El endeudamiento mete a España en la lista de países en desequilibrio del G20
El Fondo Monetario Internacional destaca el aumento de la deuda pública española que lega la crisis
Avisa del riesgo de que el superávit exterior se deba en parte a la debilidad de la demanda interna
Alejandro Bolaños
Madrid, El País
El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, abandonó la reciente cumbre del G20 en San Petersburgo (Rusia) satisfecho. Las escasas referencias a la economía española por parte del resto de líderes de países ricos y emergentes fueron generalmente elogiosas, en un contraste brutal con lo que ocurrió en la cita de 2012 (en Los Cabos, México), cuando España acababa de pedir el rescate para la banca y era el principal motivo de preocupación de los líderes mundiales. Pero en el balance económico que realiza el Fondo Monetario Internacional (FMI) por encargo del G20 aún predominan las sombras. Hasta el punto de que España, y la zona euro, se incorporan este año a la lista de economías en desequilibrio, en la que ya estaban por distintos motivos EE UU, Reino Unido, Francia, Alemania, Japón, India y China.
Una de las claves para entender la enorme repercusión del descalabro financiero de 2008 sobre la economía mundial es el aumento de los desequilibrios en varios países, lo que les hizo más vulnerables al shock de crédito. El G20 encomendó al FMI el análisis de qué grandes economías acentuaban esos desequilibrios por exceso (o defecto) de ahorro privado e inversión, elevados superávit (o déficit) exteriores o desfases en las cuentas públicas. España y el conjunto de la zona euro se incorporan ahora a esa lista, sobre todo por las "previsiones de elevados o crecientes niveles de deuda pública a medio plazo".
El informe del Fondo, publicado en la tarde de este viernes, alerta también de que el "incremento acelerado del superávit exterior" que proyecta hasta 2018 no solo desborda lo que los técnicos del FMI consideran compatible con un crecimiento equilibrado, sino que también tienen un reverso tenebroso. "La balanza por cuenta corriente ha mejorado rápidamente y mucho más de lo previsto, lo que refleja una importante caída en la inversión, mientras el ahorro privado compensa con holgura el descenso en el ahorro público".
El pronóstico del FMI es que el superávit del sector exterior equivaldrá al 6% del PIB en 2018, cuando 10 años antes el déficit rondaba el 10%. En paralelo, el desplome de la inversión, que compromete las expectativas de crecimiento y empleo, es más acentuado aún: en esa misma década, se rebajaría a la mitad, del 32% del PIB a apenas el 17% en 2018. Las escasas expectativas empresariales y el abultado nivel de deuda privada en condiciones financieras adversas explican el cambio de equilibrio entre ahorro e inversión. En los intercambios con el exterior, los técnicos del FMI insisten en que el superávit se debe en parte a la "débil actividad", que deprime las importaciones, pero ponen más énfasis en la mejora del comportamiento de las exportaciones españolas, en comparación con otros países europeos.
Para los técnicos del FMI, el desequilibrio más amenazante para la economía española radica ahora en el nivel de endeudamiento, ya que apenas ha disminuido en el sector privado y registra acelerados crecimientos en el sector público. El Fondo anticipa que la deuda pública, que ya ronda el 92%, seguirá creciendo hasta alcanzar el 106% del PIB, y no empezará a decrecer hasta 2018, un pronóstico más pesimista que el del Gobierno español. Ese nivel de endeudamiento, en condiciones financieras adversas, hará mucho más difícil que España eluda una larga etapa de crecimiento débil y altas tasas de paro.
Las recomendaciones del FMI son similares (y menos detalladas) a las que ya hizo en julio al Gobierno español: intensificar el proceso de devaluación interna, afrontar la dualidad entre empleos temporales y fijos en el mercado laboral, culminar el saneamiento de la banca y ralentizar los ajustes presupuestarios si ponen en riesgo la recuperación.
Avisa del riesgo de que el superávit exterior se deba en parte a la debilidad de la demanda interna
Alejandro Bolaños
Madrid, El País
El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, abandonó la reciente cumbre del G20 en San Petersburgo (Rusia) satisfecho. Las escasas referencias a la economía española por parte del resto de líderes de países ricos y emergentes fueron generalmente elogiosas, en un contraste brutal con lo que ocurrió en la cita de 2012 (en Los Cabos, México), cuando España acababa de pedir el rescate para la banca y era el principal motivo de preocupación de los líderes mundiales. Pero en el balance económico que realiza el Fondo Monetario Internacional (FMI) por encargo del G20 aún predominan las sombras. Hasta el punto de que España, y la zona euro, se incorporan este año a la lista de economías en desequilibrio, en la que ya estaban por distintos motivos EE UU, Reino Unido, Francia, Alemania, Japón, India y China.
Una de las claves para entender la enorme repercusión del descalabro financiero de 2008 sobre la economía mundial es el aumento de los desequilibrios en varios países, lo que les hizo más vulnerables al shock de crédito. El G20 encomendó al FMI el análisis de qué grandes economías acentuaban esos desequilibrios por exceso (o defecto) de ahorro privado e inversión, elevados superávit (o déficit) exteriores o desfases en las cuentas públicas. España y el conjunto de la zona euro se incorporan ahora a esa lista, sobre todo por las "previsiones de elevados o crecientes niveles de deuda pública a medio plazo".
El informe del Fondo, publicado en la tarde de este viernes, alerta también de que el "incremento acelerado del superávit exterior" que proyecta hasta 2018 no solo desborda lo que los técnicos del FMI consideran compatible con un crecimiento equilibrado, sino que también tienen un reverso tenebroso. "La balanza por cuenta corriente ha mejorado rápidamente y mucho más de lo previsto, lo que refleja una importante caída en la inversión, mientras el ahorro privado compensa con holgura el descenso en el ahorro público".
El pronóstico del FMI es que el superávit del sector exterior equivaldrá al 6% del PIB en 2018, cuando 10 años antes el déficit rondaba el 10%. En paralelo, el desplome de la inversión, que compromete las expectativas de crecimiento y empleo, es más acentuado aún: en esa misma década, se rebajaría a la mitad, del 32% del PIB a apenas el 17% en 2018. Las escasas expectativas empresariales y el abultado nivel de deuda privada en condiciones financieras adversas explican el cambio de equilibrio entre ahorro e inversión. En los intercambios con el exterior, los técnicos del FMI insisten en que el superávit se debe en parte a la "débil actividad", que deprime las importaciones, pero ponen más énfasis en la mejora del comportamiento de las exportaciones españolas, en comparación con otros países europeos.
Para los técnicos del FMI, el desequilibrio más amenazante para la economía española radica ahora en el nivel de endeudamiento, ya que apenas ha disminuido en el sector privado y registra acelerados crecimientos en el sector público. El Fondo anticipa que la deuda pública, que ya ronda el 92%, seguirá creciendo hasta alcanzar el 106% del PIB, y no empezará a decrecer hasta 2018, un pronóstico más pesimista que el del Gobierno español. Ese nivel de endeudamiento, en condiciones financieras adversas, hará mucho más difícil que España eluda una larga etapa de crecimiento débil y altas tasas de paro.
Las recomendaciones del FMI son similares (y menos detalladas) a las que ya hizo en julio al Gobierno español: intensificar el proceso de devaluación interna, afrontar la dualidad entre empleos temporales y fijos en el mercado laboral, culminar el saneamiento de la banca y ralentizar los ajustes presupuestarios si ponen en riesgo la recuperación.