el 8% de los cohetes lanzados contra Israel. También asumen que la mejora en el armamento de las milicias palestinas hace más complicado el cuerpo a cuerpo; más allá del “éxito” también en algunas de las acciones de Hamás, como un incendio tras un tiroteo en el que murieron, atrapados, los soldados.
La analista Sima Kadmon sostiene que la pérdida de vidas es “bien conocida” por los israelíes y que, a diferencia de críticas como las de la guerra de 2006, ahora la población se arracima en torno a su Gobierno porque “Hamás ha proporcionado el consenso necesario para la guerra”, poniendo a casi el 80% de la población bajo sus cohetes. Ely Karmon, antiguo asesor de seguridad del Gobierno, añade que políticamente la operación se está llevando de forma “inteligente”, apretando poco a poco y aceptando incluso treguas, lo que ha legitimado a Israel en el plano interno y en el internacional.
Sin embargo, la diversidad de la población de Israel se constata, también, con las manifestaciones contra la operación en Gaza que en la última semana se desarrollan en las villas árabes del norte. Este lunes, una asociación palestina convocó una huelga general en los comercios que, según el Ayuntamiento de Nazaret, epicentro de la protesta, siguió el 65% de los mismos. Por la tarde, una procesión sirvió como colofón al día de luto por la Franja.
Carmen Rengel
Jerusalén, El País
Los soldados fallecidos en Gaza entre el jueves pasado y este lunes son más del doble de los militares caídos la última vez que los uniformados israelíes penetraron por tierra en la Franja palestina, durante la Operación Plomo Fundido (en las navidades de 2008), que duró 11 días y en la que cayeron 11 soldados. Ahora son ya 25 los soldados fallecidos —siete de ellos este lunes—, en el que supone ya el mayor revés militar desde la guerra de Líbano (2006). Otros 53 militares israelíes están heridos, tres de ellos graves. Las bajas comienzan a angustiar a la población —el servicio militar es obligatorio y se ha movilizado a 65.000 uniformados en esta operación—, por la velocidad con la que se multiplican y porque muchos de los fallecidos son apenas veinteañeros. El que 13 de ellos fueran, además, miembros de una de las unidades más prestigiosas del Ejército israelí, la Golani, acrecienta la preocupación, que se evidencia en los comentarios de televisión, en las llamadas de oyentes a la radio o en los foros de Internet.
El Ejército aún está haciendo públicas, con cuentagotas, las identidades de los militares y aunque la sociedad no se ha tenido que enfrentar de una tacada a una portada de periódico plagada de fotos de jóvenes en uniforme, el dolor cala. La política, en cambio, no se mueve y la ofensiva no va a cambiar por los primeros entierros. El primer ministro, Benjamín Netanyahu, visitaba este lunes una base cerca de la frontera, y lo que dejaba traslucir es determinación en su apuesta. “La operación continuará hasta que logre su objetivo”, repitió. Confirmó que todo avanza “según lo planificado” en la incursión terrestre y que, de hecho, está “impresionado” por los buenos resultados de la campaña: 45 túneles de Hamás encontrados, 2.700 objetivos atacados, 160 milicianos muertos. Para los caídos, un mensaje de gratitud. Para los que batallan sobre el terreno, un reconocimiento de “orgullo”. “La operación es compleja y va a tener momentos difíciles, pero unidos podemos lograr nuestro objetivo”, alentó.
Por ahora, las importantes bajas no han desatado las presiones de la derecha. Ministros como el de Exteriores, Avigdor Lieberman, o el titular de Energía, Naftali Bennett, están satisfechos porque los tanques hayan entrado en Gaza, como querían. Ahora hay que esperar la evolución. Sí están surgiendo voces en el Gabinete, como la del ministro de Comunicaciones, Gilad Erdan, que apuestan por “dejar a las tropas” en la Franja por un periodo prolongado; una medida “protectora” que dé tranquilidad a sus ciudadanos.
Fuentes militares confirman que la ofensiva mantiene su ritmo: primero acabar con los túneles, luego devolver la calma a los cielos de Israel y, finalmente, desmilitarizar Gaza para no tener que intervenir “cada dos años”. Sostienen que las muertes de soldados no son “una sorpresa”, porque “sabían del peligro de entrar por tierra”, pero sostienen que la tropa y la sociedad las asumirán “porque menos malo es un soldado fallecido que 85 civiles muertos en una incursión de milicianos”. Hamás, dicen, estaba esperando la llegada por tierra de los uniformados, y estaba preparado para ello “desde hace años”; pero pese al riesgo no podían dejar de entrar en zonas como Shuaiya, de donde denuncian que provenía el 8% de los cohetes lanzados contra Israel. También asumen que la mejora en el armamento de las milicias palestinas hace más complicado el cuerpo a cuerpo; más allá del “éxito” también en algunas de las acciones de Hamás, como un incendio tras un tiroteo en el que murieron, atrapados, los soldados.
La analista Sima Kadmon sostiene que la pérdida de vidas es “bien conocida” por los israelíes y que, a diferencia de críticas como las de la guerra de 2006, ahora la población se arracima en torno a su Gobierno porque “Hamás ha proporcionado el consenso necesario para la guerra”, poniendo a casi el 80% de la población bajo sus cohetes. Ely Karmon, antiguo asesor de seguridad del Gobierno, añade que políticamente la operación se está llevando de forma “inteligente”, apretando poco a poco y aceptando incluso treguas, lo que ha legitimado a Israel en el plano interno y en el internacional.
Sin embargo, la diversidad de la población de Israel se constata, también, con las manifestaciones contra la operación en Gaza que en la última semana se desarrollan en las villas árabes del norte. Este lunes, una asociación palestina convocó una huelga general en los comercios que, según el Ayuntamiento de Nazaret, epicentro de la protesta, siguió el 65% de los mismos. Por la tarde, una procesión sirvió como colofón al día de luto por la Franja.