ANÁLISIS / Las cuentas se le complican a Rusia
El aumento de los riesgos dificulta la financiación de empresas y Gobierno
Alicia González
Madrid, El País
No corren buenos tiempos para la economía rusa. El PIB coquetea desde hace meses con la recesión. Las sanciones —o el temor a futuras restricciones— por parte de Estados Unidos y Europa han disparado la salida de capitales, que supera ya los 55.800 millones de euros sólo en el primer semestre del año y se sitúa por encima de lo registrado en 2013. Esos movimientos han debilitado el rublo, la moneda con peor comportamiento entre los emergentes, y han golpeado con fuerza a la Bolsa de Moscú, que acumula una caída del 10% desde máximos de junio.
La sentencia de la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya aumenta la percepción de riesgo de los activos rusos y eso eleva la factura para las arcas públicas. Es “un pelo más en la sopa” rusa, según la expresión usada por Yuri Selyandin, gestor de GHP Group en Moscú, en declaraciones a Reuters. El bono ruso a 10 años denominado en dólares escaló ayer hasta superar el 5%, pero si la deuda se emite en rublos los inversores exigen a Moscú una rentabilidad del 9,35% para prestarles ese dinero, máximos desde abril.
Llegado el caso, Rusia, a diferencia de Argentina, tiene efectivo suficiente para hacer frente al pago de los 37.200 millones de euros fijados por la sentencia. Por mucho que esa cuantía represente entre el 2,5% y el 3% del PIB del país, según distintos cálculos. Rusia acumula las quintas mayores reservas del mundo y solo el gobierno dispone de 130.200 millones de euros en reservas en divisas, a los que hay que sumar las de las empresas públicas, que elevan la disponibilidad de fondos a 355.840 millones. según los datos del banco central. Pero las sanciones impuestas hasta el momento por Estados Unidos dificultan el acceso de algunas de las mayores empresas públicas rusas a los mercados internacionales y el gobierno puede tener que echar mano de esos recursos para facilitarles financiación. Hasta diciembre, los bancos y las empresas rusas deben devolver 62.500 millones de euros, a los que hay que sumar vencimientos por otros 67.000 millones en 2015, según datos del Instituto de Finanzas Internacionales. “Dada la deteriorada situación financiera de muchas empresas, es bastante probable que, al menos, algunos de esos acreedores necesiten de la ayuda del gobierno [ruso] para hacer frente a los pagos”, dice la asociación que agrupa a los principales bancos privados del mundo.
Rosneft es una de las empresas más afectadas por el cierre del acceso a los mercados. La empresa, que se convirtió en la mayor petrolera de capital público del mundo gracias a comprar los activos de Yukos, asegura que aquellas operaciones fueron legales y que la sentencia de La Haya no le afecta. La caída que ayer tuvo en bolsa [-1,2%] está más relacionada con las sanciones que le impuso, con nombre y apellidos, EE UU. Su valor ha perdido este año más de un 14%.
La sentencia de La Haya es solo la primera batalla de los antiguos responsables de Yukos, como reconocía el abogado de los antiguos dirigentes de la petrolera. Pero es otra mosca a sumar a las muchas que ya acumula Moscú.
Alicia González
Madrid, El País
No corren buenos tiempos para la economía rusa. El PIB coquetea desde hace meses con la recesión. Las sanciones —o el temor a futuras restricciones— por parte de Estados Unidos y Europa han disparado la salida de capitales, que supera ya los 55.800 millones de euros sólo en el primer semestre del año y se sitúa por encima de lo registrado en 2013. Esos movimientos han debilitado el rublo, la moneda con peor comportamiento entre los emergentes, y han golpeado con fuerza a la Bolsa de Moscú, que acumula una caída del 10% desde máximos de junio.
La sentencia de la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya aumenta la percepción de riesgo de los activos rusos y eso eleva la factura para las arcas públicas. Es “un pelo más en la sopa” rusa, según la expresión usada por Yuri Selyandin, gestor de GHP Group en Moscú, en declaraciones a Reuters. El bono ruso a 10 años denominado en dólares escaló ayer hasta superar el 5%, pero si la deuda se emite en rublos los inversores exigen a Moscú una rentabilidad del 9,35% para prestarles ese dinero, máximos desde abril.
Llegado el caso, Rusia, a diferencia de Argentina, tiene efectivo suficiente para hacer frente al pago de los 37.200 millones de euros fijados por la sentencia. Por mucho que esa cuantía represente entre el 2,5% y el 3% del PIB del país, según distintos cálculos. Rusia acumula las quintas mayores reservas del mundo y solo el gobierno dispone de 130.200 millones de euros en reservas en divisas, a los que hay que sumar las de las empresas públicas, que elevan la disponibilidad de fondos a 355.840 millones. según los datos del banco central. Pero las sanciones impuestas hasta el momento por Estados Unidos dificultan el acceso de algunas de las mayores empresas públicas rusas a los mercados internacionales y el gobierno puede tener que echar mano de esos recursos para facilitarles financiación. Hasta diciembre, los bancos y las empresas rusas deben devolver 62.500 millones de euros, a los que hay que sumar vencimientos por otros 67.000 millones en 2015, según datos del Instituto de Finanzas Internacionales. “Dada la deteriorada situación financiera de muchas empresas, es bastante probable que, al menos, algunos de esos acreedores necesiten de la ayuda del gobierno [ruso] para hacer frente a los pagos”, dice la asociación que agrupa a los principales bancos privados del mundo.
Rosneft es una de las empresas más afectadas por el cierre del acceso a los mercados. La empresa, que se convirtió en la mayor petrolera de capital público del mundo gracias a comprar los activos de Yukos, asegura que aquellas operaciones fueron legales y que la sentencia de La Haya no le afecta. La caída que ayer tuvo en bolsa [-1,2%] está más relacionada con las sanciones que le impuso, con nombre y apellidos, EE UU. Su valor ha perdido este año más de un 14%.
La sentencia de La Haya es solo la primera batalla de los antiguos responsables de Yukos, como reconocía el abogado de los antiguos dirigentes de la petrolera. Pero es otra mosca a sumar a las muchas que ya acumula Moscú.