Marie de Villepin no es una ‘niña de papá’

No hizo caso de los consejos de su padre, el ex primer ministro francés Dominique de Villepin.
Se cambió el apellido al llegar sola a Nueva York y se labró un futuro como actriz, modelo y cantante.
Hoy, ya sin seudónimos, es protagonista de la gran pantalla y se ha convertido en musa de Givenchy

Ana Teruel
Paris, El País
Comparte con su padre la estatura, el porte aristocrático y el amor por la literatura. A sus 27 años, Marie de Villepin, hija del ex primer ministro francés Dominique de Villepin, vive, sin embargo, una vida bien diferente de aquella a la que estaba predestinada. Bellezón de casi metro ochenta, de labios pulposos y ojos de gata, ha hecho carrera de modelo y se ha consagrado como musa de Givenchy. También cantante y actriz, acaba de estrenar su primera película como protagonista, Baikonur, un curioso cuento espacial. Dentro de unos meses volverá a la gran pantalla, esta vez dando vida a Betty Catroux, el alma gemela de Yves Saint Laurent, en la película sobre el modista de Jalil Lespert. Ni niña de papá, ni hija rebelde, Marie se abre sin complejos su propio camino.


“Marie, los años pasan y las oportunidades no vuelven. Que sepas que estás arruinando tu futuro, que sepas también que te queremos y que siempre encontrarás nuestra puerta abierta. Pero si te vas, no te ayudaremos”. Corría el año 2005 cuando Marie decidió abandonar el mundo de las finanzas, en el que había hecho alguna breve incursión atraída por el poder que le atribuía, y poner rumbo a Nueva York para iniciar su carrera de modelo y de actriz. Por aquel entonces su padre era primer ministro y con estas palabras intentó disuadirla, según relataría ella años más tarde a la revista Elle. Sin éxito.

Criaturas de cine

Mientras Marie está en cartelera con Baikonur, su padre, el ex primer ministro Dominique de Villepin, es el protagonista de la nueva película de Bertrand Tarvernier, Quai d’Orsay, una adaptación del tebeo que recorre sus años en Exteriores vistos por el joven que le escribía los discursos.

La joven nacida en Washington y criada en diferentes países, siguiendo los destinos de su padre diplomático —desde India hasta Venezuela, pasando por algunos países africanos—, tenía entonces 19 años. Después de unas breves clases de actuación en París, cruzó el charco por su cuenta en busca de su propio destino en la Gran Manzana. Eligió el seudónimo de Marie Steiss para no revelar el parentesco. En esa misma ciudad, un par de años antes, su padre ya había dejado rastro, entonces ministro de Exteriores, al liderar la oposición a la guerra de Irak en un histórico discurso en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

No fue hasta el caso Clearstream cuando la hija mayor de Villepin decidió asumir públicamente su apellido en señal de apoyo. En este escándalo, que se juzgó a finales de 2009 y principios de 2010, su padre se veía acusado de denuncia calumniosa por el entonces presidente y enemigo íntimo, Nicolas Sarkozy, quien se había propuesto “colgar al responsable de un gancho de carnicero”. “Soy una hija que quiere a su padre y que le apoya en todos sus combates”, explica en un artículo reciente del diario Libération. Al juicio, del que el político salió inocente, asistió la familia al completo mostrando una estampa de anuncio: junto a Marie, su hermano pequeño, Arthur, comercial de vino en Hong Kong; su hermana, Victoire, estudiante en una prestigiosa escuela de comercio, y su madre, Marie-Laure, escultora y separada de Villepin.

La mayor de los tres hermanos, a Marie le gusta cultivar su diferencia. De alma decididamente artística, canta también en dos grupos de música. Con Pinkmist, un grupo con un rock estilo años ochenta, ha cantado en la mayoría de las salas alternativas y casas okupas de la región parisiense. En Estados Unidos ha creado el grupo Uni con la novia de Sean Lennon, Charlotte Kemp Muhl, y el guitarrista de Courtney Love David Hurwitz. “En mi familia soy como la primera crepe: siempre sale un poco mal”, bromea, comentando el contraste que supone respecto a la imagen de su padre, en una entrevista a la revista Paris Match de esta semana.

La joven, sin embargo, no insiste en la imagen de oveja negra y en ningún momento reniega de la herencia del ex primer ministro. Con él comparte muchas aficiones, empezando por el gusto por el viaje y las diferentes culturas. Al igual que Villepin, tiene debilidad por los poetas, en particular “aquellos que llaman los malditos: Lorca, Rimbaud, Marina Tsvetáyeva, Artaud”; se interesa por la política —“políticamente, usted y yo puede que estemos más de acuerdo de lo que usted piensa”, le dice al periodista del diario de izquierdas Libération— y huye de la monotonía. “Estoy muy a gusto ante los conflictos, las situaciones de crisis. Es la herencia de mi padre, no puedo negarlo. Me gusta la intensidad, las subidas de adrenalina. Podría haber sido torero. Sí, eso me hubiera encantado”, señala a Paris Match.

Ahora vive a caballo entre Nueva York y Los Ángeles, de vez en cuando deja las maletas en París y puede presumir de haber ganado su apuesta fuera del cocón familiar. En 2006 protagonizó el muy sugerente anuncio de Givenchy para el perfume Ange ou Démon, en el que deambula con una máscara por un palacete entre hombres y mujeres al estilo de una escena de Eyes wide shut, de Kubrick. En Baikonur, una película de Veit Helmer rodada en Kazajistán, cambia los tacones y vestidos glamurosos por el traje de astronauta para interpretar a una rica turista espacial en un vuelo ruso.

En pleno foco mediático por su actualidad cinematográfica, habla de su familia y de su carrera sin tapujos. Queda un ámbito del que se niega a hablar, y ese es el de su vida privada. Hace unos años, a raíz de unas fotos, se rumoreó sobre una posible relación con la actriz Amber Heard, la novia actual de Johnny Depp, quien se declaró públicamente bisexual. “Asumo todas mis amistades y todas mis relaciones. Estoy muy a gusto conmigo misma, tengo una vida amorosa muy satisfactoria”, concede Marie de Villepin a Paris Match.


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