El expresidente Zelaya impugna la victoria de la derecha en Honduras
El presidente electo Hernández remontó una campaña centrada en la seguridad
Majo Siscar Banyuls
Tegucigalpa, El País
Campechano, sonriente y seguro de su triunfo, el presidente electo de Honduras, Juan Orlando Hernández compareció ante la prensa con un mensaje de unidad. “El pueblo hondureño escogió la paz, en lugar de la violencia política. Una parte del electorado no votó por mí, pero voy a gobernar para todos”, dijo. Hernández es un animal político que ha sabido remontar una campaña en la que empezó perdiendo y donde anoche, con el 54% de los votos escrutados, ganaba por seis puntos. Podría ser un margen suficientemente amplio para disipar cualquier sospecha de fraude, pero en una sociedad polarizada por el golpe de Estado de 2009, parte de la sociedad veía en estas elecciones la posibilidad de revertir en las urnas. La contienda se ha vivido con una emoción a flor de piel.
La candidata de Libertad y Refundación (Libre), Xiomara Castro, se declaró ganadora a las ocho de la tarde del domingo hora hondureña y en la madrugada del lunes denunció cientos de irregularidades. Ese día, su esposo y coordinador del partido, el expresidente depuesto en el golpe, Manuel Zelaya, salió a reiterar las acusaciones de fraude. “Vamos a defender el triunfo que obtuvimos en la urnas al tribunal y si es necesario ir a las calles vamos a ir”, espetó Zelaya arropado por centenares de sus partidarios en el Hotel Clarión de Tegucigalpa. Los mismos seguidores que en 2009 eran dispersados con gas a las puertas de este hotel por exigir la restitución del expresidente mientras dentro, la Organización de Estados Americanos intentaba sin éxito llegar a un acuerdo con el Gobierno de facto. Zelaya no volvió al país hasta dos años después, en 2011 y en 18 meses ha conseguido levantar un partido que le disputaba el triunfo al candidato oficialista. Bajo el liderazgo del expresidente se agruparon desde liberales históricos fieles al Ejecutivo y empresarios progresistas, hasta líderes sindicales y la izquierda radical que marchó durante cinco meses contra el golpe de Estado y que ahora quieren volver a demostrar su fuerza en la calle. El expresidente matizó que antes de lanzarse a la calle exigirán un recuento.
Zelaya denuncia que las autoridades electorales han ignorado el 20% de las actas donde ganaría Libre. Sus seguidores portaban pancartas llamando a la movilización. El presidente saliente, Porfirio Lobo, quiso dar por zanjada la discusión por radio y televisión al declarar ganador a Hernández, su delfín. “Se abre una precrisis política que frustra la transición, Libre es una fuerza nueva convencida de la victoria y habrá resistencia a esos resultados”, señala Gustavo Irías, director del Centro de Estudios Para la Democracia.
Pese a tener solo 45 años, Hernández consiguió con habilidad política darle un vuelco a la campaña con una propuesta de mano dura. El presidente electo prometió reforzar la presencia del Ejército en las calles y “hacer lo que tenga que hacer para erradicar la delincuencia”. En un país donde cada día asesinan a 22 personas y donde la policía se enfrenta a juicios por colusión con el crimen organizado, el énfasis en la seguridad puede haber sido clave en su victoria. “Estas elecciones han sido un referéndum sobre la policía militar”, dijo el propio Hernández el lunes a la prensa. Su bandera de campaña ha sido un nuevo cuerpo entrenado y dependiente de las Fuerzas Armadas que se dedique a combatir la delincuencia.
Majo Siscar Banyuls
Tegucigalpa, El País
Campechano, sonriente y seguro de su triunfo, el presidente electo de Honduras, Juan Orlando Hernández compareció ante la prensa con un mensaje de unidad. “El pueblo hondureño escogió la paz, en lugar de la violencia política. Una parte del electorado no votó por mí, pero voy a gobernar para todos”, dijo. Hernández es un animal político que ha sabido remontar una campaña en la que empezó perdiendo y donde anoche, con el 54% de los votos escrutados, ganaba por seis puntos. Podría ser un margen suficientemente amplio para disipar cualquier sospecha de fraude, pero en una sociedad polarizada por el golpe de Estado de 2009, parte de la sociedad veía en estas elecciones la posibilidad de revertir en las urnas. La contienda se ha vivido con una emoción a flor de piel.
La candidata de Libertad y Refundación (Libre), Xiomara Castro, se declaró ganadora a las ocho de la tarde del domingo hora hondureña y en la madrugada del lunes denunció cientos de irregularidades. Ese día, su esposo y coordinador del partido, el expresidente depuesto en el golpe, Manuel Zelaya, salió a reiterar las acusaciones de fraude. “Vamos a defender el triunfo que obtuvimos en la urnas al tribunal y si es necesario ir a las calles vamos a ir”, espetó Zelaya arropado por centenares de sus partidarios en el Hotel Clarión de Tegucigalpa. Los mismos seguidores que en 2009 eran dispersados con gas a las puertas de este hotel por exigir la restitución del expresidente mientras dentro, la Organización de Estados Americanos intentaba sin éxito llegar a un acuerdo con el Gobierno de facto. Zelaya no volvió al país hasta dos años después, en 2011 y en 18 meses ha conseguido levantar un partido que le disputaba el triunfo al candidato oficialista. Bajo el liderazgo del expresidente se agruparon desde liberales históricos fieles al Ejecutivo y empresarios progresistas, hasta líderes sindicales y la izquierda radical que marchó durante cinco meses contra el golpe de Estado y que ahora quieren volver a demostrar su fuerza en la calle. El expresidente matizó que antes de lanzarse a la calle exigirán un recuento.
Zelaya denuncia que las autoridades electorales han ignorado el 20% de las actas donde ganaría Libre. Sus seguidores portaban pancartas llamando a la movilización. El presidente saliente, Porfirio Lobo, quiso dar por zanjada la discusión por radio y televisión al declarar ganador a Hernández, su delfín. “Se abre una precrisis política que frustra la transición, Libre es una fuerza nueva convencida de la victoria y habrá resistencia a esos resultados”, señala Gustavo Irías, director del Centro de Estudios Para la Democracia.
Pese a tener solo 45 años, Hernández consiguió con habilidad política darle un vuelco a la campaña con una propuesta de mano dura. El presidente electo prometió reforzar la presencia del Ejército en las calles y “hacer lo que tenga que hacer para erradicar la delincuencia”. En un país donde cada día asesinan a 22 personas y donde la policía se enfrenta a juicios por colusión con el crimen organizado, el énfasis en la seguridad puede haber sido clave en su victoria. “Estas elecciones han sido un referéndum sobre la policía militar”, dijo el propio Hernández el lunes a la prensa. Su bandera de campaña ha sido un nuevo cuerpo entrenado y dependiente de las Fuerzas Armadas que se dedique a combatir la delincuencia.