¿Encontrará este submarino de última generación el avión desaparecido en Malasia?
Madrid, EP
Cuando se va a cumplir un mes de la desaparición del avión de Malaysia Airlines y, a medida que las esperanzas de encontrar restos se van agotando según se consume la batería de la caja negra, la búsqueda del avión continúa a metros de profundidad bajo la superficie del mar.
Este mismo miércoles el submarino nuclear inglés HMS Tireless se ha unido a la flota de aviones y barcos que buscan al avión en el mar. El objetivo de la marina inglesa es usar su sonar para tratar de rastrear el lugar5 en la que supuestamente cayó el avión, al oeste de Australia.
Para complicar más aún la búsqueda, el fondo marino en la zona en la que supuestamente se encuentra el avión está formada por volcanes marinos y tienen simas de hasta 5.800 metros de profundidad, a las que sólo se puede llegar con determinados submarinos especializados preparados para resistir la presión a esas profundidades.
Es el caso del Abyss, un submarino no tripulado propiedad del equipo de científicos alemanes del Instituto Helmholtz de Oceanología de Kiel, que se dirige a la zona para tratar de dar con la señal de la caja negra del avión. El plazo con el que cuenta es corto, ya que las cajas negras suelen emitir señales sólo durante un mes y el avión desapareció el pasado 8 de marzo.
Actualmente sólo hay tres submarinos como el Abyys en el mundo, capaces de sumergirse hasta los 6.000 metros de profundidad y trazar mapas del fondo marino. El Abyys cuenta con un sistema de inteligencia artificial que le permite moverse por el fondo, orientándose con un sistema de sonar, e ir variando su ruta según los objetos que va encontrando.
Este submarino tiene ya experiencia en la búsqueda de aviones accidentados. Fue el que encontró en 2009 los restos del avión de Air France caído en el Océano Atlático. La diferencia es que entonces se habían encontrado restos del avión sobre la superficie, por lo que la búsqueda estaba más localizada en un punto.
Aún así, Abyss tuvo que cartografiar unos 2.000 kilómetros cuadrados del fondo del mar antes de dar con el avión naufragado. Ahora lo tendrá que hacer a ciegas, orientado por los cálculos de los expertos que han determinado la zona en la que cayó el avión teniendo en cuenta su última conexión y la velocidad a la que viajaba.
Cuando se va a cumplir un mes de la desaparición del avión de Malaysia Airlines y, a medida que las esperanzas de encontrar restos se van agotando según se consume la batería de la caja negra, la búsqueda del avión continúa a metros de profundidad bajo la superficie del mar.
Este mismo miércoles el submarino nuclear inglés HMS Tireless se ha unido a la flota de aviones y barcos que buscan al avión en el mar. El objetivo de la marina inglesa es usar su sonar para tratar de rastrear el lugar5 en la que supuestamente cayó el avión, al oeste de Australia.
Para complicar más aún la búsqueda, el fondo marino en la zona en la que supuestamente se encuentra el avión está formada por volcanes marinos y tienen simas de hasta 5.800 metros de profundidad, a las que sólo se puede llegar con determinados submarinos especializados preparados para resistir la presión a esas profundidades.
Es el caso del Abyss, un submarino no tripulado propiedad del equipo de científicos alemanes del Instituto Helmholtz de Oceanología de Kiel, que se dirige a la zona para tratar de dar con la señal de la caja negra del avión. El plazo con el que cuenta es corto, ya que las cajas negras suelen emitir señales sólo durante un mes y el avión desapareció el pasado 8 de marzo.
Actualmente sólo hay tres submarinos como el Abyys en el mundo, capaces de sumergirse hasta los 6.000 metros de profundidad y trazar mapas del fondo marino. El Abyys cuenta con un sistema de inteligencia artificial que le permite moverse por el fondo, orientándose con un sistema de sonar, e ir variando su ruta según los objetos que va encontrando.
Este submarino tiene ya experiencia en la búsqueda de aviones accidentados. Fue el que encontró en 2009 los restos del avión de Air France caído en el Océano Atlático. La diferencia es que entonces se habían encontrado restos del avión sobre la superficie, por lo que la búsqueda estaba más localizada en un punto.
Aún así, Abyss tuvo que cartografiar unos 2.000 kilómetros cuadrados del fondo del mar antes de dar con el avión naufragado. Ahora lo tendrá que hacer a ciegas, orientado por los cálculos de los expertos que han determinado la zona en la que cayó el avión teniendo en cuenta su última conexión y la velocidad a la que viajaba.