Las tensiones en Asia lastran la búsqueda del avión desaparecido
Los potenciales recelos para compartir datos militares suponen un obstáculo para la localización del aparato
Australia acepta hacerse cargo de las operaciones en el océano Índico sur
Jose Reinoso
Pekín, El País
Cuando el Gobierno de Malasia convocó el domingo a representantes diplomáticos de 22 países para pedirles ayuda y coordinación en la búsqueda del avión de Malaysia Airlines desaparecido en la madrugada del 8 de marzo algo menos de una hora después del despegue, puso de manifiesto uno de los principales retos a los que se enfrenta la búsqueda del aparato: los recelos a la hora de compartir datos sensibles entre países en una zona del mundo con agrias disputas territoriales marítimas y fronterizas.
Diez días después de que el avión se esfumara de los radares civiles con 227 pasajeros y 12 tripulantes a bordo, las operaciones de búsqueda han adquirido una nueva dimensión, con 25 naciones implicadas, algunas de ellas probablemente reticentes a compartir informaciones de sus radares militares o sus satélites que podrían revelar sus capacidades de vigilancia y defensa aérea o todo lo contrario, sus debilidades.
Aunque los 14 países que participaban hasta el domingo en los trabajos se habían coordinado de forma individual, el llamamiento formal efectuado por el Gobierno malasio ha sumado ahora 11 nuevos países para hacer frente al inmenso desafío y, al mismo tiempo, responder a las fuertes críticas que ha recibido Kuala Lumpur, en particular de China —de cuyo país son 153 de los pasajeros—, por suministrar información contradictoria y llevar a cabo con lentitud las labores de rescate. Las reticencias a intercambiar información considerada sensible puede haber ralentizado la cooperación, especialmente entre China y Malasia.
“La reunión fue para que supiéramos lo que está ocurriendo exactamente y qué tipo de ayuda necesitan. Fue más bien para decirnos: ‘Por favor, desplieguen todos sus recursos”, aseguró T.S. Tirumurti, alto comisionado de India en Malasia, informa Reuters.
La iniciativa diplomática podría dar un fuerte impulso para resolver uno de los mayores misterios de la historia de la aviación civil si los diferentes Gobiernos deciden compartir datos militares —en caso de tenerlos— sobre el posible trayecto y el destino que sufrió el vuelo MH370. Ello permitiría llenar el vacío dejado por el fallo de los países del sureste asiático para trabajar como un bloque en caso de crisis.
Las autoridades de Malasia creen que alguien dentro del avión desconectó los sistemas de comunicación, y que el Boeing 777-200 dio media vuelta cuando se encontraba sobre el mar del sur de China, se dirigió hacia el oeste, cruzó de nuevo la península de Malasia y se internó sobre el estrecho de Malaca. A partir de ahí, pudo dirigirse varios miles de kilómetros al noroeste, hasta los confines del Himalaya, o emprender rumbo suroeste e internarse en el océano Índico sur y volar hasta quedarse sin combustible y estrellarse en el mar. El arco de posibles rutas, que incluye zonas de China, Pakistán, India o Indonesia, cruza algunas de las regiones con mayores defensas del mundo. El primer ministro de Australia, Tony Abbott, ha asegurado este lunes que Australia ha aceptado la petición de Malasia de hacerse cargo de las operaciones en “el vector sur” del área de búsqueda. Abbott ha ofrecido medios adicionales a los dos aviones de vigilancia marítima Orion ya desplegados.
El hecho de que los radares miliares malasios detectaran el avión, pero no hubiera, aparentemente, ningún movimiento para interceptarlo es sorprendente, y puede indicar las lagunas existentes en el sistema de vigilancia aérea global y las limitaciones de algunos radares militares.
A pesar de haber sido desconectados los sistemas de comunicación, el avión continuó intercambiando periódicamente señales con los satélites, que sugieren que pudo seguir volando hasta siete horas y media desde el despegue. El aparato, que salió de Kuala Lumpur con destino Pekín —un vuelo de seis horas y media—, tenía combustible para unas ocho horas.
La reticencia de los países a entregar datos sensibles podría ser vencida, al menos en parte, por la presión y el fuerte interés público para que haya colaboración en un asunto civil. El Ministro de Defensa de Malasia, que también es ministro de Transporte en funciones, Hishammuddin Hussein, ha dicho que Malasia ha facilitado los hallazgos de los registros de sus radares militares a los responsables de lo que se ha convertido en una investigación criminal, ante la sospecha de que se trató de un secuestro o un sabotaje llevado a cabo por los pilotos o alguien del pasaje. Las autoridades están analizando la vida personal, el historial político y el pasado religioso de cada uno de los miembros de la tripulación, y han pedido a los países que tenían ciudadanos en el avión que investiguen sus antecedentes. Algunos ya lo han hecho, pero otros aún no. Los pasajeros son de 14 nacionalidades diferentes. También están investigando al personal de tierra que tuvo contacto con el avión.
Hishammuddin Hussein no ha dicho si Kuala Lumpur ha solicitado a los demás países los movimientos registrados por sus radares militares, pero sí ha pedido que entreguen los datos de satélites y de los radares primarios y secundarios. El Ejército utiliza principalmente el radar primario o clásico, que funciona mediante la escucha de su propio eco rebotado por un objeto potencialmente enemigo. El control aéreo civil emplea sobre todo el radar secundario, que se basa en la escucha de una señal que es enviada por el transpondedor de una aeronave, junto con los datos para que pueda ser identificada.
Ante la desconexión deliberada del transpondedor por parte de alguien dentro del avión desaparecido, fueron los datos de los radares militares los que permitieron a las autoridades de Malasia llegar a la conclusión de que el aparato dio media vuelta y se dirigió al oeste antes de desaparecer definitivamente.
Hishammuddin ha afirmado que Malasia también ha pedido datos adicionales de satélites a varios países, incluidos Estados Unidos, China y Francia, país este último que administra algunas islas en el Índico. En el avión, viajaban cuatro franceses. El Gobierno francés ha enviado a tres especialistas en aviación a Kuala Lumpur.
¿Pondrán los países implicados sus intereses militares antes que los de los pasajeros del MH370 y sus familias? El sureste asiático se encuentra inmerso en una carrera de armamento desde hace años, debido, en particular, a las tensiones territoriales en mar del Sur de China, donde varios países —entre ellos, China, Filipinas, Vietnam, Malasia y Taiwán— se disputan aguas y archipiélagos. Una muestra de la carrera de armas es el gran despliegue de equipos de vigilancia marítima y defensa aérea registrado en la feria aérea de Singapur —la más grande de Asia—, celebrada el mes pasado.
La decisión de cómo y hasta qué punto hacer públicos datos tan sensibles puede complicar las labores de localización y el bochorno ante una opinión pública mundial que se pregunta cómo es posible que un avión de tal tamaño pudiera continuar su vuelo sin ser identificado durante tanto tiempo y se haya evaporado sin dejar rastro.
La desaparición del avión plantea serios interrogantes sobre la fortaleza de los sistemas de defensa aérea regionales e incluso globales. Según algunos especialistas, la realidad es que gran parte del espacio aéreo sobre el mar y en muchos lugares también sobre tierra carecen de cobertura con radar sofisticada, lo que cual puede poner en una situación embarazosa a los gobiernos de algunos países por cuyos espacios aéreos pudo pasar el avión desaparecido.
Australia acepta hacerse cargo de las operaciones en el océano Índico sur
Jose Reinoso
Pekín, El País
Cuando el Gobierno de Malasia convocó el domingo a representantes diplomáticos de 22 países para pedirles ayuda y coordinación en la búsqueda del avión de Malaysia Airlines desaparecido en la madrugada del 8 de marzo algo menos de una hora después del despegue, puso de manifiesto uno de los principales retos a los que se enfrenta la búsqueda del aparato: los recelos a la hora de compartir datos sensibles entre países en una zona del mundo con agrias disputas territoriales marítimas y fronterizas.
Diez días después de que el avión se esfumara de los radares civiles con 227 pasajeros y 12 tripulantes a bordo, las operaciones de búsqueda han adquirido una nueva dimensión, con 25 naciones implicadas, algunas de ellas probablemente reticentes a compartir informaciones de sus radares militares o sus satélites que podrían revelar sus capacidades de vigilancia y defensa aérea o todo lo contrario, sus debilidades.
Aunque los 14 países que participaban hasta el domingo en los trabajos se habían coordinado de forma individual, el llamamiento formal efectuado por el Gobierno malasio ha sumado ahora 11 nuevos países para hacer frente al inmenso desafío y, al mismo tiempo, responder a las fuertes críticas que ha recibido Kuala Lumpur, en particular de China —de cuyo país son 153 de los pasajeros—, por suministrar información contradictoria y llevar a cabo con lentitud las labores de rescate. Las reticencias a intercambiar información considerada sensible puede haber ralentizado la cooperación, especialmente entre China y Malasia.
“La reunión fue para que supiéramos lo que está ocurriendo exactamente y qué tipo de ayuda necesitan. Fue más bien para decirnos: ‘Por favor, desplieguen todos sus recursos”, aseguró T.S. Tirumurti, alto comisionado de India en Malasia, informa Reuters.
La iniciativa diplomática podría dar un fuerte impulso para resolver uno de los mayores misterios de la historia de la aviación civil si los diferentes Gobiernos deciden compartir datos militares —en caso de tenerlos— sobre el posible trayecto y el destino que sufrió el vuelo MH370. Ello permitiría llenar el vacío dejado por el fallo de los países del sureste asiático para trabajar como un bloque en caso de crisis.
Las autoridades de Malasia creen que alguien dentro del avión desconectó los sistemas de comunicación, y que el Boeing 777-200 dio media vuelta cuando se encontraba sobre el mar del sur de China, se dirigió hacia el oeste, cruzó de nuevo la península de Malasia y se internó sobre el estrecho de Malaca. A partir de ahí, pudo dirigirse varios miles de kilómetros al noroeste, hasta los confines del Himalaya, o emprender rumbo suroeste e internarse en el océano Índico sur y volar hasta quedarse sin combustible y estrellarse en el mar. El arco de posibles rutas, que incluye zonas de China, Pakistán, India o Indonesia, cruza algunas de las regiones con mayores defensas del mundo. El primer ministro de Australia, Tony Abbott, ha asegurado este lunes que Australia ha aceptado la petición de Malasia de hacerse cargo de las operaciones en “el vector sur” del área de búsqueda. Abbott ha ofrecido medios adicionales a los dos aviones de vigilancia marítima Orion ya desplegados.
El hecho de que los radares miliares malasios detectaran el avión, pero no hubiera, aparentemente, ningún movimiento para interceptarlo es sorprendente, y puede indicar las lagunas existentes en el sistema de vigilancia aérea global y las limitaciones de algunos radares militares.
A pesar de haber sido desconectados los sistemas de comunicación, el avión continuó intercambiando periódicamente señales con los satélites, que sugieren que pudo seguir volando hasta siete horas y media desde el despegue. El aparato, que salió de Kuala Lumpur con destino Pekín —un vuelo de seis horas y media—, tenía combustible para unas ocho horas.
La reticencia de los países a entregar datos sensibles podría ser vencida, al menos en parte, por la presión y el fuerte interés público para que haya colaboración en un asunto civil. El Ministro de Defensa de Malasia, que también es ministro de Transporte en funciones, Hishammuddin Hussein, ha dicho que Malasia ha facilitado los hallazgos de los registros de sus radares militares a los responsables de lo que se ha convertido en una investigación criminal, ante la sospecha de que se trató de un secuestro o un sabotaje llevado a cabo por los pilotos o alguien del pasaje. Las autoridades están analizando la vida personal, el historial político y el pasado religioso de cada uno de los miembros de la tripulación, y han pedido a los países que tenían ciudadanos en el avión que investiguen sus antecedentes. Algunos ya lo han hecho, pero otros aún no. Los pasajeros son de 14 nacionalidades diferentes. También están investigando al personal de tierra que tuvo contacto con el avión.
Hishammuddin Hussein no ha dicho si Kuala Lumpur ha solicitado a los demás países los movimientos registrados por sus radares militares, pero sí ha pedido que entreguen los datos de satélites y de los radares primarios y secundarios. El Ejército utiliza principalmente el radar primario o clásico, que funciona mediante la escucha de su propio eco rebotado por un objeto potencialmente enemigo. El control aéreo civil emplea sobre todo el radar secundario, que se basa en la escucha de una señal que es enviada por el transpondedor de una aeronave, junto con los datos para que pueda ser identificada.
Ante la desconexión deliberada del transpondedor por parte de alguien dentro del avión desaparecido, fueron los datos de los radares militares los que permitieron a las autoridades de Malasia llegar a la conclusión de que el aparato dio media vuelta y se dirigió al oeste antes de desaparecer definitivamente.
Hishammuddin ha afirmado que Malasia también ha pedido datos adicionales de satélites a varios países, incluidos Estados Unidos, China y Francia, país este último que administra algunas islas en el Índico. En el avión, viajaban cuatro franceses. El Gobierno francés ha enviado a tres especialistas en aviación a Kuala Lumpur.
¿Pondrán los países implicados sus intereses militares antes que los de los pasajeros del MH370 y sus familias? El sureste asiático se encuentra inmerso en una carrera de armamento desde hace años, debido, en particular, a las tensiones territoriales en mar del Sur de China, donde varios países —entre ellos, China, Filipinas, Vietnam, Malasia y Taiwán— se disputan aguas y archipiélagos. Una muestra de la carrera de armas es el gran despliegue de equipos de vigilancia marítima y defensa aérea registrado en la feria aérea de Singapur —la más grande de Asia—, celebrada el mes pasado.
La decisión de cómo y hasta qué punto hacer públicos datos tan sensibles puede complicar las labores de localización y el bochorno ante una opinión pública mundial que se pregunta cómo es posible que un avión de tal tamaño pudiera continuar su vuelo sin ser identificado durante tanto tiempo y se haya evaporado sin dejar rastro.
La desaparición del avión plantea serios interrogantes sobre la fortaleza de los sistemas de defensa aérea regionales e incluso globales. Según algunos especialistas, la realidad es que gran parte del espacio aéreo sobre el mar y en muchos lugares también sobre tierra carecen de cobertura con radar sofisticada, lo que cual puede poner en una situación embarazosa a los gobiernos de algunos países por cuyos espacios aéreos pudo pasar el avión desaparecido.