Un hombre que sobrevivió a su propia ejecución volverá al cadalso en Irán
Las ONG piden el perdón para un condenado por narcotráfico que estuvo 12 minutos ahorcado
La ley islámica impide repetir las ejecuciones si el condenado sobrevive
Ángeles Espinosa
Dubái, El País
Resulta insólito que alguien sobreviva a su propia ejecución. Es justamente lo que le ha sucedido a Alireza M., un iraní condenado a muerte por tráfico de drogas. Al día siguiente del ahorcamiento un empleado de la morgue descubrió que aún respiraba. Pero el alivió que su familia apenas ha durado. Un juez ha determinado que debe volver al cadalso. Abogados y organizaciones de derechos humanos tachan de cruel esta segunda condena a muerte y piden a Irán que le perdone.
“La terrible perspectiva de que este hombre se enfrente por segunda vez a la horca, tras haber pasado ya por semejante trago una vez, sólo subraya la crueldad y la brutalidad de la pena de muerte”, ha declarado Philip Luther, director del programa para Oriente Próximo de Amnistía Internacional.
Alireza M. fue ejecutado a principios de este mes en la prisión de Bojnurd, la capital de la provincia de Jorasán Septentrional, en la frontera con Turkmenistán. El hombre, de 37 años, casado y con dos hijas, había sido condenado a muerte por estar en posesión de un kilo de clorhidrato de metanfetamina, conocido como cristal o shabú. Un médico certificó su fallecimiento después de permanecer 12 minutos colgado en la horca, y su cuerpo fue trasladado al depósito de la cárcel. Pero según reveló la semana pasada la prensa iraní, un empleado de la morgue descubrió que estaba vivo y avisó a la familia. Desde entonces permanece en un hospital bajo vigilancia armada.
Dentro de Irán, un grupo de abogados ha firmado una petición al jefe del poder judicial, el ayatolá Sadeq Lariyaní, pidiendo el sobreseimiento del caso habida cuenta de su excepcionalidad. Sin embargo, el juez competente ha informado a la familia de que Alireza M. será ejecutado de nuevo “en cuanto reciba el alta médica”. Su postura ha sido respaldada por Nurollah Aziz-Mohamadi, un destacado juez, citado por el diario Iran.
“Según la Sharía [ley islámica], si alguien sobrevive a una ejecución, no debe de ser ejecutado de nuevo, y hasta donde yo sé nadie ha sido ejecutado una segunda vez”, discrepa la abogada Farideh Gheirat consultada por la Campaña Internacional por los Derechos Humanos en Irán. “No debemos considerar sólo la opinión de un juez. Aún no se ha anunciado nada definitivo sobre el asunto y tendremos que esperar”, añade antes de mencionar que se ha procedido de ese modo en casos en que se ha roto la horca u ha habido otro tipo de incidentes.
“Las autoridades iraníes deben frenar de inmediato la ejecución de Alireza M. y dictar una moratoria en el resto”, pide Amnistía Internacional. Esta organización recuerda que Irán tiene la mayor tasa de ejecuciones per cápita del mundo y sólo China, con una población mucho mayor, le supera en número. De acuerdo con sus datos, al menos 508 personas han sido ajusticiadas este año, incluidos 221 casos que no se han confirmado oficialmente. La mayor parte de las sentencias a muerte tienen que ver con delitos por drogas.
Aunque Hasan Rohaní ha prometido acabar con el ambiente represor del anterior Gobierno, grupos de derechos humanos apuntan que desde su llegada a la presidencia en agosto se han producido 125 ejecuciones. Algunos observadores sospechan que el poder judicial, uno de los feudos de los ultraconservadores del régimen, esté acelerando la ejecución de sentencias para tratar de sabotear sus esfuerzos de mejorar las relaciones con Occidente.
La ley islámica impide repetir las ejecuciones si el condenado sobrevive
Ángeles Espinosa
Dubái, El País
Resulta insólito que alguien sobreviva a su propia ejecución. Es justamente lo que le ha sucedido a Alireza M., un iraní condenado a muerte por tráfico de drogas. Al día siguiente del ahorcamiento un empleado de la morgue descubrió que aún respiraba. Pero el alivió que su familia apenas ha durado. Un juez ha determinado que debe volver al cadalso. Abogados y organizaciones de derechos humanos tachan de cruel esta segunda condena a muerte y piden a Irán que le perdone.
“La terrible perspectiva de que este hombre se enfrente por segunda vez a la horca, tras haber pasado ya por semejante trago una vez, sólo subraya la crueldad y la brutalidad de la pena de muerte”, ha declarado Philip Luther, director del programa para Oriente Próximo de Amnistía Internacional.
Alireza M. fue ejecutado a principios de este mes en la prisión de Bojnurd, la capital de la provincia de Jorasán Septentrional, en la frontera con Turkmenistán. El hombre, de 37 años, casado y con dos hijas, había sido condenado a muerte por estar en posesión de un kilo de clorhidrato de metanfetamina, conocido como cristal o shabú. Un médico certificó su fallecimiento después de permanecer 12 minutos colgado en la horca, y su cuerpo fue trasladado al depósito de la cárcel. Pero según reveló la semana pasada la prensa iraní, un empleado de la morgue descubrió que estaba vivo y avisó a la familia. Desde entonces permanece en un hospital bajo vigilancia armada.
Dentro de Irán, un grupo de abogados ha firmado una petición al jefe del poder judicial, el ayatolá Sadeq Lariyaní, pidiendo el sobreseimiento del caso habida cuenta de su excepcionalidad. Sin embargo, el juez competente ha informado a la familia de que Alireza M. será ejecutado de nuevo “en cuanto reciba el alta médica”. Su postura ha sido respaldada por Nurollah Aziz-Mohamadi, un destacado juez, citado por el diario Iran.
“Según la Sharía [ley islámica], si alguien sobrevive a una ejecución, no debe de ser ejecutado de nuevo, y hasta donde yo sé nadie ha sido ejecutado una segunda vez”, discrepa la abogada Farideh Gheirat consultada por la Campaña Internacional por los Derechos Humanos en Irán. “No debemos considerar sólo la opinión de un juez. Aún no se ha anunciado nada definitivo sobre el asunto y tendremos que esperar”, añade antes de mencionar que se ha procedido de ese modo en casos en que se ha roto la horca u ha habido otro tipo de incidentes.
“Las autoridades iraníes deben frenar de inmediato la ejecución de Alireza M. y dictar una moratoria en el resto”, pide Amnistía Internacional. Esta organización recuerda que Irán tiene la mayor tasa de ejecuciones per cápita del mundo y sólo China, con una población mucho mayor, le supera en número. De acuerdo con sus datos, al menos 508 personas han sido ajusticiadas este año, incluidos 221 casos que no se han confirmado oficialmente. La mayor parte de las sentencias a muerte tienen que ver con delitos por drogas.
Aunque Hasan Rohaní ha prometido acabar con el ambiente represor del anterior Gobierno, grupos de derechos humanos apuntan que desde su llegada a la presidencia en agosto se han producido 125 ejecuciones. Algunos observadores sospechan que el poder judicial, uno de los feudos de los ultraconservadores del régimen, esté acelerando la ejecución de sentencias para tratar de sabotear sus esfuerzos de mejorar las relaciones con Occidente.