La revuelta deja a Ucrania en la ruina
La jefa de la diplomacia de la UE negocia en Kiev un amplio programa de ayudas Las disputas internas retrasan la formación de un Gobierno de unidad nacional
Silvia Blanco (enviada especial)
Kiev, El País
Los jóvenes que custodian la entrada del Parlamento ucranio piden la documentación a los visitantes, han conectado el arco de seguridad y siguen todos los procedimientos de acreditación. Pero como sus trajes de camuflaje, sus cascos de aquí y allá y los escudos de chapa, todo está impregnado de precariedad. El martes se iba a nombrar un Gobierno de unidad nacional para intentar desbloquear la situación política, pero los mismos políticos reagrupados ahora en nuevas mayorías son incapaces de alcanzar un pacto. La decisión se ha aplazado hasta el jueves y todo queda en el aire. La economía, al borde de la bancarrota. Las tensiones entre el este, de influencia rusa, y el oeste, proeuropeo, son otra vez visibles.
“No hay dinero para pagar las deudas, la productividad ha caído, la economía está en coma”, explica el economista Alexander Paskhaver. El presidente en funciones, Alexander Turchínov, no ahorró dramatismo cuando dijo hace dos días que la economía “se precipita al abismo”. Tampoco el mertes, cuando mostró preocupación por los “signos separatistas” que observa en Crimea, en el sur, con una mayoría de la población de habla rusa y donde ha habido protestas en Sebastopol contra las nuevas autoridades de Kiev surgidas tras las protestas.
Ninguno de estos apremios ha servido hasta ahora. El deterioro financiero avanza y no hay un poder ejecutivo real tras la espantada del expresidente Victor Yanukóvich, que siguen en busca y captura. Por eso, ahora la economía “depende de qué Gobierno se elija y cómo gaste el dinero. El riesgo es que pidan ahora miles de millones y dentro de cuatro meses digan ‘necesitamos otro tanto”, añade el economista Paskhaver.
La Unión Europea sabe que esa necesidad de fondos inmediatos fue uno de los factores que impulsaron al país a buscar la ayuda de Moscú y por eso busca rápidamente fondos para su supervivencia económica. “Estamos en contacto con nuestros socios para encontrar vías que ayuden a Ucrania a superar los desafíos económicos. Pensamos en combinar préstamos a corto plazo con otros a largo plazo”, avanzó el martes en Kiev la alta representante para la Política Exterior, Catherine Ashton.
Bruselas intenta movilizar todos los medios a su alcance para estabilizar Ucrania. Porque necesita reformas democráticas y estabilidad política, pero lo más imperioso a corto plazo es dinero en efectivo. Kiev cifra esos requerimientos en 35.000 millones de dólares (25.500 millones de euros), una cantidad muy superior a los 15.000 millones de dólares concedidos por Moscú y cuyo desembolso ahora —después de una primera entrega de 3.000 millones— es una incógnita.
Las fuentes consultadas rehúsan hablar de dinero porque los detalles se están negociando a varias bandas. Pero las discusiones mantenidas con las autoridades de Kiev a finales del año pasado, cuando la firma del acuerdo de asociación con Europa parecía asegurada, dan una idea de las cantidades disponibles. Entonces, la UE estaba dispuesta a conceder a Ucrania unos 20.000 millones de euros en siete años, con una combinación de cantidades a fondo perdido y líneas de crédito ventajosas. Los fondos habrían procedido de distintos instrumentos, incluido el Banco Europeo de Inversiones y el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo.
Si entonces el desembolso alcanzaba esa magnitud, en esta ocasión, tras la violencia y el derrocamiento del poder en Ucrania, la comunidad internacional puede acercarse más a la partida que reclaman las autoridades provisionales de Kiev. “La situación en Ucrania es muy frágil, nuestra prioridad es estabilizar el país políticamente y después económicamente”, aseguró el vicepresidente de la Comisión Europea y responsable de Asuntos Económicos, Olli Rehn, partidario de crear una conferencia de donantes para poner dinero sobre la mesa, como ha pedido el nuevo poder ucranio.
Silvia Blanco (enviada especial)
Kiev, El País
Los jóvenes que custodian la entrada del Parlamento ucranio piden la documentación a los visitantes, han conectado el arco de seguridad y siguen todos los procedimientos de acreditación. Pero como sus trajes de camuflaje, sus cascos de aquí y allá y los escudos de chapa, todo está impregnado de precariedad. El martes se iba a nombrar un Gobierno de unidad nacional para intentar desbloquear la situación política, pero los mismos políticos reagrupados ahora en nuevas mayorías son incapaces de alcanzar un pacto. La decisión se ha aplazado hasta el jueves y todo queda en el aire. La economía, al borde de la bancarrota. Las tensiones entre el este, de influencia rusa, y el oeste, proeuropeo, son otra vez visibles.
“No hay dinero para pagar las deudas, la productividad ha caído, la economía está en coma”, explica el economista Alexander Paskhaver. El presidente en funciones, Alexander Turchínov, no ahorró dramatismo cuando dijo hace dos días que la economía “se precipita al abismo”. Tampoco el mertes, cuando mostró preocupación por los “signos separatistas” que observa en Crimea, en el sur, con una mayoría de la población de habla rusa y donde ha habido protestas en Sebastopol contra las nuevas autoridades de Kiev surgidas tras las protestas.
Ninguno de estos apremios ha servido hasta ahora. El deterioro financiero avanza y no hay un poder ejecutivo real tras la espantada del expresidente Victor Yanukóvich, que siguen en busca y captura. Por eso, ahora la economía “depende de qué Gobierno se elija y cómo gaste el dinero. El riesgo es que pidan ahora miles de millones y dentro de cuatro meses digan ‘necesitamos otro tanto”, añade el economista Paskhaver.
La Unión Europea sabe que esa necesidad de fondos inmediatos fue uno de los factores que impulsaron al país a buscar la ayuda de Moscú y por eso busca rápidamente fondos para su supervivencia económica. “Estamos en contacto con nuestros socios para encontrar vías que ayuden a Ucrania a superar los desafíos económicos. Pensamos en combinar préstamos a corto plazo con otros a largo plazo”, avanzó el martes en Kiev la alta representante para la Política Exterior, Catherine Ashton.
Bruselas intenta movilizar todos los medios a su alcance para estabilizar Ucrania. Porque necesita reformas democráticas y estabilidad política, pero lo más imperioso a corto plazo es dinero en efectivo. Kiev cifra esos requerimientos en 35.000 millones de dólares (25.500 millones de euros), una cantidad muy superior a los 15.000 millones de dólares concedidos por Moscú y cuyo desembolso ahora —después de una primera entrega de 3.000 millones— es una incógnita.
Las fuentes consultadas rehúsan hablar de dinero porque los detalles se están negociando a varias bandas. Pero las discusiones mantenidas con las autoridades de Kiev a finales del año pasado, cuando la firma del acuerdo de asociación con Europa parecía asegurada, dan una idea de las cantidades disponibles. Entonces, la UE estaba dispuesta a conceder a Ucrania unos 20.000 millones de euros en siete años, con una combinación de cantidades a fondo perdido y líneas de crédito ventajosas. Los fondos habrían procedido de distintos instrumentos, incluido el Banco Europeo de Inversiones y el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo.
Si entonces el desembolso alcanzaba esa magnitud, en esta ocasión, tras la violencia y el derrocamiento del poder en Ucrania, la comunidad internacional puede acercarse más a la partida que reclaman las autoridades provisionales de Kiev. “La situación en Ucrania es muy frágil, nuestra prioridad es estabilizar el país políticamente y después económicamente”, aseguró el vicepresidente de la Comisión Europea y responsable de Asuntos Económicos, Olli Rehn, partidario de crear una conferencia de donantes para poner dinero sobre la mesa, como ha pedido el nuevo poder ucranio.