Luces y sombras en la desaparición del sargento Bowe Bergdahl
La historia puede convertirse en una metáfora de lo que ha salido mal en la guerra de EE UU
Yolanda Monge
Washington, El País
El sargento Bowe Bergdahl está “bien”, “puede caminar solo” y se encuentra en el centro médico militar de la base de Landstuhl en Alemania, asegura el Pentágono. Será en Alemania donde el sargento desaparecido en 2009 en la provincia afgana de Paktika, al sureste del país, comience un proceso de readaptación que no se aventura fácil. De esa base será trasladado a un centro médico en San Antonio (Texas), para que se reencuentre con sus familiares.
El final de casi cinco años de cautiverio abren la puerta para que Bergdahl cuente su historia, qué pasó y cómo ha vivido todos estos años junto a sus captores. Previendo que su hijo ha asumido una identidad que no es la suya forzado por las circunstancias, el padre del sargento se ha dejado barba como si de un salafista se tratase y ha aprendido pastún.
La historia de la captura de Bergdahl es confusa y puede haberse convertido en una metáfora de todo lo que ha salido mal en la guerra más larga luchada por Estados Unidos. “El sistema está mal”, escribió Bergdahl en un correo electrónico a sus padres tres días antes de desaparecer del mapa. “El Ejército de EEUU es una broma, es un Ejército de mentirosos, locos y abusadores. Los pocos [sargentos] buenos se van en cuanto pueden y nos dicen a los soldados que hagamos lo mismo”.
Estas citas las relata Christopher Dickey en un perfil de Bergdahl publicado en enero en Tha Daily Beast y se completan con el retrato que el ya fallecido Michael Hastings, apasionado reportero de las guerras de Irak y Afganistán, hizo del soldado para la revista Rolling Stone.
Según Bob Bergdahl, el padre del soldado, su hijo romantizaba la idea del combate, “vivía en una novela”. Pero la realidad del campo de batalla y la brutalidad de un conflicto en el que los civiles están atrapados entre dos bandos podría haber quebrado el alma del joven muchacho, 23 años en el momento de su captura. Según su familia, el desprecio que él decía que sus compañeros demostraban por los afganos y el atropello por un vehículo militar de una niña afgano fueron el momento en el que habría tocado fondo.
Poco después de su desaparición, la cadena Fox lanzó una virulenta acusación y aseguraba que Bergdahl había desertado y que los talibanes podían ahorrar mucho dinero al gobierno de EEUU si “le mataban”. Sin embargo, la Administración Obama no cejó en su intento de encontrar a los captores del soldado y negociar su liberación, como el sábado sucedía.
Yolanda Monge
Washington, El País
El sargento Bowe Bergdahl está “bien”, “puede caminar solo” y se encuentra en el centro médico militar de la base de Landstuhl en Alemania, asegura el Pentágono. Será en Alemania donde el sargento desaparecido en 2009 en la provincia afgana de Paktika, al sureste del país, comience un proceso de readaptación que no se aventura fácil. De esa base será trasladado a un centro médico en San Antonio (Texas), para que se reencuentre con sus familiares.
El final de casi cinco años de cautiverio abren la puerta para que Bergdahl cuente su historia, qué pasó y cómo ha vivido todos estos años junto a sus captores. Previendo que su hijo ha asumido una identidad que no es la suya forzado por las circunstancias, el padre del sargento se ha dejado barba como si de un salafista se tratase y ha aprendido pastún.
La historia de la captura de Bergdahl es confusa y puede haberse convertido en una metáfora de todo lo que ha salido mal en la guerra más larga luchada por Estados Unidos. “El sistema está mal”, escribió Bergdahl en un correo electrónico a sus padres tres días antes de desaparecer del mapa. “El Ejército de EEUU es una broma, es un Ejército de mentirosos, locos y abusadores. Los pocos [sargentos] buenos se van en cuanto pueden y nos dicen a los soldados que hagamos lo mismo”.
Estas citas las relata Christopher Dickey en un perfil de Bergdahl publicado en enero en Tha Daily Beast y se completan con el retrato que el ya fallecido Michael Hastings, apasionado reportero de las guerras de Irak y Afganistán, hizo del soldado para la revista Rolling Stone.
Según Bob Bergdahl, el padre del soldado, su hijo romantizaba la idea del combate, “vivía en una novela”. Pero la realidad del campo de batalla y la brutalidad de un conflicto en el que los civiles están atrapados entre dos bandos podría haber quebrado el alma del joven muchacho, 23 años en el momento de su captura. Según su familia, el desprecio que él decía que sus compañeros demostraban por los afganos y el atropello por un vehículo militar de una niña afgano fueron el momento en el que habría tocado fondo.
Poco después de su desaparición, la cadena Fox lanzó una virulenta acusación y aseguraba que Bergdahl había desertado y que los talibanes podían ahorrar mucho dinero al gobierno de EEUU si “le mataban”. Sin embargo, la Administración Obama no cejó en su intento de encontrar a los captores del soldado y negociar su liberación, como el sábado sucedía.