Kim Jong-un afianza su reino con el terror
La ejecución del tío del joven líder dispara las alarmas sobre la deriva del régimen de Corea del Norte
Kim ha purgado gran parte de la cúpula heredada de su padre
Jose Reinoso
Pekín, El País
La ejecución fulminante el jueves de Jang Song-thaek, tío del líder norcoreano Kim Jong-un, apenas tres días después de que fuera confirmada su purga, ha vuelto a poner de manifiesto el poder absoluto y el reinado de terror que ejerce la dinastía Kim desde hace tres generaciones.
Jang, de 67 años, fue un hombre muy cercano a Kim Jong-il —padre de Kim Jong-un— y era considerado hasta hace poco la segunda persona más poderosa del país y mentor del joven líder desde que este accedió al trono comunista de Pyongyang tras la muerte de su padre por un infarto en diciembre de 2011. Todavía están frescas en la memoria las imágenes de un Jang hierático caminando detrás del joven Kim junto al coche que paseó el ataúd con el cadáver de su padre por el centro de Pyongyang en los funerales del llamado Querido Líder. Kim Jong-un y Jang parecían unidos en aquel cortejo fúnebre, en el que las muestras de dolor de la muchedumbre, mezcla de pena sincera, tensión emocional y actos plañideros, sorprendieron al mundo.
Quizás durante aquel recorrido por las calles frías y sin alma de Pyongyang, la mente y las ambiciones del hombre fuerte del régimen y marido de Kim Kyong-hui —hermana de Kim Jong-il— volaban ya mucho más alto que la labor de regente que le había sido encomendada. Según ha asegurado el Gobierno, Jang maniobró para tomar el control del país, fue descubierto, y el jueves fue ejecutado por traición. La agencia oficial norcoreana KCNA ha afirmado que cometió “crímenes horrorosos como intentar derrocar al Estado mediante todo tipo de intrigas y métodos despreciables, con la salvaje ambición de hacerse con el poder supremo de nuestro partido y nuestro Estado”.
“Desde hace mucho tiempo, Jang tenía una sucia ambición política. No se atrevió a levantar la cabeza cuando Kim Il-sung [fundador de Corea del Norte y abuelo de Kim Jong-un] y Kim Jong-il estaban vivos”, dijo KCNA. “Comenzó a revelar su verdadero color y a pensar que había llegado el momento de realizar su ambición salvaje en el periodo de cambio histórico en el que la generación de la revolución fue sustituida”.
La convulsión generada por su defenestración es de gran alcance y su impacto es difícil de calibrar aún en toda su amplitud. Según la presidenta de Corea del Sur, Park Geun-hye, “Corea del Norte está llevando a cabo un reinado del terror, y ha emprendido una purga a gran escala para reforzar el poder de Kim Jong-un”. “A partir de ahora, las relaciones Sur-Norte pueden hacerse más inestables”, dijo en una reunión de su gabinete el martes pasado, al día siguiente de que fuera anunciada la caída de Jang.
Se cree que varias personas cercanas al poderoso tío han sido eliminadas. Los servicios de espionaje surcoreanos aseguraron la semana pasada que dos de sus aliados habían sido ejecutados por corrupción y dos de sus parientes que trabajaban en embajadas extranjeras habían recibido órdenes de regresar a Corea del Norte. La política norcoreana es casi impenetrable, y las razones de la fulminación de Jang podrían ser las diferencias con su sobrino o con su esposa, como han especulado desertores de la élite norcoreana asentados en Corea del Sur.
“Cualquiera que se atreva a desafiar la autoridad absoluta y la dirección única de nuestro querido mariscal Kim Jong-un acabará con un castigo mortal imperdonable, no importa quién sea ni dónde se esconda”, ha afirmado KCNA, según la agencia de noticias china Xinhua.
La caída de Jang contribuye a las evidencias crecientes de que un Kim Jong-un cada vez más maduro —ronda los 30 años— continúa el proceso para desembarazarse de los guardianes ancianos designados por su padre para erigirse en mandatario único y absoluto. El año pasado, destituyó a Ri Yong-ho, que era jefe de la Junta de Estado Mayor del Ejército Popular de Corea y uno de sus principales consejeros. En los dos años que lleva en el poder, cinco de los siete altos dirigentes que le acompañaron a pie junto al coche fúnebre en el funeral de Kim Jong-il han sido marginados.
“Cada vez que un régimen ejecuta a un alto funcionario indica un caos potencial o real en el centro. También puede revelar alguna enemistad generacional en el régimen de los Kim”, explica Peter Hayes, cofundador y director de Nautilus Institute for Security and Sustainability, un centro de estudios no gubernamental con sede en Berkeley (California), especializado en Asia, y en particular en Corea del Norte. “Es un mal presagio para los esfuerzos de influencia tranquila de China sobre las acciones de Corea del Norte y las [posibles] reformas de estilo chino [de las cuales se cree que Jang era partidario]”, dice Hayes. Pekín ha calificado la ejecución de asunto interno, pero ha enfatizado también la necesidad de estabilidad.
Miembros del Parlamento en Seúl aseguran que Kim Jong-un está recurriendo al miedo para afianzar su posición. “Está fortaleciendo el reinado del terror […] El año pasado fueron ejecutadas en público 17 personas, pero este año han sido unas 40”, afirmó la semana pasada el legislador Cho Won-jin después de una reunión con la agencia de inteligencia, informa Reuters.
Los temores a un periodo de inestabilidad también laten en Tokio. El jueves, el ministro de Defensa de Japón, Itsunori Onodera, dijo que la purga del número dos podría presagiar un periodo de turbulencias comparable a la Revolución Cultural (1966-1976) en China. “Las imágenes de Jang Song-thaek siendo arrestado me recordaron las escenas que uno puede haber visto durante la época de la Revolución Cultural”, declaró en Tokio, informa France Presse. “Corea del Norte podría radicalizarse más en el futuro […] Ese es mi temor”. Los analistas surcoreanos creen que la defenestración de Jang será seguida de una amplia purga de personas de su entorno, que dejará a Kim como líder indiscutible. De momento, no hay señales de que se estén produciendo castigos en masa.
En los años que estuvo en el poder al lado de Kim Jong-il y luego de Kim Jong-un, Jang fue, sin duda, ejecutor e impulsor de condenas, purgas y desapariciones de enemigos del régimen. La máquina que contribuyó a alimentar se ha vuelto ahora contra él. A los Kim no les ha temblado el pulso cuando ha hecho falta para mantener el gobierno absoluto. Primero lo demostró durante su reinado Kim Il-sung, el fundador de Corea del Norte, conocido como el Gran Líder; luego, su hijo, Kim Jong-il, el Querido Líder, y ahora su nieto, Kim Jong-un, el Brillante Camarada. La dinastía Kim continúa. Y el terror con ella.
Kim ha purgado gran parte de la cúpula heredada de su padre
Jose Reinoso
Pekín, El País
La ejecución fulminante el jueves de Jang Song-thaek, tío del líder norcoreano Kim Jong-un, apenas tres días después de que fuera confirmada su purga, ha vuelto a poner de manifiesto el poder absoluto y el reinado de terror que ejerce la dinastía Kim desde hace tres generaciones.
Jang, de 67 años, fue un hombre muy cercano a Kim Jong-il —padre de Kim Jong-un— y era considerado hasta hace poco la segunda persona más poderosa del país y mentor del joven líder desde que este accedió al trono comunista de Pyongyang tras la muerte de su padre por un infarto en diciembre de 2011. Todavía están frescas en la memoria las imágenes de un Jang hierático caminando detrás del joven Kim junto al coche que paseó el ataúd con el cadáver de su padre por el centro de Pyongyang en los funerales del llamado Querido Líder. Kim Jong-un y Jang parecían unidos en aquel cortejo fúnebre, en el que las muestras de dolor de la muchedumbre, mezcla de pena sincera, tensión emocional y actos plañideros, sorprendieron al mundo.
Quizás durante aquel recorrido por las calles frías y sin alma de Pyongyang, la mente y las ambiciones del hombre fuerte del régimen y marido de Kim Kyong-hui —hermana de Kim Jong-il— volaban ya mucho más alto que la labor de regente que le había sido encomendada. Según ha asegurado el Gobierno, Jang maniobró para tomar el control del país, fue descubierto, y el jueves fue ejecutado por traición. La agencia oficial norcoreana KCNA ha afirmado que cometió “crímenes horrorosos como intentar derrocar al Estado mediante todo tipo de intrigas y métodos despreciables, con la salvaje ambición de hacerse con el poder supremo de nuestro partido y nuestro Estado”.
“Desde hace mucho tiempo, Jang tenía una sucia ambición política. No se atrevió a levantar la cabeza cuando Kim Il-sung [fundador de Corea del Norte y abuelo de Kim Jong-un] y Kim Jong-il estaban vivos”, dijo KCNA. “Comenzó a revelar su verdadero color y a pensar que había llegado el momento de realizar su ambición salvaje en el periodo de cambio histórico en el que la generación de la revolución fue sustituida”.
La convulsión generada por su defenestración es de gran alcance y su impacto es difícil de calibrar aún en toda su amplitud. Según la presidenta de Corea del Sur, Park Geun-hye, “Corea del Norte está llevando a cabo un reinado del terror, y ha emprendido una purga a gran escala para reforzar el poder de Kim Jong-un”. “A partir de ahora, las relaciones Sur-Norte pueden hacerse más inestables”, dijo en una reunión de su gabinete el martes pasado, al día siguiente de que fuera anunciada la caída de Jang.
Se cree que varias personas cercanas al poderoso tío han sido eliminadas. Los servicios de espionaje surcoreanos aseguraron la semana pasada que dos de sus aliados habían sido ejecutados por corrupción y dos de sus parientes que trabajaban en embajadas extranjeras habían recibido órdenes de regresar a Corea del Norte. La política norcoreana es casi impenetrable, y las razones de la fulminación de Jang podrían ser las diferencias con su sobrino o con su esposa, como han especulado desertores de la élite norcoreana asentados en Corea del Sur.
“Cualquiera que se atreva a desafiar la autoridad absoluta y la dirección única de nuestro querido mariscal Kim Jong-un acabará con un castigo mortal imperdonable, no importa quién sea ni dónde se esconda”, ha afirmado KCNA, según la agencia de noticias china Xinhua.
La caída de Jang contribuye a las evidencias crecientes de que un Kim Jong-un cada vez más maduro —ronda los 30 años— continúa el proceso para desembarazarse de los guardianes ancianos designados por su padre para erigirse en mandatario único y absoluto. El año pasado, destituyó a Ri Yong-ho, que era jefe de la Junta de Estado Mayor del Ejército Popular de Corea y uno de sus principales consejeros. En los dos años que lleva en el poder, cinco de los siete altos dirigentes que le acompañaron a pie junto al coche fúnebre en el funeral de Kim Jong-il han sido marginados.
“Cada vez que un régimen ejecuta a un alto funcionario indica un caos potencial o real en el centro. También puede revelar alguna enemistad generacional en el régimen de los Kim”, explica Peter Hayes, cofundador y director de Nautilus Institute for Security and Sustainability, un centro de estudios no gubernamental con sede en Berkeley (California), especializado en Asia, y en particular en Corea del Norte. “Es un mal presagio para los esfuerzos de influencia tranquila de China sobre las acciones de Corea del Norte y las [posibles] reformas de estilo chino [de las cuales se cree que Jang era partidario]”, dice Hayes. Pekín ha calificado la ejecución de asunto interno, pero ha enfatizado también la necesidad de estabilidad.
Miembros del Parlamento en Seúl aseguran que Kim Jong-un está recurriendo al miedo para afianzar su posición. “Está fortaleciendo el reinado del terror […] El año pasado fueron ejecutadas en público 17 personas, pero este año han sido unas 40”, afirmó la semana pasada el legislador Cho Won-jin después de una reunión con la agencia de inteligencia, informa Reuters.
Los temores a un periodo de inestabilidad también laten en Tokio. El jueves, el ministro de Defensa de Japón, Itsunori Onodera, dijo que la purga del número dos podría presagiar un periodo de turbulencias comparable a la Revolución Cultural (1966-1976) en China. “Las imágenes de Jang Song-thaek siendo arrestado me recordaron las escenas que uno puede haber visto durante la época de la Revolución Cultural”, declaró en Tokio, informa France Presse. “Corea del Norte podría radicalizarse más en el futuro […] Ese es mi temor”. Los analistas surcoreanos creen que la defenestración de Jang será seguida de una amplia purga de personas de su entorno, que dejará a Kim como líder indiscutible. De momento, no hay señales de que se estén produciendo castigos en masa.
En los años que estuvo en el poder al lado de Kim Jong-il y luego de Kim Jong-un, Jang fue, sin duda, ejecutor e impulsor de condenas, purgas y desapariciones de enemigos del régimen. La máquina que contribuyó a alimentar se ha vuelto ahora contra él. A los Kim no les ha temblado el pulso cuando ha hecho falta para mantener el gobierno absoluto. Primero lo demostró durante su reinado Kim Il-sung, el fundador de Corea del Norte, conocido como el Gran Líder; luego, su hijo, Kim Jong-il, el Querido Líder, y ahora su nieto, Kim Jong-un, el Brillante Camarada. La dinastía Kim continúa. Y el terror con ella.