Coca-Cola pierde la chispa
El multimillonario plan de incentivos a ejecutivos desata la ira de varios inversores
Dos fondos capitalizan el descontento por la gestión, aún respaldada por Buffett
Sandro Pozzi
Nueva York, El País
Es muy raro ver a los inversores con dudas sobre Coca-Cola. Pero esta vez algunos, incluso, están alzando su voz. Es lo que está haciendo desde hace algunas semanas David Winters, gestor del fondo Wintergreen Advisors. Coge los modestos resultados de la compañía y los cruza con el masivo plan de remuneraciones que se presentará en la próxima junta anual de accionistas, prevista para el miércoles 23 de abril. Su conclusión: es excesivo y sienta un mal precedente.
La multinacional estadounidense, una de las marcas más reconocidas del mundo y uno de los grandes iconos del consumo, básicamente no crece. Se vio en los resultados de cierre de ejercicio y de nuevo en los del primer trimestre del año que está en curso. Los ingresos globales cayeron un 4%, a 10.570 millones de dólares (7.650 millones de euros). En términos de volumen, la métrica que usa Coca-Cola para presentar su rendimiento, el incremento fue del 2%.
No es un secreto que Coca-Cola, igual que ocurre con su rival PepsiCo, navega contra corriente por la caída en las ventas de refrescos y bebidas azucaradas en todo el mundo, especialmente en EE UU y Europa por un cambio en los hábitos de consumo. Para compensar, está reforzando las campañas de publicidad e introduciendo nuevos productos. El 80% del negocio se genera fuera de Estados Unidos, por lo que le afecta también el tipo de cambio del dólar.
La compañía tiene en este momento una capitalización bursátil de 176.500 millones de dólares (128.000 millones de euros). El descontento de los inversores se observa en el precio de la acción, que se paga un 6% más barata que hace un año. El controvertido plan de incentivos para los ejecutivos equivale a una séptima parte de ese valor, unos 24.000 millones (17.400 millones de euros) al precio actual, y amenaza con dañar la imagen de la corporación si la ira de los inversores más descontentos se extiende.
Winters trata de sumar a otros inversores a su causa. Su firma controla 2,8 millones de acciones. Le apoya, que se sepa, el fondo de pensiones de profesores en Ontario, otro pequeño pero influyente inversor. El gestor también escribió a Berkshire Hathaway. El brazo financiero de Warren Buffett es el mayor accionista, con 400 millones de títulos. Se dice incluso que sigue vendiendo la cola con sabor a cereza porque es su preferida.
Buffett no responde, lo que indica que la batalla no irá muy lejos. Pero el oráculo de Omaha tampoco está muy contento. Ya advirtió en la última junta que no debe ser complaciente con el éxito. Un año después, el frenazo es evidente y eso pone en cuestión la estrategia a largo plazo de Muhtar Kent, que prometió un incremento importante de los ingresos para 2020. El año pasado el 23% de los accionistas votaron contra la paga a los principales ejecutivos.
Kent admite que el pasado fue un año complicado y asegura que el negocio de la compañía repunta ahora. El primer ejecutivo de Coca-Cola ganó 20,4 millones de dólares (14,5 millones de euros) en 2013, un 30% menos que en 2012. Aún con este recorte es el directivo que más gana en la industria. La consejera delegada de PepsiCo, Indra Nooyi, se llevó 12,6 millones (unos nueve millones de euros) al bolsillo. En el controvertido plan de compensación participan 6.400 empleados en todo el mundo, no solo ejecutivos.
Es conocido que Warren Buffett es muy crítico con los planes de remuneración excesiva de los ejecutivos y por eso trató siempre de invertir en compañías donde los intereses de los gestores están en línea con el de los accionistas. Por tanto, por su silencio ante la patalea de David Winters se asume que considera la paga de Muhtar Kent como razonable, por el esfuerzo que está haciendo al frente de una de las mejores compañías del planeta. Y, por tanto, entiende que el plan tampoco destruye el valor para el accionista.
Coca-Cola presentó hace ahora dos meses un plan para controlar mejor el gasto. Buffett no duda en tomar el micrófono para ayudar a vender el mensaje de la compañía al resto de accionistas. Pero también aconseja a Kent que vaya por delante de los competidores a la hora de anticipar los problemas que pueden comerse el crecimiento de la compañía. La recompra de acciones y los dividendos sirven para mantener altos los ánimos.
El problema, según Winters, es que el plan de incentivos reduce su impacto, por eso no compra el argumento. El efecto potencial de dilución del nuevo paquete para el inversor es del 14,2%, de acuerdo con la documentación que se presenta a la junta. Cuando los ejecutivos y empleados reciben premios en acciones o ejercen los derechos sobre las opciones, el efecto positivo del plan de recompra se reduce para el resto de los propietarios.
"Eso representa una transferencia innecesaria de patrimonio de los accionistas a los miembros del equipo de gestión", por eso el activista pide uno diferente. La firma de Atlanta responde a las críticas diciendo que no hay un cambio respecto a las prácticas del pasado y que los ejecutivos solo serán compensados con opciones si se cumple determinados objetivos de rendimiento.
Sobre la dilución, explica, es un cálculo máximo. Coca-Cola espera que sea inferior al 1% anual, como la que se vio durante los últimos tres ejercicios. “Se puede empezar con un número pero después hay que descontar muchas cosas, por eso la cifra final será muy parecida a la de años pasados”, explica. Al no cumplirse los objetivos marcados, las acciones no se emiten. También juega como se comporte el valor de la acción.
El plan incluye en concreto 300 millones de opciones y 40 millones de unidades de rendimiento, que equivalen a cinco títulos cada una. En 2011, 2012 y 2013 se perdieron estas últimas porque no se cumplió el mínimo. Y a la vista de la marcha de la compañía este año, parece que sucederá lo mismo en 2014. Pero si hay un alza en las acciones de Coca-Cola, podría provocar que más empleados y ejecutivos ejerzan sus derechos y hagan caja.
El problema adicional para Winters de cara a la próxima junta es que Coca-Cola es una de las compañías cotizadas más transparentes al detallar este tipo de planes. Además, la mayoría de los inversores es favorable a que se incentive el trabajo de los empleados con acciones si sirve para hacer crecer a la empresa. Kent dice que le hubiera gustado hablar con él antes de disparar, para responder a sus dudas sobre el tamaño del plan.
Dos fondos capitalizan el descontento por la gestión, aún respaldada por Buffett
Sandro Pozzi
Nueva York, El País
Es muy raro ver a los inversores con dudas sobre Coca-Cola. Pero esta vez algunos, incluso, están alzando su voz. Es lo que está haciendo desde hace algunas semanas David Winters, gestor del fondo Wintergreen Advisors. Coge los modestos resultados de la compañía y los cruza con el masivo plan de remuneraciones que se presentará en la próxima junta anual de accionistas, prevista para el miércoles 23 de abril. Su conclusión: es excesivo y sienta un mal precedente.
La multinacional estadounidense, una de las marcas más reconocidas del mundo y uno de los grandes iconos del consumo, básicamente no crece. Se vio en los resultados de cierre de ejercicio y de nuevo en los del primer trimestre del año que está en curso. Los ingresos globales cayeron un 4%, a 10.570 millones de dólares (7.650 millones de euros). En términos de volumen, la métrica que usa Coca-Cola para presentar su rendimiento, el incremento fue del 2%.
No es un secreto que Coca-Cola, igual que ocurre con su rival PepsiCo, navega contra corriente por la caída en las ventas de refrescos y bebidas azucaradas en todo el mundo, especialmente en EE UU y Europa por un cambio en los hábitos de consumo. Para compensar, está reforzando las campañas de publicidad e introduciendo nuevos productos. El 80% del negocio se genera fuera de Estados Unidos, por lo que le afecta también el tipo de cambio del dólar.
La compañía tiene en este momento una capitalización bursátil de 176.500 millones de dólares (128.000 millones de euros). El descontento de los inversores se observa en el precio de la acción, que se paga un 6% más barata que hace un año. El controvertido plan de incentivos para los ejecutivos equivale a una séptima parte de ese valor, unos 24.000 millones (17.400 millones de euros) al precio actual, y amenaza con dañar la imagen de la corporación si la ira de los inversores más descontentos se extiende.
Winters trata de sumar a otros inversores a su causa. Su firma controla 2,8 millones de acciones. Le apoya, que se sepa, el fondo de pensiones de profesores en Ontario, otro pequeño pero influyente inversor. El gestor también escribió a Berkshire Hathaway. El brazo financiero de Warren Buffett es el mayor accionista, con 400 millones de títulos. Se dice incluso que sigue vendiendo la cola con sabor a cereza porque es su preferida.
Buffett no responde, lo que indica que la batalla no irá muy lejos. Pero el oráculo de Omaha tampoco está muy contento. Ya advirtió en la última junta que no debe ser complaciente con el éxito. Un año después, el frenazo es evidente y eso pone en cuestión la estrategia a largo plazo de Muhtar Kent, que prometió un incremento importante de los ingresos para 2020. El año pasado el 23% de los accionistas votaron contra la paga a los principales ejecutivos.
Kent admite que el pasado fue un año complicado y asegura que el negocio de la compañía repunta ahora. El primer ejecutivo de Coca-Cola ganó 20,4 millones de dólares (14,5 millones de euros) en 2013, un 30% menos que en 2012. Aún con este recorte es el directivo que más gana en la industria. La consejera delegada de PepsiCo, Indra Nooyi, se llevó 12,6 millones (unos nueve millones de euros) al bolsillo. En el controvertido plan de compensación participan 6.400 empleados en todo el mundo, no solo ejecutivos.
Es conocido que Warren Buffett es muy crítico con los planes de remuneración excesiva de los ejecutivos y por eso trató siempre de invertir en compañías donde los intereses de los gestores están en línea con el de los accionistas. Por tanto, por su silencio ante la patalea de David Winters se asume que considera la paga de Muhtar Kent como razonable, por el esfuerzo que está haciendo al frente de una de las mejores compañías del planeta. Y, por tanto, entiende que el plan tampoco destruye el valor para el accionista.
Coca-Cola presentó hace ahora dos meses un plan para controlar mejor el gasto. Buffett no duda en tomar el micrófono para ayudar a vender el mensaje de la compañía al resto de accionistas. Pero también aconseja a Kent que vaya por delante de los competidores a la hora de anticipar los problemas que pueden comerse el crecimiento de la compañía. La recompra de acciones y los dividendos sirven para mantener altos los ánimos.
El problema, según Winters, es que el plan de incentivos reduce su impacto, por eso no compra el argumento. El efecto potencial de dilución del nuevo paquete para el inversor es del 14,2%, de acuerdo con la documentación que se presenta a la junta. Cuando los ejecutivos y empleados reciben premios en acciones o ejercen los derechos sobre las opciones, el efecto positivo del plan de recompra se reduce para el resto de los propietarios.
"Eso representa una transferencia innecesaria de patrimonio de los accionistas a los miembros del equipo de gestión", por eso el activista pide uno diferente. La firma de Atlanta responde a las críticas diciendo que no hay un cambio respecto a las prácticas del pasado y que los ejecutivos solo serán compensados con opciones si se cumple determinados objetivos de rendimiento.
Sobre la dilución, explica, es un cálculo máximo. Coca-Cola espera que sea inferior al 1% anual, como la que se vio durante los últimos tres ejercicios. “Se puede empezar con un número pero después hay que descontar muchas cosas, por eso la cifra final será muy parecida a la de años pasados”, explica. Al no cumplirse los objetivos marcados, las acciones no se emiten. También juega como se comporte el valor de la acción.
El plan incluye en concreto 300 millones de opciones y 40 millones de unidades de rendimiento, que equivalen a cinco títulos cada una. En 2011, 2012 y 2013 se perdieron estas últimas porque no se cumplió el mínimo. Y a la vista de la marcha de la compañía este año, parece que sucederá lo mismo en 2014. Pero si hay un alza en las acciones de Coca-Cola, podría provocar que más empleados y ejecutivos ejerzan sus derechos y hagan caja.
El problema adicional para Winters de cara a la próxima junta es que Coca-Cola es una de las compañías cotizadas más transparentes al detallar este tipo de planes. Además, la mayoría de los inversores es favorable a que se incentive el trabajo de los empleados con acciones si sirve para hacer crecer a la empresa. Kent dice que le hubiera gustado hablar con él antes de disparar, para responder a sus dudas sobre el tamaño del plan.