NBA: El trueno fueron los Spurs
San Antonio, As
Para ser campeón hay que tener muchas cosas, una de ellas suerte. En su último partido de semifinales de Conferencia, los Spurs perdieron a Tony Parker y los Thunder a Serge Ibaka. En el primer partido de la final, el francés jugó (diríamos que al 100%) y el español de origen congoleño, no. Y no lo hará en toda la serie. Los Thunder ya perdieron a Westbrook en los pasados playoffs y, después de un viaje a las final en 2012 que parecía el primero de muchos, están en serio riesgo de ver por televisión como los Spurs pelean por el anillo por segundo año consecutivo. Las estadísticas dicen que el que gana el primer partido en eliminatorias a siete partidos pasa ronda el 77% de las veces (San Antonio, 22-4 con Popovich). Las sensaciones dejan aún más lejos a los Thunder ante un rival que le pasó por encima haciendo sencillamente su trabajo rutinario: jugar al baloncesto casi todos los días como los demás sólo juegan algunos días. O ni eso.
Los Thunder, desbordados, vieron cómo se convertían en otro rival para la trituradora con espuelas que dirige Popovich, que está 7-1 en casa en playoffs y que ha ganado sus últimos cinco partidos en el AT&T Center con unas medias de 115 puntos anotados y 19’2 de diferencia. Ha ganado siete partidos de postemporada en casa y si ganan otros tantos, por cierto, será campeón de la NBA. Lo peor para el rival de turno es que una vez superado el nudo que le hizo Carlisle en primera ronda, todo lo que hace San Antonio parece una simple cuestión de lógica. Más plantilla, más sistemas y mejor funcionamiento que los rivales. Se llamen como se llamen. Los Thunder lo tenían difícil a priori y lo tienen negro tras la baja de Ibaka, la palabra más repetida en las previas básicamente porque a estas alturas de la competición no puedes perder ningún recurso. Y menos un roster en el que hay tanta diferencia entre los dos mejores jugadores y el tercero y tanta también entre éste (Ibaka) y los demás. El jaque mate del ala-pívot, el que sí ha sorteado un Parker con los isquiotibiales en la cuerda floja, dejaba muy a rebufo a un equipo que llevaba cinco victorias seguidas sobre los Spurs, 4-0 en la última Regular Season, y 10 en los últimos 12 partidos. Y eso incluye una final del Oeste en 2012 en la que se pasó de un 2-0 para los Spurs a un 2-4 para los de Oklahoma.
¿Qué pierden los Thunder sin Ibaka? Mucho, especialmente ante los Spurs. En el 4-0 de la temporada en duelos directos, Scott Brooks no había jugado nunca más de diez minutos con un quinteto sin él, básicamente porque ha habido casi 30 puntos de diferencia entre la proyección anotadora de los Spurs con Ibaka o sin Ibaka. Sin su único perro guardián de primer nivel, El aro thunder queda desprotegido, las zonas se abren, Duncan sube sus porcentajes y Parker penetra mucho más cómodo. Ibaka influye en eso o en la rapidez de pies para llegar a ayudas que también sirven para minimizar los tiros gratis que consigue el extra pass de unos Spurs que además tienen mucho más fácil la defensa sin la única tercera vía estable de su rival. Ibaka, sin tener un juego al poste fiable, suma (12’2 puntos y 61% en tiros en playoffs) limpiando el aro y con una suspensión entre cuatro y seis metros que al menos pone un asterisco a unas defensas rivales híper concentradas sobre Westbrook y Durant. Su baja, en definitiva, ponía las cosas más fáciles a un Popovich que se limitó a aplicar la lógica: 66 puntos de su equipo en la pintura con un demoledor 33/49 (por 37 canastas totales de los Thunder), casi 20 puntos por encima de la media de la Regular Season (45’9). Además, el mejor día en el tiro de todos los playoffs (57’5%). Y además, un primer tiempo en el que Duncan campó a sus anchas: 21 puntos (9/12 en tiros. En total, 27 y 7 rebotes).
Una de las peculiaridades que tienen los Thunder es que es casi imposible separar lo que les convierte en una bomba atómica de lo que les hace inestables y vulnerables. Nadie ejemplifica eso mejor que Westbrook, que representa un matchup endemoniado para el mucho menos físico Parker y que viene, hay que recordarlo, de hacer dos primeras rondas extraordinarias. Entre él y Durant convirtieron un partido con olor a paliza (70-59 arrancando el tercer cuarto) en un amago de milagro: 77-78 después de un parcial de 7-19 con 12 puntos de Westbrook, jugando uno contra cinco en formato rinoceronte, y 7 de Durant. Pero los playoffs, Kobe Bryant lo ha dicho un millón de veces, no son tanto una cuestión de momentos como de ejecución. Así que los Spurs superaron sin aspavientos su única crisis del partido en ese tramo del tercer cuarto y ya marchaban 109-93 superado el ecuador del último parcial. Game over. En ese cuarto final Durant y Westbrook sólo anotaron 7 puntos entre los dos, 2/6 en tiros y 4 pérdidas para 10 totales. Literalmente agotados: Durant jugó casi 41 minutos y sólo descansó en el segundo tiempo cuando quedaban menos de 120 segundos y la diferencia era un abismo: 120-97.
Tarde o temprano, Brooks tendrá que acometer soluciones imaginativas y estables. Será en el segundo partido o será camino de Oklahoma. Tres titulares (Collison, Perkins y Sefolosha) sólo sumaron 5 puntos. Adams y Collison nunca coincidieron en pista y lo que funcionó en el primer tiempo para hacer la goma (Westbrook, Jackson, Butler, Durant, Adams) se atravesó en el segundo, cuando defendió bien el quinteto titular en la remontada finalmente desactivada. Al final ni una fórmula ni otra. Sólo 28 puntos y 9 rebotes de Durant (por debajo de sus medias de playoffs) y 25 con 5 y 7 asistencias de Westbrook (también por debajo). Cuando Brooks probó con el small ball, Popovich le estaba esperando. El vuelco definitivo (del 77-78 a 95-82) se produjo sin Parker y Duncan y con un quinteto en el que estaban Mills, Belinelli, Ginóbili, Leonard y un Diaw que crujió al poste a los falsos interiores de los Thunder mientras Manudona bailaba su mejor tango de lo que va de playoffs: 18 puntos, todos a partir del minuto 28 de partido. Incisivo y decisivo: clutch.
Lo que abrieron los titulares de los Spurs lo cerraron un buen puñado de suplentes. Parker jugó un gran primer tiempo, Green fue una lapa en defensa (2/16 de sus pares rivales) y un bistuí en ataque (16 puntos, 4/5 en triples), Duncan gobernó el termómetro tras el salto inicial y Splitter volvió a demostrar que su influencia en el juego no viaja en los números. Pero quizá el mejor de inicio a fin, de punta a punta del partido, fue Kawhi Leonard, que anotó 16 puntos que parecieron el doble por peso en el partido y que hizo otra vez un poco (un mucho) de todo: rebotes, asistencias, robos, un tapón y un trabajo de desgaste gigantesco sobre un Durant que fue de muchísimo a poco. Leonard es un asesino silencioso, mezcla de ninja y trasunto perfecto de Popovich, de manos gigantes y gesto impertérrito que es uno de los pocos jugadores de la NBA capaces de trabajar en uno contra defensivo sobre LeBron y Durant y guardar además energía para ser una navaja en ataque. Fue, recuerdo, número 15 de draft por detrás de Derrick Willaims, Jan Vesely, Jimmer Fredette o Alec Burks. En la NBA no hay proyectos con más o menos suerte, hay franquicias que toman casi siempre buenas decisiones y otras que se equivocan la mayoría de las veces.
Uno de los axiomas básicos de los playoffs NBA es que nunca hay que sobredimensionar lo que sucede en el primer partido. Pero este pistoletazo de salida ha puesto las cosas donde casi todos preveían tras la lesión de Ibaka. A los Thunder les queda, más allá de un Brooks que acabó el partido con cara de no llegarle la camisa al cuerpo, una fe que les ha hecho escapar de situaciones extremas ante los Grizzlies y críticas ante los Clippers. Una fe que tiene mucho de ciencia cuando la expresan Durant y Westbrook, dos jugadores de tal calibre que hacen que su equipo siempre tenga una vida extra. La cuestión es que ambos llevan ya catorce batallas en las piernas mientras los Spurs reparten fuerzas después, además, del paso por el balneario que fue la segunda ronda ante los Blazers. Esta vez acompañó el banquillo (45 puntos, casi el doble de su media en playoffs), entraron los triples durante tres cuartos y hasta Derek Fisher jugó por encima de sus actuales posibilidades. Así que ni siquiera pueden pensar que el partido fue una sucesión extraña de calamidades. Sólo una aparición en formato superhéroes de Durant y Westbrook puede cambiar radicalmente las cosas. La ventaja para los Thunder es que los dos son capaces de protagonizarla. El problema es que quizá ni siquiera eso sea suficiente. Porque por ahora el verdadero trueno son los Spurs.
Para ser campeón hay que tener muchas cosas, una de ellas suerte. En su último partido de semifinales de Conferencia, los Spurs perdieron a Tony Parker y los Thunder a Serge Ibaka. En el primer partido de la final, el francés jugó (diríamos que al 100%) y el español de origen congoleño, no. Y no lo hará en toda la serie. Los Thunder ya perdieron a Westbrook en los pasados playoffs y, después de un viaje a las final en 2012 que parecía el primero de muchos, están en serio riesgo de ver por televisión como los Spurs pelean por el anillo por segundo año consecutivo. Las estadísticas dicen que el que gana el primer partido en eliminatorias a siete partidos pasa ronda el 77% de las veces (San Antonio, 22-4 con Popovich). Las sensaciones dejan aún más lejos a los Thunder ante un rival que le pasó por encima haciendo sencillamente su trabajo rutinario: jugar al baloncesto casi todos los días como los demás sólo juegan algunos días. O ni eso.
Los Thunder, desbordados, vieron cómo se convertían en otro rival para la trituradora con espuelas que dirige Popovich, que está 7-1 en casa en playoffs y que ha ganado sus últimos cinco partidos en el AT&T Center con unas medias de 115 puntos anotados y 19’2 de diferencia. Ha ganado siete partidos de postemporada en casa y si ganan otros tantos, por cierto, será campeón de la NBA. Lo peor para el rival de turno es que una vez superado el nudo que le hizo Carlisle en primera ronda, todo lo que hace San Antonio parece una simple cuestión de lógica. Más plantilla, más sistemas y mejor funcionamiento que los rivales. Se llamen como se llamen. Los Thunder lo tenían difícil a priori y lo tienen negro tras la baja de Ibaka, la palabra más repetida en las previas básicamente porque a estas alturas de la competición no puedes perder ningún recurso. Y menos un roster en el que hay tanta diferencia entre los dos mejores jugadores y el tercero y tanta también entre éste (Ibaka) y los demás. El jaque mate del ala-pívot, el que sí ha sorteado un Parker con los isquiotibiales en la cuerda floja, dejaba muy a rebufo a un equipo que llevaba cinco victorias seguidas sobre los Spurs, 4-0 en la última Regular Season, y 10 en los últimos 12 partidos. Y eso incluye una final del Oeste en 2012 en la que se pasó de un 2-0 para los Spurs a un 2-4 para los de Oklahoma.
¿Qué pierden los Thunder sin Ibaka? Mucho, especialmente ante los Spurs. En el 4-0 de la temporada en duelos directos, Scott Brooks no había jugado nunca más de diez minutos con un quinteto sin él, básicamente porque ha habido casi 30 puntos de diferencia entre la proyección anotadora de los Spurs con Ibaka o sin Ibaka. Sin su único perro guardián de primer nivel, El aro thunder queda desprotegido, las zonas se abren, Duncan sube sus porcentajes y Parker penetra mucho más cómodo. Ibaka influye en eso o en la rapidez de pies para llegar a ayudas que también sirven para minimizar los tiros gratis que consigue el extra pass de unos Spurs que además tienen mucho más fácil la defensa sin la única tercera vía estable de su rival. Ibaka, sin tener un juego al poste fiable, suma (12’2 puntos y 61% en tiros en playoffs) limpiando el aro y con una suspensión entre cuatro y seis metros que al menos pone un asterisco a unas defensas rivales híper concentradas sobre Westbrook y Durant. Su baja, en definitiva, ponía las cosas más fáciles a un Popovich que se limitó a aplicar la lógica: 66 puntos de su equipo en la pintura con un demoledor 33/49 (por 37 canastas totales de los Thunder), casi 20 puntos por encima de la media de la Regular Season (45’9). Además, el mejor día en el tiro de todos los playoffs (57’5%). Y además, un primer tiempo en el que Duncan campó a sus anchas: 21 puntos (9/12 en tiros. En total, 27 y 7 rebotes).
Una de las peculiaridades que tienen los Thunder es que es casi imposible separar lo que les convierte en una bomba atómica de lo que les hace inestables y vulnerables. Nadie ejemplifica eso mejor que Westbrook, que representa un matchup endemoniado para el mucho menos físico Parker y que viene, hay que recordarlo, de hacer dos primeras rondas extraordinarias. Entre él y Durant convirtieron un partido con olor a paliza (70-59 arrancando el tercer cuarto) en un amago de milagro: 77-78 después de un parcial de 7-19 con 12 puntos de Westbrook, jugando uno contra cinco en formato rinoceronte, y 7 de Durant. Pero los playoffs, Kobe Bryant lo ha dicho un millón de veces, no son tanto una cuestión de momentos como de ejecución. Así que los Spurs superaron sin aspavientos su única crisis del partido en ese tramo del tercer cuarto y ya marchaban 109-93 superado el ecuador del último parcial. Game over. En ese cuarto final Durant y Westbrook sólo anotaron 7 puntos entre los dos, 2/6 en tiros y 4 pérdidas para 10 totales. Literalmente agotados: Durant jugó casi 41 minutos y sólo descansó en el segundo tiempo cuando quedaban menos de 120 segundos y la diferencia era un abismo: 120-97.
Tarde o temprano, Brooks tendrá que acometer soluciones imaginativas y estables. Será en el segundo partido o será camino de Oklahoma. Tres titulares (Collison, Perkins y Sefolosha) sólo sumaron 5 puntos. Adams y Collison nunca coincidieron en pista y lo que funcionó en el primer tiempo para hacer la goma (Westbrook, Jackson, Butler, Durant, Adams) se atravesó en el segundo, cuando defendió bien el quinteto titular en la remontada finalmente desactivada. Al final ni una fórmula ni otra. Sólo 28 puntos y 9 rebotes de Durant (por debajo de sus medias de playoffs) y 25 con 5 y 7 asistencias de Westbrook (también por debajo). Cuando Brooks probó con el small ball, Popovich le estaba esperando. El vuelco definitivo (del 77-78 a 95-82) se produjo sin Parker y Duncan y con un quinteto en el que estaban Mills, Belinelli, Ginóbili, Leonard y un Diaw que crujió al poste a los falsos interiores de los Thunder mientras Manudona bailaba su mejor tango de lo que va de playoffs: 18 puntos, todos a partir del minuto 28 de partido. Incisivo y decisivo: clutch.
Lo que abrieron los titulares de los Spurs lo cerraron un buen puñado de suplentes. Parker jugó un gran primer tiempo, Green fue una lapa en defensa (2/16 de sus pares rivales) y un bistuí en ataque (16 puntos, 4/5 en triples), Duncan gobernó el termómetro tras el salto inicial y Splitter volvió a demostrar que su influencia en el juego no viaja en los números. Pero quizá el mejor de inicio a fin, de punta a punta del partido, fue Kawhi Leonard, que anotó 16 puntos que parecieron el doble por peso en el partido y que hizo otra vez un poco (un mucho) de todo: rebotes, asistencias, robos, un tapón y un trabajo de desgaste gigantesco sobre un Durant que fue de muchísimo a poco. Leonard es un asesino silencioso, mezcla de ninja y trasunto perfecto de Popovich, de manos gigantes y gesto impertérrito que es uno de los pocos jugadores de la NBA capaces de trabajar en uno contra defensivo sobre LeBron y Durant y guardar además energía para ser una navaja en ataque. Fue, recuerdo, número 15 de draft por detrás de Derrick Willaims, Jan Vesely, Jimmer Fredette o Alec Burks. En la NBA no hay proyectos con más o menos suerte, hay franquicias que toman casi siempre buenas decisiones y otras que se equivocan la mayoría de las veces.
Uno de los axiomas básicos de los playoffs NBA es que nunca hay que sobredimensionar lo que sucede en el primer partido. Pero este pistoletazo de salida ha puesto las cosas donde casi todos preveían tras la lesión de Ibaka. A los Thunder les queda, más allá de un Brooks que acabó el partido con cara de no llegarle la camisa al cuerpo, una fe que les ha hecho escapar de situaciones extremas ante los Grizzlies y críticas ante los Clippers. Una fe que tiene mucho de ciencia cuando la expresan Durant y Westbrook, dos jugadores de tal calibre que hacen que su equipo siempre tenga una vida extra. La cuestión es que ambos llevan ya catorce batallas en las piernas mientras los Spurs reparten fuerzas después, además, del paso por el balneario que fue la segunda ronda ante los Blazers. Esta vez acompañó el banquillo (45 puntos, casi el doble de su media en playoffs), entraron los triples durante tres cuartos y hasta Derek Fisher jugó por encima de sus actuales posibilidades. Así que ni siquiera pueden pensar que el partido fue una sucesión extraña de calamidades. Sólo una aparición en formato superhéroes de Durant y Westbrook puede cambiar radicalmente las cosas. La ventaja para los Thunder es que los dos son capaces de protagonizarla. El problema es que quizá ni siquiera eso sea suficiente. Porque por ahora el verdadero trueno son los Spurs.