Irán y EE UU se citan en Ginebra ante el bloqueo de la última ronda nuclear
La cita es la primera bilateral desde los contactos secretos mantenidos en Omán en 2013
Ángeles Espinosa
Dubái, El País
Representantes de Irán y Estados Unidos están reunidos en Ginebra hoy lunes y mañana martes, para desatascar las negociaciones nucleares que se reanudarán en Viena la próxima semana. El hecho de que ambos hayan anunciado la cita, la primera bilateral desde sus contactos secretos en Omán del año pasado, constituye en sí mismo un pequeño paso adelante en sus relaciones, congeladas tras la revolución iraní de 1979. Además, indica que los dos Gobiernos tienen genuino interés en superar las diferencias que se han puesto de relieve a medida que se agota el plazo para alcanzar un acuerdo permanente.
El equipo de EE UU está formado, además de por su jefa negociadora, Wendy Sherman, por William Burns, vicesecretario de Estado, y Jake Sullivan, consejero de Seguridad del vicepresidente, según informó el sábado el Departamento de Estado norteamericano. La presencia de ambos es altamente significativa, ya que encabezaron la delegación secreta que en marzo de 2013 se reunió con altos funcionarios iraníes en Mascate, y sentó las bases para el preacuerdo que el pasado noviembre desbloqueó una década de infructuosas conversaciones sobre el programa nuclear iraní.
Bajo los términos del Plan de Acción que consensuaron a continuación, las seis grandes potencias (EE UU, China, Rusia, Reino Unido, Francia y Alemania) y la República Islámica disponen hasta el 20 de julio para alcanzar un acuerdo que convenza a las primeras de que Irán no intenta fabricar armas nucleares, y satisfaga la aspiración iraní a desarrollar su propia energía atómica. La importancia de este extremo ha quedado patente hoy durante la visita que el presidente Hasan Rohaní realiza a Turquía, donde ha vuelto a insistir en “el derecho de todo país” a la tecnología nuclear pacífica.
Los Seis tratan de limitar el programa de Teherán, alargando el tiempo que tardaría en fabricar una bomba. A cambio le ofrecen levantar las sanciones internacionales con las que han venido castigando su desafío a las resoluciones del Consejo de Seguridad. Sin embargo, cuando apenas queda un mes para negociar, ambas partes siguen teniendo posturas muy alejadas sobre el alcance que el proyecto nuclear iraní podrá tener en el futuro.
Aunque el contenido de sus intercambios se mantiene secreto, ha trascendido que Irán intenta conseguir una capacidad de enriquecimiento de uranio (el proceso que genera el combustible tanto para las centrales nucleares como, a un mayor nivel de pureza, para las armas) muy por encima de lo que las potencias consideran aceptable. Además, Teherán rechaza el ritmo al que sus interlocutores proponen levantar las sanciones y que se extendería entre 10 y 20 años. También quiere limitar el tiempo en el que tendrá que someterse a inspecciones extraordinarias de los inspectores de la ONU.
“Las seis potencias tienen que tomar decisiones difíciles para alcanzar un acuerdo final”, ha declarado el viceministro de Exteriores iraní, Abbas Araghchi, al llegar a Ginebra al frente de la delegación de su país.
En un signo de lo delicado que el mano a mano con EE UU resulta para los iraníes, Araghchi precisó el domingo que se trataba en realidad de "una trilateral porque cuenta con la presencia de Helga Schmidt", la número dos de Catherine Ashton, la jefa de la diplomacia europea. Ashton, cuyo portavoz confirmó ese extremo, actúa como coordinadora de las seis grandes potencias en las conversaciones nucleares. Araghchi anunció además que mantendrá una reunión similar con los negociadores rusos a partir del miércoles en Roma.
Pero todas las matizaciones no evitan la realidad de que iraníes y estadounidenses han sentido la necesidad de explorar juntos cómo salir del punto muerto al que han llegado las negociaciones. Aunque el Plan de Acción contempla la posibilidad de extenderlas por otros seis meses, existe la convicción de que eso no ayudaría. Además, Ashton concluye su mandato el próximo octubre y también Burns ha anunciado planea retirarse ese mismo mes, lo que añade cierta urgencia a concluir la misión en julio.
Existe el riesgo de que la reunión de Ginebra despierte sospechas en el resto de los países implicados en el proceso negociador, particularmente Francia, de que Washington y Teherán intentan alcanzar un acuerdo bilateral que no tenga en cuenta algunas de sus preocupaciones. Sin embargo, portavoces estadounidenses han asegurado a la prensa de su país que el objetivo de la cita es dar un impulso a las negociaciones, no remplazarlas. El resultado se verá a partir del próximo lunes cuando todos volverán a encontrarse en Viena para, si todo va bien, discutir un borrador final.
Ángeles Espinosa
Dubái, El País
Representantes de Irán y Estados Unidos están reunidos en Ginebra hoy lunes y mañana martes, para desatascar las negociaciones nucleares que se reanudarán en Viena la próxima semana. El hecho de que ambos hayan anunciado la cita, la primera bilateral desde sus contactos secretos en Omán del año pasado, constituye en sí mismo un pequeño paso adelante en sus relaciones, congeladas tras la revolución iraní de 1979. Además, indica que los dos Gobiernos tienen genuino interés en superar las diferencias que se han puesto de relieve a medida que se agota el plazo para alcanzar un acuerdo permanente.
El equipo de EE UU está formado, además de por su jefa negociadora, Wendy Sherman, por William Burns, vicesecretario de Estado, y Jake Sullivan, consejero de Seguridad del vicepresidente, según informó el sábado el Departamento de Estado norteamericano. La presencia de ambos es altamente significativa, ya que encabezaron la delegación secreta que en marzo de 2013 se reunió con altos funcionarios iraníes en Mascate, y sentó las bases para el preacuerdo que el pasado noviembre desbloqueó una década de infructuosas conversaciones sobre el programa nuclear iraní.
Bajo los términos del Plan de Acción que consensuaron a continuación, las seis grandes potencias (EE UU, China, Rusia, Reino Unido, Francia y Alemania) y la República Islámica disponen hasta el 20 de julio para alcanzar un acuerdo que convenza a las primeras de que Irán no intenta fabricar armas nucleares, y satisfaga la aspiración iraní a desarrollar su propia energía atómica. La importancia de este extremo ha quedado patente hoy durante la visita que el presidente Hasan Rohaní realiza a Turquía, donde ha vuelto a insistir en “el derecho de todo país” a la tecnología nuclear pacífica.
Los Seis tratan de limitar el programa de Teherán, alargando el tiempo que tardaría en fabricar una bomba. A cambio le ofrecen levantar las sanciones internacionales con las que han venido castigando su desafío a las resoluciones del Consejo de Seguridad. Sin embargo, cuando apenas queda un mes para negociar, ambas partes siguen teniendo posturas muy alejadas sobre el alcance que el proyecto nuclear iraní podrá tener en el futuro.
Aunque el contenido de sus intercambios se mantiene secreto, ha trascendido que Irán intenta conseguir una capacidad de enriquecimiento de uranio (el proceso que genera el combustible tanto para las centrales nucleares como, a un mayor nivel de pureza, para las armas) muy por encima de lo que las potencias consideran aceptable. Además, Teherán rechaza el ritmo al que sus interlocutores proponen levantar las sanciones y que se extendería entre 10 y 20 años. También quiere limitar el tiempo en el que tendrá que someterse a inspecciones extraordinarias de los inspectores de la ONU.
“Las seis potencias tienen que tomar decisiones difíciles para alcanzar un acuerdo final”, ha declarado el viceministro de Exteriores iraní, Abbas Araghchi, al llegar a Ginebra al frente de la delegación de su país.
En un signo de lo delicado que el mano a mano con EE UU resulta para los iraníes, Araghchi precisó el domingo que se trataba en realidad de "una trilateral porque cuenta con la presencia de Helga Schmidt", la número dos de Catherine Ashton, la jefa de la diplomacia europea. Ashton, cuyo portavoz confirmó ese extremo, actúa como coordinadora de las seis grandes potencias en las conversaciones nucleares. Araghchi anunció además que mantendrá una reunión similar con los negociadores rusos a partir del miércoles en Roma.
Pero todas las matizaciones no evitan la realidad de que iraníes y estadounidenses han sentido la necesidad de explorar juntos cómo salir del punto muerto al que han llegado las negociaciones. Aunque el Plan de Acción contempla la posibilidad de extenderlas por otros seis meses, existe la convicción de que eso no ayudaría. Además, Ashton concluye su mandato el próximo octubre y también Burns ha anunciado planea retirarse ese mismo mes, lo que añade cierta urgencia a concluir la misión en julio.
Existe el riesgo de que la reunión de Ginebra despierte sospechas en el resto de los países implicados en el proceso negociador, particularmente Francia, de que Washington y Teherán intentan alcanzar un acuerdo bilateral que no tenga en cuenta algunas de sus preocupaciones. Sin embargo, portavoces estadounidenses han asegurado a la prensa de su país que el objetivo de la cita es dar un impulso a las negociaciones, no remplazarlas. El resultado se verá a partir del próximo lunes cuando todos volverán a encontrarse en Viena para, si todo va bien, discutir un borrador final.