El Barcelona se toma el día libre
Pamplona, As
Gerardo Martino conoció en Pamplona lo que es el verdadero ‘Virus FIFA’. No se trata de un virus que se pueda diagnosticar en base a kilómetros viajados y a minutos jugados. Se trata de un virus que se detecta mirando a los ojos de los futbolistas y conociéndoles. Sabiendo que para algunos jugadores del Barça, el partido de regreso de las selecciones es poco menos que un partido de descanso si no se les marca de cerca. Así se lo tomaron varios futbolistas internacionales del equipo culé, que seguramente le aseguraron a Martino que estaban para jugar y que en El Sadar se dedicaron a esperar que saliera Messi y les sacara las castañas del fuego. Pero Messi salió tarde y ni él pudo arreglar tanta indolencia.
Se le escapó al Barça igualar el mejor inicio de Liga de la historia al ganar nueve partidos seguidos de salida por culpa de un grupo de jugadores que llegó a Pamplona impregnado del mensaje de un entrenador que aseguraba que estos récords no le interesaban. Si no le interesan al entrenador, a los jugadores se la trae al pairo y a partir de ahí se explican muchas cosas. Muchas dimisiones personales que se vieron en Pamplona, donde no se pudo encontrar a un jugador culé que lo hiciera notable. Fueron a tomarse un día libre. Seguramente, en Milán y ante el Madrid será otra cosa, pero lo de Pamplona fue una dimisión en la capacidad competitiva en toda regla a pesar de honradas excepciones como es el caso de Neymar y de Puyol.
Lo del capitán merece capítulo aparte. Jugó 90 minutos como un campeón y tras siete meses parado corrió mucho más, puso más orgullo y sudó más que muchos de los que venían de conseguir la clasificación mundialista para España. Lo único que se le puede reprochar al de La Pobla es que a mitad de partido no pillara a más de uno por la pechera y le pegara cuatro gritos para explicarle que los tres puntos en juego eran oficiales.
Puede que cuatro gritos y coger por la pechera no fuera necesario. Con decirles que tenían que correr lo mismo que Osasuna hubiera bastado. Pero se ve que lo entendieron al revés. Entendieron que tenían que chutar lo mismo que Osasuna, que no pasó de medio campo. El Barça no fue capaz de ganarle un partido a un equipo que ni les amenazó. Si esto no es Virus FIFA, que baje Dios y lo vea.
De entrada se sometió el Barcelona a un ritmo de partido en el que únicamente Neymar parecía ser consciente de que la cosa iba en serio. Era el brasileño el único miembro del frente de ataque que buscaba la portería local. El único al que no le afectaba el famoso Virus. Pero al final, la convivencia con jugadores altamente infectados por este virus como Pedro, Fàbregas, Iniesta o Busquets acaba por contagiar. Contagia tanto, que hasta Adriano, que no se ha movido de casa, fue por momentos el peor jugador sobre el terreno de juego. Contando los locales, que ya es decir.
Poco a poco, Osasuna fue llevando el partido a donde quería, a alejar al Barça de su área y a dejarle creer a los de Martino que el partido se decidiría cuando saliera Messi. Pero cuando salió Messi, la cosa ya estaba muy complicada. La inercia del mal juego y la molicie de los primeros 45 minutos pesaban en las piernas de unos jugadores irreconocibles por su falta de espíritu. El problema era rehacer un desastre. Y Martino optó por la peor solución posible. Retiró a Xavi, el único que aportaba algo al juego, para priorizar un ataque rápido. El fracaso fue absoluto. Ni Messi pudo con la molicie de los que se creían que la vuelta al trabajo está marcada para el martes en Milán.
Gerardo Martino conoció en Pamplona lo que es el verdadero ‘Virus FIFA’. No se trata de un virus que se pueda diagnosticar en base a kilómetros viajados y a minutos jugados. Se trata de un virus que se detecta mirando a los ojos de los futbolistas y conociéndoles. Sabiendo que para algunos jugadores del Barça, el partido de regreso de las selecciones es poco menos que un partido de descanso si no se les marca de cerca. Así se lo tomaron varios futbolistas internacionales del equipo culé, que seguramente le aseguraron a Martino que estaban para jugar y que en El Sadar se dedicaron a esperar que saliera Messi y les sacara las castañas del fuego. Pero Messi salió tarde y ni él pudo arreglar tanta indolencia.
Se le escapó al Barça igualar el mejor inicio de Liga de la historia al ganar nueve partidos seguidos de salida por culpa de un grupo de jugadores que llegó a Pamplona impregnado del mensaje de un entrenador que aseguraba que estos récords no le interesaban. Si no le interesan al entrenador, a los jugadores se la trae al pairo y a partir de ahí se explican muchas cosas. Muchas dimisiones personales que se vieron en Pamplona, donde no se pudo encontrar a un jugador culé que lo hiciera notable. Fueron a tomarse un día libre. Seguramente, en Milán y ante el Madrid será otra cosa, pero lo de Pamplona fue una dimisión en la capacidad competitiva en toda regla a pesar de honradas excepciones como es el caso de Neymar y de Puyol.
Lo del capitán merece capítulo aparte. Jugó 90 minutos como un campeón y tras siete meses parado corrió mucho más, puso más orgullo y sudó más que muchos de los que venían de conseguir la clasificación mundialista para España. Lo único que se le puede reprochar al de La Pobla es que a mitad de partido no pillara a más de uno por la pechera y le pegara cuatro gritos para explicarle que los tres puntos en juego eran oficiales.
Puede que cuatro gritos y coger por la pechera no fuera necesario. Con decirles que tenían que correr lo mismo que Osasuna hubiera bastado. Pero se ve que lo entendieron al revés. Entendieron que tenían que chutar lo mismo que Osasuna, que no pasó de medio campo. El Barça no fue capaz de ganarle un partido a un equipo que ni les amenazó. Si esto no es Virus FIFA, que baje Dios y lo vea.
De entrada se sometió el Barcelona a un ritmo de partido en el que únicamente Neymar parecía ser consciente de que la cosa iba en serio. Era el brasileño el único miembro del frente de ataque que buscaba la portería local. El único al que no le afectaba el famoso Virus. Pero al final, la convivencia con jugadores altamente infectados por este virus como Pedro, Fàbregas, Iniesta o Busquets acaba por contagiar. Contagia tanto, que hasta Adriano, que no se ha movido de casa, fue por momentos el peor jugador sobre el terreno de juego. Contando los locales, que ya es decir.
Poco a poco, Osasuna fue llevando el partido a donde quería, a alejar al Barça de su área y a dejarle creer a los de Martino que el partido se decidiría cuando saliera Messi. Pero cuando salió Messi, la cosa ya estaba muy complicada. La inercia del mal juego y la molicie de los primeros 45 minutos pesaban en las piernas de unos jugadores irreconocibles por su falta de espíritu. El problema era rehacer un desastre. Y Martino optó por la peor solución posible. Retiró a Xavi, el único que aportaba algo al juego, para priorizar un ataque rápido. El fracaso fue absoluto. Ni Messi pudo con la molicie de los que se creían que la vuelta al trabajo está marcada para el martes en Milán.