La banca pide igualdad de trato al BCE
Directivos de las 16 entidades más grandes reclaman una normativa homogénea de capital
También solicitan que no se castigue a la deuda pública ante la futura prueba de estrés
Íñigo de Barrón
Madrid, El País
Las dudas y las indecisiones, tan apegadas a los modos políticos de Bruselas, también contagian al Banco Central Europeo (BCE), aunque tenga su sede en Fráncfort. Presidentes y consejeros delegados de las 16 mayores entidades que serán supervisadas por el BCE a partir del 4 de noviembre de 2014, según ha revelado este lunes su presidente Mario Draghi, han reclamado dos cuestiones: igualdad de normas para calcular el capital de los bancos y que no se minusvaloren las carteras de deuda pública, que llenan sus balances. Los banqueros quieren tener ideas claras ante el próximo análisis de calidad de los activos y las posteriores pruebas de resistencia que se realizarán en 2014.
Según fuentes presentes en la cita, el BCE se ha mostrado más receptivo a trabajar en la igualdad de las normas que a asegurar que no habrá recorte de la deuda, conocido como hair cut. Incluso, alguno de los ejecutivos que han asistido a Fráncfort ha regresado a Madrid convencido de que en la prueba de estrés se aplicará un descuento al valor de la deuda, como sucedió en las pruebas españolas de septiembre de 2012. Los financieros creen que si deprecia el papel del Estado español, se debería hacer lo mismo con el de otros países “o de lo contrario se generará inestabilidad en los mercados. Podríamos empezar a vender las carteras y comprar bonos alemanes, pero seguro que al Gobierno no le gusta...”, ironizan estas fuentes.
El recibimiento se ha iniciado sobre la 13,15 horas y la reunión ha durado desde las 14,30 hasta las 17 horas. El peso del encuentro lo ha llevado el vicepresidente del BCE, Victor Constãncio, que ha realizado una exposición con las ideas generales. Después han empezado las preguntas de los asistentes. La petición más repetida de los españoles —que han estado acompañados de banqueros franceses, irlandeses, finlandeses, estonios y griegos— ha sido que se unificaran las reglas de juego del próximo partido, que será el nivel de capital y la calidad de los activos.
Ahora las normativas de cada país sobre los llamados “activos ponderados por riesgo” (APR) no consideran igual los diferentes tipos de riesgos a la hora de exigir capital a un banco. Estas diferencias castigan especialmente a las entidades españolas porque las directivas del Banco de España han sido, tradicionalmente, más exigentes. Así, un crédito hipotecario en España requiere más recursos propios que en otros países como Italia, Reino Unido y Alemania. La consideración de la morosidad tampoco es homogénea. Por ejemplo, en Italia no se considera un crédito dudoso hasta que el impago alcanza los 120 días. En el resto de Europa, es a los 90 días. Está claro que antes de llegar a la unión bancaria hay una batalla política pendiente, como no podía ser de otra manera.
Sí ha quedado claro que los bancos que tengan un ratio de capital inferior al 8% tras la evaluación del perfil global de riesgos y la valoración de la calidad de las carteras (conocido como AQR, Asset Quality Review), deberán cubrirlo inmediatamente. ¿Cómo? Eso no se ha aclarado, pero se supone que en el mercado, ya que todavía no existe un mecanismo de resolución europeo.
Sin embargo, el banco cuyo capital esté por debajo del nivel mínimo tras el test de estrés, no tendrá tanta urgencia. Deberá explicar al BCE cómo conseguiría lo que le falta en el caso en el que la economía real se comporte como los diferentes escenarios aplicados en el examen. El BCE hace de la necesidad virtud: como no tendrá presupuesto para tapar los agujeros bancarios, no lo exige inmediatamente. Algún banquero consultado considera que los mercados castigarán a los que suspendan las pruebas, “independientemente de que no se les obligue a tapar el agujero de capital. Pueden llegar problemas”. Lo que sí se ha comentado a la expedición española, que ha estado acompañada por el subgobernador Fernando Restoy, es que los nuevos test de estrés se harán sobre los balances de cierre del ejercicio 2013.
Al igual que se hizo en España, el BCE y los bancos centrales de cada país contarán con la ayuda de auditores para examinar las cuentas. Estos colaborarán con Oliver Wyman, el gran experto contratado por Draghi.
Respecto a la liquidez, banqueros presentes en la cita han comentado que el BCE ha pedido colaboración a las entidades para reducir su apelación al dinero barato que presta Fráncfort, aunque les ha comentado que no habrá problemas por este motivo. Constãncio, ha dicho un banquero español, ha comentado que no esperaba “problemas” con las entidades españolas. En términos similares se ha pronunciado este mismo lunes Luis de Guindos, ministro de Economía.
Lo cierto es que los ejecutivos españoles juegan con la ventaja, frente a los de otros países europeos, de haber pasado un duro examen en 2012, pero son conscientes de que la crisis va consumiendo la fortaleza de sus balances. Pero siempre les queda la advertencia: si se exige mucho capital, se reducirá el crédito, como explicó Emilio Botín, presidente del Santander, hace unas semanas en una conferencia en la que estaba Constãncio presente.
También solicitan que no se castigue a la deuda pública ante la futura prueba de estrés
Íñigo de Barrón
Madrid, El País
Las dudas y las indecisiones, tan apegadas a los modos políticos de Bruselas, también contagian al Banco Central Europeo (BCE), aunque tenga su sede en Fráncfort. Presidentes y consejeros delegados de las 16 mayores entidades que serán supervisadas por el BCE a partir del 4 de noviembre de 2014, según ha revelado este lunes su presidente Mario Draghi, han reclamado dos cuestiones: igualdad de normas para calcular el capital de los bancos y que no se minusvaloren las carteras de deuda pública, que llenan sus balances. Los banqueros quieren tener ideas claras ante el próximo análisis de calidad de los activos y las posteriores pruebas de resistencia que se realizarán en 2014.
Según fuentes presentes en la cita, el BCE se ha mostrado más receptivo a trabajar en la igualdad de las normas que a asegurar que no habrá recorte de la deuda, conocido como hair cut. Incluso, alguno de los ejecutivos que han asistido a Fráncfort ha regresado a Madrid convencido de que en la prueba de estrés se aplicará un descuento al valor de la deuda, como sucedió en las pruebas españolas de septiembre de 2012. Los financieros creen que si deprecia el papel del Estado español, se debería hacer lo mismo con el de otros países “o de lo contrario se generará inestabilidad en los mercados. Podríamos empezar a vender las carteras y comprar bonos alemanes, pero seguro que al Gobierno no le gusta...”, ironizan estas fuentes.
El recibimiento se ha iniciado sobre la 13,15 horas y la reunión ha durado desde las 14,30 hasta las 17 horas. El peso del encuentro lo ha llevado el vicepresidente del BCE, Victor Constãncio, que ha realizado una exposición con las ideas generales. Después han empezado las preguntas de los asistentes. La petición más repetida de los españoles —que han estado acompañados de banqueros franceses, irlandeses, finlandeses, estonios y griegos— ha sido que se unificaran las reglas de juego del próximo partido, que será el nivel de capital y la calidad de los activos.
Ahora las normativas de cada país sobre los llamados “activos ponderados por riesgo” (APR) no consideran igual los diferentes tipos de riesgos a la hora de exigir capital a un banco. Estas diferencias castigan especialmente a las entidades españolas porque las directivas del Banco de España han sido, tradicionalmente, más exigentes. Así, un crédito hipotecario en España requiere más recursos propios que en otros países como Italia, Reino Unido y Alemania. La consideración de la morosidad tampoco es homogénea. Por ejemplo, en Italia no se considera un crédito dudoso hasta que el impago alcanza los 120 días. En el resto de Europa, es a los 90 días. Está claro que antes de llegar a la unión bancaria hay una batalla política pendiente, como no podía ser de otra manera.
Sí ha quedado claro que los bancos que tengan un ratio de capital inferior al 8% tras la evaluación del perfil global de riesgos y la valoración de la calidad de las carteras (conocido como AQR, Asset Quality Review), deberán cubrirlo inmediatamente. ¿Cómo? Eso no se ha aclarado, pero se supone que en el mercado, ya que todavía no existe un mecanismo de resolución europeo.
Sin embargo, el banco cuyo capital esté por debajo del nivel mínimo tras el test de estrés, no tendrá tanta urgencia. Deberá explicar al BCE cómo conseguiría lo que le falta en el caso en el que la economía real se comporte como los diferentes escenarios aplicados en el examen. El BCE hace de la necesidad virtud: como no tendrá presupuesto para tapar los agujeros bancarios, no lo exige inmediatamente. Algún banquero consultado considera que los mercados castigarán a los que suspendan las pruebas, “independientemente de que no se les obligue a tapar el agujero de capital. Pueden llegar problemas”. Lo que sí se ha comentado a la expedición española, que ha estado acompañada por el subgobernador Fernando Restoy, es que los nuevos test de estrés se harán sobre los balances de cierre del ejercicio 2013.
Al igual que se hizo en España, el BCE y los bancos centrales de cada país contarán con la ayuda de auditores para examinar las cuentas. Estos colaborarán con Oliver Wyman, el gran experto contratado por Draghi.
Respecto a la liquidez, banqueros presentes en la cita han comentado que el BCE ha pedido colaboración a las entidades para reducir su apelación al dinero barato que presta Fráncfort, aunque les ha comentado que no habrá problemas por este motivo. Constãncio, ha dicho un banquero español, ha comentado que no esperaba “problemas” con las entidades españolas. En términos similares se ha pronunciado este mismo lunes Luis de Guindos, ministro de Economía.
Lo cierto es que los ejecutivos españoles juegan con la ventaja, frente a los de otros países europeos, de haber pasado un duro examen en 2012, pero son conscientes de que la crisis va consumiendo la fortaleza de sus balances. Pero siempre les queda la advertencia: si se exige mucho capital, se reducirá el crédito, como explicó Emilio Botín, presidente del Santander, hace unas semanas en una conferencia en la que estaba Constãncio presente.