BBC Mundo: ¿Iría China a la guerra por unas islas despobladas?
Antes de su llegada, Obama dio declaraciones a un diario japonés en las que defendió la soberanía nipona sobre un grupo de islas en el Mar de China Oriental, que tanto Tokio como Pekín reclaman como propias. Según el mandatario, las islas están incluídas en un tratado de defensa entre Washington y Tokio.
Celia Hatton, periodista de la BBC en Pekín, analiza hasta qué punto estaría China dispuesta a irse a la guerra por las islas en disputa.
Las islas, conocidas como Diaoyu en China y Senkaku en Japón, son difíciles de encontrar en un mapa regional.
Esta pequeña cadena de cinco islotes deshabitados y tres rocas estériles se encuentran casi exactamente entre China y el sur de Japón.
Por décadas, las autoridades japonesas han controlado las islas, muy valoradas por su ubicación estratégica en el Mar de China Oriental y los posibles yacimientos de petróleo y gas que habría en sus profundidades.
Pero en los últimos años, Pekín ha revitalizado su campaña por reivindicar su soberanía sobre las islas, lo cual ha causado tensión en la región.
En la década de los años 70, los líderes comunistas chinos objetaron la soberanía japonesa sobre las islas, pero ambos países acordaron dejarles el problema a las generaciones futuras.
La disputa tomó fuerza en 2012, cuando el gobierno japonés le compró las islas a un propietario privado. Los nacionalistas japoneses, indicó Tokio, querían implementar proyectos de desarrollo en ese territorio, un plan que las autoridades querían frenar, en parte para aplacar a China. Pocos en Pekín creyeron esa explicación.
Cambio
“Cuando (el presidente) Xi Jinping asumió el poder, cambió el enfoque básico de la política exterior china”, explica Cheng Xiaohe, profesor de la Universidad de Renmin, en China. “(Ha pasado) de mantener un status quo de bajo perfil a una nueva estrategia más activa”.
Para la frustración de los líderes chinos, Japón no ha reconocido públicamente el reclamo de Pekín. Por eso, para presionar a Tokio, Pekín intensificó el patrullaje en el área.
Jets de combate chinos sobrevuelan regularmente las islas, mientras que embarcaciones de guerra han navegado en las cercanías.
“Si Japón se niega a hablar sobre este problema, China deberá rondar las islas Diaoyu para hacer valer sus derechos soberanos”, señaló Liu Jiangyong, profesor de la Universidad de Tsinghua, en China.
En noviembre pasado, Pekín tomó una medida sorpresiva al restringir el tráfico aéreo en una zona que forma parte del área en disputa. Algunos países, entre ellos EE.UU., ignoraron la nueva normativa china, pero -para Cheng- se trata de una estrategia a largo plazo de Pekín.
“El plan de China es reservarse una especie de derecho y de libertad para emprender una acción militar si algo pasa en las islas Diaoyu o en otra área en disputa”, explicó el experto.
“Una pulgada de territorio”
En China, el gobierno está usando otra herramienta para mantener el problema de las islas al frente de la política exterior. Se trata de propaganda antijaponesa.
“Si China y Japón tuvieran una relación amistosa,
el interés militar por las islas se reduciría”. Liu Jiangyong,
Universidad de Tsinghua
Incluso a los jóvenes chinos se les recuerda con regularidad la
existencia de tensiones chino-japonesas que datan de la Segunda Guerra
Mundial.“Dispárales a los demonios japoneses” es un videojuego en internet que fue lanzado en febrero por People.com, un sitio web del gobierno.
Los jugadores escogen un supuesto jefe militar japonés de una galería de figuras históricas y obtienen puntos por dispararle con un arma.
El juego es caricaturesco, pero cabe preguntarse: ¿es esta campaña apenas un juego de Pekín? ¿realmente Xi Jinping iría a una guerra por un pequeño y despoblado territorio? La respuesta parece ser afirmativa.
“Sí, las islas son pequeñas, pero desde la perspectiva china, una pulgada de territorio es lo suficientemente grande para que China luche por ella”, indicó el doctor Cheng.
En última instancia, se trata de un problema circular. El valor simbólico de estas islas seguirá aumentando a medida que ambos países presionen por controlarlas.
“Si China y Japón tuvieran una relación amistosa, el interés militar por las islas se reduciría”, añade Liu.
Frente a la embajada japonesa, las medidas de seguridad son muy estrictas. Hay paredes de cuatro metros de alto que impiden que cualquier persona vea lo que pasa en su interior. Soldados de rostros sombríos vigilan el exterior.
Hay muchas razones por las cuales China y Japón evitarían una guerra territorial, incluyendo sus lazos comerciales y la amenaza de una intervención de Washington. Pero la presencia de esos guardias les recuerda, no sólo a los que están dentro de la embajada sino a los que están afuera, que la amenaza de un enfrentamiento militar nunca está lejos.