Las mujeres afganas que emprendan carrera política arriesgan sus vida

Afganistán, DPA
Asila Baraksai se pone nerviosa cuando suena el teléfono. Esta política local afgana, de 40 años, ya ha recibido muchas llamadas con amenazas debido a su decisión de presentarse nuevamente como candidata a las elecciones que se celebrarán este sábado en Afganistán y defender su escaño en el Parlamento de la provincia de Kunduz, en el norte del país.
“Ellos dicen que yo soy una mujer que debe quedarse en casa y no dedicarse a la política”, explica.


El año pasado huyó al vecino Tayikistán, donde permaneció tres meses, debido a las amenazas de muerte que había recibido, relata Baraksai. “Cuando volví para participar en la campaña electoral, pensaba que se habían olvidado de mí. Sin embargo, sigo recibiendo amenazas por teléfono desde diferentes números desconocidos”. Ella tiene miedo: “Mi seguridad está amenazada al cien por cien”.

Tanto los talibanes, que rechazan las elecciones y la democracia, como otros muchos representantes de la sociedad tribal conservadora islámica de Afganistán odian a mujeres como Baraksai. También es omnipresente el sexismo por parte de sus colegas masculinos.

La situación de las mujeres en Afganistán ha mejorado ligeramente desde que los talibanes fueron desalojados del poder hace 13 años. Sin embargo, la política sigue siendo un campo dominado por los hombres, pese a las cuotas de paridad. De los 458 escaños de los 34 parlamentos provinciales, el 20 por ciento está reservado para mujeres.

Entre los 2.713 candidatos a las elecciones legislativas del sábado hay 308 mujeres. Para las elecciones presidenciales que se celebrarán simultáneamente no figura ninguna mujer entre los ocho candidatos que se hayan postulado a la jefatura del Estado y sólo tres han presentado su candidatura a la vicepresidencia.

Afganistán es un país muy conservador y sólo pocas mujeres desarrollan actividades públicas, explica la empresaria Sakia Wardak, que participa por primera vez como candidata en unas elecciones. “Es un problema cuando una mujer se presenta en un pueblo y habla con hombres, sobre todo cuando la mujer parece ser más inteligente y mejor que los hombres”, señala Wardak.

También se ven muy pocas mujeres en los mítines electorales. “Yo quiero que me elijan a mí porque veo su sufrimiento y las entiendo”, dice la empresaria, al subrayar que entrar en la política es uno de los desafíos más grandes para una mujer afgana. “Esta es una sociedad de hombres y los 30 años de guerra han destruido cualquier estructura sociocultural”.

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