Nadal-Djokovic: batalla en Roma antes de Roland Garros
Roma, As
El Foro Itálico, con sus mármoles blancos y sus estatuas, servirá de marco de la segunda final del año entre Rafa Nadal y Novak Djokovic (16:00, La1 y Digital+). La primera se ventiló en el cemento de Miami, y la liquidó el serbio con insultante facilidad (doble 6-3). Era su terreno. Esta segunda es en territorio Nadal, sobre tierra, en un Masters 1.000 de Roma en el que persigue su octavo título en nueve finales. Aunque la de 2011 se la ganó, precisamente, el tenista de Belgrado, que también fue campeón en 2008. Además, el título puede pesar mucho para lo que se avecina: Roland Garros desde el 25 de mayo, donde el español intentará coronarse por novena vez y el serbio levantar la Copa de los Mosqueteros y completar así el Grand Slam.
Para llegar al último partido, el número uno abandonó la vía del sufrimiento. Tras emplear 8 horas y 42 minutos en eliminar a Gilles Simon, Mikhail Youzhny y Andy Murray, cediendo un set a cada uno, el búlgaro Grigor Dimitrov le duró 1 hora y 22 minutos en la semifinal: 6-2 y 6-2. El camino opuesto tomó Novak Djokovic frente al cañón de Milos Raonic. El canadiense movió bien sus 1,95 metros por el fondo, hizo silbar sus saques a más de 230 km/h (17 aces) y tuvo al serbio tres horas sobre la arcilla para acabar plegando por 6-7 (5), 7-6 (4) y 6-3. “Fue una gran victoria, que me da una fuerza y convicción que espero llevar a la final y el resto de temporada”, advirtió Nole, que no estuvo en Madrid por la lesión (de misterioso diagnóstico) que sufrió en el brazo derecho en Montecarlo.
Por su parte, Nadal encontró por fin la paz. Un partido sin sobresaltos, sin que le pesara el esfuerzo de la remontada épica contra Murray. Sin viento, sin fantasmas. Enfrente tuvo a Dimitrov, que ya no es sólo ‘Baby Federer’ o el noviete de Maria Sharapova, sino un jugador que acaba de cumplir 23 años siendo 14 del mundo y que luce en 2014 los títulos de Acapulco y Bucarest. Un claro aspirante pronto a estar en el top-5. Pero dos breaks (de inicio y en el séptimo juego) de Nadal le quemaron en un primer parcial en el que firmó sólo cuatro errores no forzados por 11 del búlgaro. En el segundo, la rotura llegó para 1-0 y 4-2 con bolas altas sobre el revés a una mano de Dimitrov, que se vio ahogado. Esta vez, no hubo dudas.
“Lo positivo es que he recuperado otra vez la sensación de pelea, de competitividad, aceptando las adversidades. Desde el sufrimiento de los primeros días, he llegado a jugar un buen nivel de tenis. Pasé por etapas complicadas, pero siempre mantuve la ilusión por la victoria. Es positivo por los puntos, y por lo que viene”, dijo sincero el balear.
Mañana, Nadal y Djokovic se cruzarán por 41ª vez en su carrera (22-18 para el español y 13-3 en tierra). Es la gran prueba para Nadal, que siempre ha llegado a París con dos títulos de la gira de arcilla europea bajo el brazo. Cayó en cuartos en Montecarlo y en Barcelona, en Madrid ganó a Nishikori una final extraña por abandono del japonés, y en Roma todos sus rivales menos Dimitrov le llevaron por senderos espinosos. Pase lo que pase, el número uno no peligra aunque Djokovic recortará puntos. Pero quien gane, dará un gran golpe que marcará todo lo que queda: París, Wimbledon, US Open, el número uno…
El Foro Itálico, con sus mármoles blancos y sus estatuas, servirá de marco de la segunda final del año entre Rafa Nadal y Novak Djokovic (16:00, La1 y Digital+). La primera se ventiló en el cemento de Miami, y la liquidó el serbio con insultante facilidad (doble 6-3). Era su terreno. Esta segunda es en territorio Nadal, sobre tierra, en un Masters 1.000 de Roma en el que persigue su octavo título en nueve finales. Aunque la de 2011 se la ganó, precisamente, el tenista de Belgrado, que también fue campeón en 2008. Además, el título puede pesar mucho para lo que se avecina: Roland Garros desde el 25 de mayo, donde el español intentará coronarse por novena vez y el serbio levantar la Copa de los Mosqueteros y completar así el Grand Slam.
Para llegar al último partido, el número uno abandonó la vía del sufrimiento. Tras emplear 8 horas y 42 minutos en eliminar a Gilles Simon, Mikhail Youzhny y Andy Murray, cediendo un set a cada uno, el búlgaro Grigor Dimitrov le duró 1 hora y 22 minutos en la semifinal: 6-2 y 6-2. El camino opuesto tomó Novak Djokovic frente al cañón de Milos Raonic. El canadiense movió bien sus 1,95 metros por el fondo, hizo silbar sus saques a más de 230 km/h (17 aces) y tuvo al serbio tres horas sobre la arcilla para acabar plegando por 6-7 (5), 7-6 (4) y 6-3. “Fue una gran victoria, que me da una fuerza y convicción que espero llevar a la final y el resto de temporada”, advirtió Nole, que no estuvo en Madrid por la lesión (de misterioso diagnóstico) que sufrió en el brazo derecho en Montecarlo.
Por su parte, Nadal encontró por fin la paz. Un partido sin sobresaltos, sin que le pesara el esfuerzo de la remontada épica contra Murray. Sin viento, sin fantasmas. Enfrente tuvo a Dimitrov, que ya no es sólo ‘Baby Federer’ o el noviete de Maria Sharapova, sino un jugador que acaba de cumplir 23 años siendo 14 del mundo y que luce en 2014 los títulos de Acapulco y Bucarest. Un claro aspirante pronto a estar en el top-5. Pero dos breaks (de inicio y en el séptimo juego) de Nadal le quemaron en un primer parcial en el que firmó sólo cuatro errores no forzados por 11 del búlgaro. En el segundo, la rotura llegó para 1-0 y 4-2 con bolas altas sobre el revés a una mano de Dimitrov, que se vio ahogado. Esta vez, no hubo dudas.
“Lo positivo es que he recuperado otra vez la sensación de pelea, de competitividad, aceptando las adversidades. Desde el sufrimiento de los primeros días, he llegado a jugar un buen nivel de tenis. Pasé por etapas complicadas, pero siempre mantuve la ilusión por la victoria. Es positivo por los puntos, y por lo que viene”, dijo sincero el balear.
Mañana, Nadal y Djokovic se cruzarán por 41ª vez en su carrera (22-18 para el español y 13-3 en tierra). Es la gran prueba para Nadal, que siempre ha llegado a París con dos títulos de la gira de arcilla europea bajo el brazo. Cayó en cuartos en Montecarlo y en Barcelona, en Madrid ganó a Nishikori una final extraña por abandono del japonés, y en Roma todos sus rivales menos Dimitrov le llevaron por senderos espinosos. Pase lo que pase, el número uno no peligra aunque Djokovic recortará puntos. Pero quien gane, dará un gran golpe que marcará todo lo que queda: París, Wimbledon, US Open, el número uno…