Rusia tiene otras opciones en Ucrania
Moscú, AP
El presidente Vladimir Putin sabe que es muy poco lo que Occidente puede hacer para obligarlo a echar atrás su incursión militar en Crimea, o evitar que envíe más fuerzas a otras pares de Ucrania. Pero las sanciones comerciales contra Rusia pudieran ser dolorosas y el mandatario tiene medios de conseguir lo que desea —mantener el control de Ucrania— sin aumentar la presión militar.
El plan presentado por Rusia el lunes contempla que los políticos ucranianos respeten su acuerdo anterior de formar un gobierno de unidad nacional. Y de manera importante, las elecciones presidenciales se realizarían en diciembre, no en mayo, como ha planeado el gobierno formado por los manifestantes.
Esto le daría más tiempo al Kremlin. En los próximos meses la economía ucraniana pudiera desplomarse en caída libre y Occidente no tendría cómo evitarlo. Esto significa que aumentaría la presión en Ucrania para acercarse a Rusia. Algo similar ocurrió cuando los ucranianos se cansaron de los líderes prooccidentales que llegaron al poder con la Revolución Naranja de 2004.
El ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, exhortó a Ucrania a respetar el acuerdo del 21 de febrero entre el presidente ucraniano Viktor Yanukovych y su oponente justo antes de que Yanukovych huyera a Rusia y sus oponentes nombraron un nuevo gobierno. Irónicamente, ese acuerdo fue apoyado por Occidente, pero no Rusia, en ese momento. Lavrov dijo que representantes de regiones ucranianas prorrusas deben ser incluidos en el nuevo gobierno.
"En vez del prometido gobierno de unidad nacional, se ha creado un 'nuevo gobierno de los victoriosos' ", afirmó en reuniones de la ONU en Ginebra.
Esta ha sido siempre la postura del Kremlin, pero ahora negocia desde una posición de fuerza.
Rusia ha tomado el control de Crimea, una península ucraniana donde la Flota del Mar Negro rusa tiene su sede, y efectivos militares rusos controlaban el lunes todos los cruces fronterizos y bases militares.
Putin también ha dejado abierta la opción de enviar más soldados a las regiones oriental y sur de Ucrania, donde viven muchas personas de origen ruso.
"Se trata de proteger a nuestros ciudadanos y compatriotas", dijo Lavrov el lunes.
Esto ha provocado temores en Kiev y en Occidente de que Rusia se anexará también estas regiones.
La inestabilidad resulta conveniente para Moscú al dificultar que el nuevo gobierno ucraniano pueda persuadir al Fondo Monetario Internacional (FMI) que le otorgue préstamos por miles de millones de dólares que necesita para no caer en mora. Una delegación del FMI tenía planeado llegar a Kiev el martes.
Putin no puede darse el lujo de que Rusia ceda influencia sobre Ucrania a Occidente. El país, de 46 millones de habitantes, es un importante socio comercial, tiene oleoductos que llevan el gas natural ruso a Europa y es clave en sus ambiciones de restaurar la influencia de Moscú sobre buena parte de la desaparecida Unión Soviética. Y la península de Crimea es de particular importancia, tanto en lo estratégico como en el sentimiento nacional ruso.
Para los rusos, Ucrania forma parte de su historia y su fe, y los lazos familiares son fuertes. El país, que se independizó en 1991 con el colapso soviético, siempre le ha parecido un estado artificial para muchos rusos, Putin entre ellos.
Y aunque muy probablemente el mandatario está disfrutando de su capacidad para atemorizar a Kiev y las capitales mundiales, las declaraciones de Lavrov sugieren que pudiera estar dispuesto a aceptar un acuerdo que le resulte más conveniente a largo plazo.
El presidente Vladimir Putin sabe que es muy poco lo que Occidente puede hacer para obligarlo a echar atrás su incursión militar en Crimea, o evitar que envíe más fuerzas a otras pares de Ucrania. Pero las sanciones comerciales contra Rusia pudieran ser dolorosas y el mandatario tiene medios de conseguir lo que desea —mantener el control de Ucrania— sin aumentar la presión militar.
El plan presentado por Rusia el lunes contempla que los políticos ucranianos respeten su acuerdo anterior de formar un gobierno de unidad nacional. Y de manera importante, las elecciones presidenciales se realizarían en diciembre, no en mayo, como ha planeado el gobierno formado por los manifestantes.
Esto le daría más tiempo al Kremlin. En los próximos meses la economía ucraniana pudiera desplomarse en caída libre y Occidente no tendría cómo evitarlo. Esto significa que aumentaría la presión en Ucrania para acercarse a Rusia. Algo similar ocurrió cuando los ucranianos se cansaron de los líderes prooccidentales que llegaron al poder con la Revolución Naranja de 2004.
El ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, exhortó a Ucrania a respetar el acuerdo del 21 de febrero entre el presidente ucraniano Viktor Yanukovych y su oponente justo antes de que Yanukovych huyera a Rusia y sus oponentes nombraron un nuevo gobierno. Irónicamente, ese acuerdo fue apoyado por Occidente, pero no Rusia, en ese momento. Lavrov dijo que representantes de regiones ucranianas prorrusas deben ser incluidos en el nuevo gobierno.
"En vez del prometido gobierno de unidad nacional, se ha creado un 'nuevo gobierno de los victoriosos' ", afirmó en reuniones de la ONU en Ginebra.
Esta ha sido siempre la postura del Kremlin, pero ahora negocia desde una posición de fuerza.
Rusia ha tomado el control de Crimea, una península ucraniana donde la Flota del Mar Negro rusa tiene su sede, y efectivos militares rusos controlaban el lunes todos los cruces fronterizos y bases militares.
Putin también ha dejado abierta la opción de enviar más soldados a las regiones oriental y sur de Ucrania, donde viven muchas personas de origen ruso.
"Se trata de proteger a nuestros ciudadanos y compatriotas", dijo Lavrov el lunes.
Esto ha provocado temores en Kiev y en Occidente de que Rusia se anexará también estas regiones.
La inestabilidad resulta conveniente para Moscú al dificultar que el nuevo gobierno ucraniano pueda persuadir al Fondo Monetario Internacional (FMI) que le otorgue préstamos por miles de millones de dólares que necesita para no caer en mora. Una delegación del FMI tenía planeado llegar a Kiev el martes.
Putin no puede darse el lujo de que Rusia ceda influencia sobre Ucrania a Occidente. El país, de 46 millones de habitantes, es un importante socio comercial, tiene oleoductos que llevan el gas natural ruso a Europa y es clave en sus ambiciones de restaurar la influencia de Moscú sobre buena parte de la desaparecida Unión Soviética. Y la península de Crimea es de particular importancia, tanto en lo estratégico como en el sentimiento nacional ruso.
Para los rusos, Ucrania forma parte de su historia y su fe, y los lazos familiares son fuertes. El país, que se independizó en 1991 con el colapso soviético, siempre le ha parecido un estado artificial para muchos rusos, Putin entre ellos.
Y aunque muy probablemente el mandatario está disfrutando de su capacidad para atemorizar a Kiev y las capitales mundiales, las declaraciones de Lavrov sugieren que pudiera estar dispuesto a aceptar un acuerdo que le resulte más conveniente a largo plazo.