Cisjordania y Jerusalén Este se movilizan contra los ataques y la ocupación militar
La mayoría de los participantes reivindican la unidad palestina
Carmen Rengel
Jerusalén, El País
“No queremos lanzar cohetes, ni siquiera piedras. Lo que deseamos es empezar a transformar la política palestina desde la base y peleando de veras por nuestros derechos. Gaza es hoy el reto más urgente”. Habla Majed Bamya, miembro del comité de la 48ThousandMarch, una de las organizaciones que, en estos 22 días de ofensiva israelí sobre Gaza, convocan frecuentes protestas en toda Cisjordania, un grito que mezcla rabia y cansancio ante un statu quo que ya no soportan más. La mayoría de los participantes son jóvenes inquietos sin adscripción política, pero han conseguido sumar a partidos medianos, nacionalistas e islamistas, todos con el mismo fin: reivindicar la unidad palestina y hacer ver que la separación territorial no diluye las causas comunes. “Una nación, un pueblo, un sueño”, es su divisa.
La voz dormida en una tierra que sufre, pero no tiene las limitaciones de sus hermanos de Gaza, donde la rutina de supervivencia aplasta a veces la disidencia, ha despertado. Sólo el lunes, 45.000 palestinos se concentraron en los alrededores de la Explanada de las Mezquitas, en Jerusalén, en el primer día de la fiesta de Eid, tras el fin del Ramadán, mezclando fe con proclamas políticas en las que, en un hecho desconocido en la ciudad santa, se corearon eslóganes a favor de Hamás, de la muqawama: la llamada resistencia. [Hamás es considerado grupo terrorista tanto por la Unión Europea como por EE UU].
La violencia está dominando las principales protestas. Según datos de la Oficina de Coordinación para Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas, 11 palestinos han muerto desde el 23 de julio en Cisjordania, todos por herida de bala, y unos 600 han resultado heridos en choques con la policía y el Ejército de Israel mientras se manifestaban; en uno de los casos mortales fue un colono el que disparó, al sur de Nablús. Aún no ha sido detenido.
Otra gran concentración se vivió el jueves pasado, cuando 30.000 personas, según datos de la policía palestina, marcharon desde el campo de refugiados de Al Amari al de Qalandia, hacia el control que los separa de Jerusalén. Una movilización así no se veía en Cisjordania desde 2005.
Los arrestos de palestinos también se han disparado, especialmente en Jerusalén Este, donde desde el asesinato del menor Mohamed Abu Jadair a manos de fanáticos nacionalistas judíos, la policía cuenta ya 375 detenidos, 78 en los últimos cinco días. En la ciudad, además, se han reportado tres palizas de grupos de jóvenes judíos a árabes que han elevado la desconfianza en las calles.
El analista político Ahmad Rafik Awad, colaborador de la Universidad de Al Quds, reconoce que en operaciones pasadas Cisjordania había estado notablemente calmada ante los bombardeos. Lo que ha cambiado en 2014, apunta, “es que se ha contagiado el orgullo por la resistencia de Hamás”, cuando la vía política pura del Gobierno palestino no ha dado “los frutos ansiados”, “cuando el desencanto pesa por el recientemente frustrado proceso de paz [roto a finales de abril tras nueve meses de negociaciones]”. “Ya a principios de 2013 hubo protestas, al calor de las primaveras árabes, reclamando la unión indisoluble de Cisjordania y Gaza, y ese principio de organización logrado entonces entre grupos estudiantiles o de ONG ahora funciona de nuevo, al calor de un Ejecutivo de unidad que ilusiona, aunque se vea poco avance en la práctica”, abunda el analista.
Por su parte, Majed Bamya añade, además, que el “aliento” de los dos presos más respetados, Marwan Barghouti y Ahmed Saadat, con su enorme predicamento en redes sociales y su influencia en asociaciones de presos, ha ayudado a llenar las calles. Gracias a su llamamiento se han convocado llamadas a rezos de varios miles de personas.
Carmen Rengel
Jerusalén, El País
“No queremos lanzar cohetes, ni siquiera piedras. Lo que deseamos es empezar a transformar la política palestina desde la base y peleando de veras por nuestros derechos. Gaza es hoy el reto más urgente”. Habla Majed Bamya, miembro del comité de la 48ThousandMarch, una de las organizaciones que, en estos 22 días de ofensiva israelí sobre Gaza, convocan frecuentes protestas en toda Cisjordania, un grito que mezcla rabia y cansancio ante un statu quo que ya no soportan más. La mayoría de los participantes son jóvenes inquietos sin adscripción política, pero han conseguido sumar a partidos medianos, nacionalistas e islamistas, todos con el mismo fin: reivindicar la unidad palestina y hacer ver que la separación territorial no diluye las causas comunes. “Una nación, un pueblo, un sueño”, es su divisa.
La voz dormida en una tierra que sufre, pero no tiene las limitaciones de sus hermanos de Gaza, donde la rutina de supervivencia aplasta a veces la disidencia, ha despertado. Sólo el lunes, 45.000 palestinos se concentraron en los alrededores de la Explanada de las Mezquitas, en Jerusalén, en el primer día de la fiesta de Eid, tras el fin del Ramadán, mezclando fe con proclamas políticas en las que, en un hecho desconocido en la ciudad santa, se corearon eslóganes a favor de Hamás, de la muqawama: la llamada resistencia. [Hamás es considerado grupo terrorista tanto por la Unión Europea como por EE UU].
La violencia está dominando las principales protestas. Según datos de la Oficina de Coordinación para Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas, 11 palestinos han muerto desde el 23 de julio en Cisjordania, todos por herida de bala, y unos 600 han resultado heridos en choques con la policía y el Ejército de Israel mientras se manifestaban; en uno de los casos mortales fue un colono el que disparó, al sur de Nablús. Aún no ha sido detenido.
Otra gran concentración se vivió el jueves pasado, cuando 30.000 personas, según datos de la policía palestina, marcharon desde el campo de refugiados de Al Amari al de Qalandia, hacia el control que los separa de Jerusalén. Una movilización así no se veía en Cisjordania desde 2005.
Los arrestos de palestinos también se han disparado, especialmente en Jerusalén Este, donde desde el asesinato del menor Mohamed Abu Jadair a manos de fanáticos nacionalistas judíos, la policía cuenta ya 375 detenidos, 78 en los últimos cinco días. En la ciudad, además, se han reportado tres palizas de grupos de jóvenes judíos a árabes que han elevado la desconfianza en las calles.
El analista político Ahmad Rafik Awad, colaborador de la Universidad de Al Quds, reconoce que en operaciones pasadas Cisjordania había estado notablemente calmada ante los bombardeos. Lo que ha cambiado en 2014, apunta, “es que se ha contagiado el orgullo por la resistencia de Hamás”, cuando la vía política pura del Gobierno palestino no ha dado “los frutos ansiados”, “cuando el desencanto pesa por el recientemente frustrado proceso de paz [roto a finales de abril tras nueve meses de negociaciones]”. “Ya a principios de 2013 hubo protestas, al calor de las primaveras árabes, reclamando la unión indisoluble de Cisjordania y Gaza, y ese principio de organización logrado entonces entre grupos estudiantiles o de ONG ahora funciona de nuevo, al calor de un Ejecutivo de unidad que ilusiona, aunque se vea poco avance en la práctica”, abunda el analista.
Por su parte, Majed Bamya añade, además, que el “aliento” de los dos presos más respetados, Marwan Barghouti y Ahmed Saadat, con su enorme predicamento en redes sociales y su influencia en asociaciones de presos, ha ayudado a llenar las calles. Gracias a su llamamiento se han convocado llamadas a rezos de varios miles de personas.