Paul Walker, un ‘trending topic’ de muerte

El actor de la velocidad se mata en un bólido. Esa trágica ironía y el encanto póstumo de Paul Walker han hecho de su adiós uno de los fenómenos más virales de la historia de Internet

Tom C. Avendaño
Madrid, El País
La muerte del actor Paul Walker en un accidente de tráfico hace hoy una semana tuvo un efecto inesperado. Master Wendell, filipino experto en marketing, llevaba un mes explotando con éxito una fórmula de hacer publicidad encubierta en Facebook: colgar en su página personal vídeos llamativos y adornarlos con un discreto enlace a una web de anuncios. El domingo, en cuanto se supo que el intérprete de la saga Fast and furious había perdido la vida a los 40 años en un Porsche Carrera GT que se había estampado contra el poste de una carretera en Santa Clarita, a unos 50 kilómetros al norte de Hollywood, Wendell detectó un potencial fenómeno viral y empezó a subir vídeos del actor. “Paul Walker era guapo, así que el contenido ya iba a ser visualmente atractivo”, explica Weller desde su oficina. “Pero sobre todo iba a tener un componente emocional que motivaba a la gente”. Efectivamente, nunca antes su medio millón de seguidores habían compartido su material con tanto ahínco. El enlace de AllTopCompanies.com, la web que Wendell promociona, incluido. Ese día, la actividad en el Facebook de Wendell se triplicó y las visitas a la web se dispararon hasta el cuarto de millón. Para ser una página de publicidad, el éxito fue arrollador.


Y esa es solo una muestra puntual de la fuerza que ha tenido la muerte de Paul Walker como fenómeno cibernético durante toda la semana. Solo en los primeros días, el mensaje que anunciaba su muerte en Facebook recibió más de dos millones de “Me gusta”. El usuario que entrara a Twitter el domingo a eso de las once de la noche, hora española, hubiera visto casi nueve millones de tuits con su nombre, más que los generados por la victoria de España en el Mundial de fútbol, que estaba entre los tres acontecimientos más tuiteados de la historia junto con la segunda victoria de Obama y la emisión en Japón en agosto de la serie Castle in the Sky.

La muerte de un personaje público siempre genera volúmenes disparatados de contenido en redes sociales. La de Whitney Houston en febrero de 2012 dio para 2,5 millones de tuits, y la de Steve Jobs, para unos 10.000 por segundo. Pero el caso de Walker es diferente. El actor era, hasta la fecha, hombre de un solo papel: el del agente Brian O’Conner en cinco entregas de Fast and furious. Que la muerte de una persona cuyo nombre hay que acompañar del título de una película se haya convertido en uno de los temas más populares en la historia de Internet es, cuando menos, chocante.

“Hay que tener en cuenta dos cosas para explicarse este fenómeno: primero, la naturaleza de la muerte del actor, y segundo, lo que ha descubierto el público de él estos días”, razona Denver D’Rozario, profesor en la Universidad de Howard que investiga el uso de la imagen de famosos muertos en publicidad. “Una muerte por accidente siempre recibe más atención por inesperada, nos recuerda lo frágil que es nuestra existencia y genera empatía. Más aún si se da la ironía de que el protagonista de Fast and furious [una saga sobre carreras automovilísticas] muera en un Porsche que podría pertenecer a una de esas películas”.

Más que evidente, la ironía es sangrante. Walker era un deportista irredento que amaba el surf y la velocidad, lo que hace particularmente difícil separarlo de su personaje. Ver en un titular que se había estampado con el destino que jamás conoce en las películas que le dieron fama no solo tiene un componente potenciador de interés; también resulta un pequeño golpe emocional. Como si Aquaman hubiera muerto ahogado. Que quien pilotara el coche fuera Roger Rodas, un exitoso financiero del Banco Merrill Lynch, amigo de Walker y que corrió su misma suerte, se pasó bastante por alto: lo que importa es que el titular niega la fantasía que sustenta la saga de improbables piruetas automovilísticas. El hecho de que esta sea, a pesar de las malas críticas, una de las más taquilleras de la historia y que tenga 40 millones de fans en Facebook (Obama, por ejemplo, tiene 37 millones) sin duda ayudó.

Pero no tanto el proceso de beatificación al que se ha sometido al actor, que ha hecho de su muerte un fenómeno duradero. Quien era conocido solo como Brian O’Conner ha resultado ser también un filántropo, propietario de una organización benéfica llamada Reach Out World Wide, centrada en movilizar a médicos y bomberos a países asolados por algún suceso. De hecho, el sábado de marras volvía de un acto para reunir juguetes para entregarlos por Navidad a los niños que hubieran sufrido el tifón de Filipinas.

Este cruce de géneros ha creado la historia perfecta para dominar Internet durante una semana. Es probable que a la siguiente todo se haya olvidado, como suele pasar en la Red, y Paul Walker pueda descansar en paz. Pero antes tendrá que dejar de ser trending topic.

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