Francia tiene nuevos indicios de que El Asad usa armas químicas en Siria
-El ministro de Exteriores francés, Laurent Fabius, acusa a Damasco usar gas de cloro
-Human Rights Watch cuenta con sus propios indicios de su uso bélico en el norte de Siria
-La dimisión del mediador de la ONU aleja aún más las posibilidades de paz
Juan Gómez
Jerusalén, El País
Las esperanzas para una paz que no sea la de los cementerios se disipan en Siria entre los gases de cloro y ante la impotencia internacional. Mientras el mediador Naciones Unidas para el conflicto, Lajdar Brahimi, anunciaba el martes por la tarde que dimitirá el 31 de mayo, el ministro de Exteriores francés Laurent Fabius lanzaba nuevas acusaciones contra el régimen de Bachar el Asad: “Ha usado nuevos elementos de guerra química, al menos en 11 ocasiones recientes”. Tras una reunión en Washington con su homólogo estadounidense John Kerry, Fabius dijo contar con “indicios muy sólidos” de que Damasco continúa utilizando gas de cloro contra soldados y civiles. Esto supondría la ruptura del compromiso internacional adquirido por El Asad en otoño de 2013, cuando firmó la Convención que prohíbe este amamento.
El cloro, por sus usos civiles, no está en la lista de compuestos químicos que Damasco se comprometió a destruir, pero el Tratado prohíbe el uso como arma de cualquier sustancia química. El gas de cloro es menos peligroso que compuestos como el gas mostaza, pero también es altamente tóxico y ya fue utilizado en varias guerras. El jefe de la Diplomacia francesa dijo en Washington que están “comprobando” las pistas de su uso en Siria, sobre el que no se han descartado todas las dudas. El régimen y los rebeldes se han acusado mutuamente de haber utilizado el gas de cloro para matar al enemigo y aterrorizar a los civiles.
En un lenguaje particularmente duro, Fabius recordó ante sus aliados estadounidenses que París abogó por atacar a El Asad tras la agresión con armas químicas que costó más de mil vidas en un suburbio de Damasco el 21 de agosto. Estados Unidos y Europa acusaron entonces al régimen y lo amenazaron con represalias militares. Pero Moscú medió para que El Asad se comprometiera a entregar y destruir por completo su arsenal químico, tanto los compuestos prohibidos como las bombas y el material necesario para su uso bélico.
Fabius lamentó casi explícitamente que el presidente estadounidense Barack Obama renunciara este otoño a atacar a Siria. Francia, dijo Fabius junto a su homólogo Kerry, no quería actuar sola. Pero París “siente ahora que [un ataque] habría cambiado mucho las cosas” en la carnicería siria.
Según los controladores internacionales, Damasco ya se ha deshecho de más del 92% de su arsenal. Esto explicaría que sus tropas recurran al gas de cloro y que lo usen en rudimentarias bombas de barril, un método comparativamente ineficiente y más apto para el terror indiscriminado que para la guerra. La organización neoyorquina Human Rights Watch (HRW), dice contar con sus propios indicios de que la fuerza aérea gubernamental puso cloro en las bombas que arrojó en abril durante al menos cinco ataques contra tres ciudades diferentes del norte de Siria.
HRW tiene testimonios médicos sobre 11 muertos y unos 500 heridos con síntomas de intoxicación por gas. Además, hay fotografías y vídeos de restos de las bombas de barril con botes de cloro reventados en la explosión. La organización ha recogido testimonios de civiles que hablan de un olor “a limpiador” inmediato a algunas explosiones de bombas caseras arrojadas desde helicópteros. Ninguna de las facciones rebeldes cuenta con una aviación operativa.
Con este panorama, el mediador dimisionario Lajdar Brahimi pidió perdón a las víctimas de la guerra civil por el fracaso de sus gestiones. El veterano diplomático argelino lamentó que “no haya llegado la ayuda que necesitan con tanta urgencia”. Brahimi organizó dos recientes rondas de negociación entre Damasco y los opositores. Ambas terminaron sin asomo de acuerdo. Ni siquiera fueron capaces de pactar un nuevo calendario de contactos. La renuncia del mediador se esperaba desde que El Asad convocó elecciones presidenciales hace unas semanas. La pantomima electoral en mitad de la guerra hunde los planes de Brahimi, que aspiraba a instaurar un Gobierno interino que permitiera la reconciliación entre los bandos. Aunque los rebeldes siguen dominando buena parte del país, las fuerzas de El Asad están logrando éxitos parciales que alimentan su confianza en la victoria final.
La guerra civil ya dura más de tres años y ha matado a 150.000 personas. Cada minuto, una familia siria tiene que dejar su casa. La suma total de refugiados y desplazados supera de largo los 6,5 millones de personas.
-Human Rights Watch cuenta con sus propios indicios de su uso bélico en el norte de Siria
-La dimisión del mediador de la ONU aleja aún más las posibilidades de paz
Juan Gómez
Jerusalén, El País
Las esperanzas para una paz que no sea la de los cementerios se disipan en Siria entre los gases de cloro y ante la impotencia internacional. Mientras el mediador Naciones Unidas para el conflicto, Lajdar Brahimi, anunciaba el martes por la tarde que dimitirá el 31 de mayo, el ministro de Exteriores francés Laurent Fabius lanzaba nuevas acusaciones contra el régimen de Bachar el Asad: “Ha usado nuevos elementos de guerra química, al menos en 11 ocasiones recientes”. Tras una reunión en Washington con su homólogo estadounidense John Kerry, Fabius dijo contar con “indicios muy sólidos” de que Damasco continúa utilizando gas de cloro contra soldados y civiles. Esto supondría la ruptura del compromiso internacional adquirido por El Asad en otoño de 2013, cuando firmó la Convención que prohíbe este amamento.
El cloro, por sus usos civiles, no está en la lista de compuestos químicos que Damasco se comprometió a destruir, pero el Tratado prohíbe el uso como arma de cualquier sustancia química. El gas de cloro es menos peligroso que compuestos como el gas mostaza, pero también es altamente tóxico y ya fue utilizado en varias guerras. El jefe de la Diplomacia francesa dijo en Washington que están “comprobando” las pistas de su uso en Siria, sobre el que no se han descartado todas las dudas. El régimen y los rebeldes se han acusado mutuamente de haber utilizado el gas de cloro para matar al enemigo y aterrorizar a los civiles.
En un lenguaje particularmente duro, Fabius recordó ante sus aliados estadounidenses que París abogó por atacar a El Asad tras la agresión con armas químicas que costó más de mil vidas en un suburbio de Damasco el 21 de agosto. Estados Unidos y Europa acusaron entonces al régimen y lo amenazaron con represalias militares. Pero Moscú medió para que El Asad se comprometiera a entregar y destruir por completo su arsenal químico, tanto los compuestos prohibidos como las bombas y el material necesario para su uso bélico.
Fabius lamentó casi explícitamente que el presidente estadounidense Barack Obama renunciara este otoño a atacar a Siria. Francia, dijo Fabius junto a su homólogo Kerry, no quería actuar sola. Pero París “siente ahora que [un ataque] habría cambiado mucho las cosas” en la carnicería siria.
Según los controladores internacionales, Damasco ya se ha deshecho de más del 92% de su arsenal. Esto explicaría que sus tropas recurran al gas de cloro y que lo usen en rudimentarias bombas de barril, un método comparativamente ineficiente y más apto para el terror indiscriminado que para la guerra. La organización neoyorquina Human Rights Watch (HRW), dice contar con sus propios indicios de que la fuerza aérea gubernamental puso cloro en las bombas que arrojó en abril durante al menos cinco ataques contra tres ciudades diferentes del norte de Siria.
HRW tiene testimonios médicos sobre 11 muertos y unos 500 heridos con síntomas de intoxicación por gas. Además, hay fotografías y vídeos de restos de las bombas de barril con botes de cloro reventados en la explosión. La organización ha recogido testimonios de civiles que hablan de un olor “a limpiador” inmediato a algunas explosiones de bombas caseras arrojadas desde helicópteros. Ninguna de las facciones rebeldes cuenta con una aviación operativa.
Con este panorama, el mediador dimisionario Lajdar Brahimi pidió perdón a las víctimas de la guerra civil por el fracaso de sus gestiones. El veterano diplomático argelino lamentó que “no haya llegado la ayuda que necesitan con tanta urgencia”. Brahimi organizó dos recientes rondas de negociación entre Damasco y los opositores. Ambas terminaron sin asomo de acuerdo. Ni siquiera fueron capaces de pactar un nuevo calendario de contactos. La renuncia del mediador se esperaba desde que El Asad convocó elecciones presidenciales hace unas semanas. La pantomima electoral en mitad de la guerra hunde los planes de Brahimi, que aspiraba a instaurar un Gobierno interino que permitiera la reconciliación entre los bandos. Aunque los rebeldes siguen dominando buena parte del país, las fuerzas de El Asad están logrando éxitos parciales que alimentan su confianza en la victoria final.
La guerra civil ya dura más de tres años y ha matado a 150.000 personas. Cada minuto, una familia siria tiene que dejar su casa. La suma total de refugiados y desplazados supera de largo los 6,5 millones de personas.