¿Quién es quién en el conflicto de la República Centroafricana?
Madrid, EP
La muerte de 22 personas, incluidos tres cooperantes de la ONG Médicos Sin Fronteras, en un ataque contra una reunión de notables en la localidad de Nanga Boguila (centro) ha puesto de nuevo de actualidad el conflicto de República Centroafricana, un país sumido en una profunda crisis política en la que se enfrentan milicias armadas musulmanas y cristianas. El conflicto entre religiones ha derivado en violencia indiscriminada de grupos descontrolados que ha causado miles de muertos y casi un millón de desplazados.
En el país operan las milicias conocidas como Séléka, una coalición de grupos armados que logró derrocar en marzo de 2013 al presidente François Bozizé. De hecho, su nombre significa "coalición" en idioma sango, el más extendido el país. Los sublevados, en su gran mayoría musulmanes, justificaban su alzamiento por el incumplimiento por parte del Gobierno de los acuerdos de paz suscritos en 2007 y 2011 con estas milicias.
República Centroafricana
Tras el derrocamiento de Bozizé, que huyó del país, y ya con la capital, Bangui, ocupada, el líder de Séléka, Michel Djotodia, se autoproclamó presidente y en septiembre de 2013 anunció la disolución de Séléka tras conseguir el reconocimiento internacional. Sin embargo, un gran número de milicianos se negaron a desarmarse y quedaron fuera del control gubernamental.
Los milicianos de Séléka son en su inmensa mayoría musulmanes, aunque en realidad son fieles de este credo apenas un 15 por ciento de los ciudadanos de República Centroafricana. La mayoría del país es en cambio cristiana --entre el 50 y el 80 por ciento de la población, dependiendo de la fuente--, por lo que ante la amenaza de genocidio de la que alertaban incluso organizaciones internacionales, pronto creció la importancia de las milicias antibalaka.
Los antibalaka --antimachete en sango-- tienen su origen en la década de 1990, cuando surgieron como milicias de autodefensa, pero en 2013 ante el peligro de que las milicias de Séléka atacaran a la comunidad cristiana, éstos se armaron y comenzaron igualmente a amenazar a la minoría musulmana.
ESTALLIDO DE VIOLENCIA
Finalmente lo que todos temían se hizo realidad y a principios de diciembre ya eran más de 600 los muertos, según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), a lo que la comunidad internacional respondió con el envío de 2.000 soldados franceses y 5.000 de la fuerza africana Misión de Apoyo Internacional en República Centroafricana de la Unión Africana (MISCA).
El balance hasta ahora del conflicto es de miles de muertos --nadie se atreve a dar una cifra más concreta por falta de datos fiables-- y cerca de un millón de desplazados en un país de poco más de 4 millones de habitantes. Desde la ONU han denunciado una "limpieza religiosa" de musulmanes principalmente en el oeste del país y continúa el flujo de musulmanes hacia el norte del país, donde son mayoría.
A ello hay que sumar la crisis humanitaria resultado de la inestabilidad y la violencia. Según los últimos datos del Fondo de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), 2,5 millones de personas necesitan urgentemente ayuda humanitaria. Este organismo advierte además de que si no se planta en las próximas semanas, antes de que empiece la estación de las lluvias, podría generarse una crisis aún mayor porque se perdería la cosecha.
República Centroafricana
"Aquí, en República Centroafricana, morirán más niños por desnutrición y por enfermedades relacionadas con la desnutrición que por el impacto de las balas", ha destacado el representante del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en República Centroafricana, Souleymane Diabaté. Desde UNICEF estiman que 28.000 niños sufrirán desnutrición aguda grave este año en el país.
A nivel político, el antiguo líder de Séléka, Djotodia, dimitió del cargo de presidente en enero bajo una gran presión de la comunidad internacional, pero el gobierno de transición que lidera Catherine Samba-Panza no ha sido capaz de imponer su autoridad y acabar con los actos criminales de las milicias de ambos bandos. En el norte del país, donde grupos de Séléka mantienen el control, surgen voces que defienden la secesión como solución al conflicto.
La muerte de 22 personas, incluidos tres cooperantes de la ONG Médicos Sin Fronteras, en un ataque contra una reunión de notables en la localidad de Nanga Boguila (centro) ha puesto de nuevo de actualidad el conflicto de República Centroafricana, un país sumido en una profunda crisis política en la que se enfrentan milicias armadas musulmanas y cristianas. El conflicto entre religiones ha derivado en violencia indiscriminada de grupos descontrolados que ha causado miles de muertos y casi un millón de desplazados.
En el país operan las milicias conocidas como Séléka, una coalición de grupos armados que logró derrocar en marzo de 2013 al presidente François Bozizé. De hecho, su nombre significa "coalición" en idioma sango, el más extendido el país. Los sublevados, en su gran mayoría musulmanes, justificaban su alzamiento por el incumplimiento por parte del Gobierno de los acuerdos de paz suscritos en 2007 y 2011 con estas milicias.
República Centroafricana
Tras el derrocamiento de Bozizé, que huyó del país, y ya con la capital, Bangui, ocupada, el líder de Séléka, Michel Djotodia, se autoproclamó presidente y en septiembre de 2013 anunció la disolución de Séléka tras conseguir el reconocimiento internacional. Sin embargo, un gran número de milicianos se negaron a desarmarse y quedaron fuera del control gubernamental.
Los milicianos de Séléka son en su inmensa mayoría musulmanes, aunque en realidad son fieles de este credo apenas un 15 por ciento de los ciudadanos de República Centroafricana. La mayoría del país es en cambio cristiana --entre el 50 y el 80 por ciento de la población, dependiendo de la fuente--, por lo que ante la amenaza de genocidio de la que alertaban incluso organizaciones internacionales, pronto creció la importancia de las milicias antibalaka.
Los antibalaka --antimachete en sango-- tienen su origen en la década de 1990, cuando surgieron como milicias de autodefensa, pero en 2013 ante el peligro de que las milicias de Séléka atacaran a la comunidad cristiana, éstos se armaron y comenzaron igualmente a amenazar a la minoría musulmana.
ESTALLIDO DE VIOLENCIA
Finalmente lo que todos temían se hizo realidad y a principios de diciembre ya eran más de 600 los muertos, según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), a lo que la comunidad internacional respondió con el envío de 2.000 soldados franceses y 5.000 de la fuerza africana Misión de Apoyo Internacional en República Centroafricana de la Unión Africana (MISCA).
El balance hasta ahora del conflicto es de miles de muertos --nadie se atreve a dar una cifra más concreta por falta de datos fiables-- y cerca de un millón de desplazados en un país de poco más de 4 millones de habitantes. Desde la ONU han denunciado una "limpieza religiosa" de musulmanes principalmente en el oeste del país y continúa el flujo de musulmanes hacia el norte del país, donde son mayoría.
A ello hay que sumar la crisis humanitaria resultado de la inestabilidad y la violencia. Según los últimos datos del Fondo de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), 2,5 millones de personas necesitan urgentemente ayuda humanitaria. Este organismo advierte además de que si no se planta en las próximas semanas, antes de que empiece la estación de las lluvias, podría generarse una crisis aún mayor porque se perdería la cosecha.
República Centroafricana
"Aquí, en República Centroafricana, morirán más niños por desnutrición y por enfermedades relacionadas con la desnutrición que por el impacto de las balas", ha destacado el representante del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en República Centroafricana, Souleymane Diabaté. Desde UNICEF estiman que 28.000 niños sufrirán desnutrición aguda grave este año en el país.
A nivel político, el antiguo líder de Séléka, Djotodia, dimitió del cargo de presidente en enero bajo una gran presión de la comunidad internacional, pero el gobierno de transición que lidera Catherine Samba-Panza no ha sido capaz de imponer su autoridad y acabar con los actos criminales de las milicias de ambos bandos. En el norte del país, donde grupos de Séléka mantienen el control, surgen voces que defienden la secesión como solución al conflicto.