Turquía condena a cadena perpetua por golpismo a un exjefe del Ejército

Turquía condena a cadena perpetua al exjefe del Estado Mayor y a otros generales y civiles por la red golpista Ergenekon, que pretendía tumbar al Gobierno islamista

David Alandete
Jerusalén, El País
Un tribunal turco ha condenado a cadena perpetua a quien fuera jefe del Estado Mayor entre 2008 y 2010, el general Ilker Basbug, además de a otra quincena de acusados, entre los que se encuentran periodistas, abogados y líderes opositores, por organizar y participar en una conspiración con la que buscaban propiciar un golpe de Estado contra el Gobierno islamista del primer ministro Recep Tayyip Erdogan y su formación política, el partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), en el poder desde 2002. De los 275 acusados, la gran mayoría —entre ellos tres parlamentarios del principal partido de la oposición, el Partido Republicano del Pueblo (CHP, socialdemócrata y laico)— han sido condenados a penas de entre 2 y 49 años de cárcel y al menos 21 han resultado absueltos, en la culminación de un macrojuicio que ha durado cinco años y que ha provocado disturbios en las inmediaciones del recinto donde se ha leído el veredicto.


La fiscalía ha defendido que la trama conspiratoria, que operaba con el nombre clave de Ergenekon, liderada por nacionalistas y hostil a los principios del islamismo político, planeó durante años ejecuciones sumarias y ataques con explosivos para "empujar al país al caos, a la oscuridad y a la inseguridad", creando el ambiente propicio para un golpe de Estado. Una llamada anónima alertó en 2007 a la policía de la presencia de explosivos en un apartamento en un barrio obrero de Estambul, propiedad de un oficial. Los agentes hallaron 27 granadas e iniciaron una investigación que ha culminado con las condenas de hoy, después de 300 arrestos y el testimonio de 130 testigos.

El juez ha condenado a cadena perpetua, además de a Basburg, a otros generales retirados; al periodista y político opositor Tuncay Ozkan; al abogado Kemal Kerincsiz, y al líder del minoritario Partido de los Trabajadores (ultranacionalista), Dogu Perincek, entre otros. Al general Basburg se le arrestó e interrogó en enero del año pasado, acusado, tras cuatro años de investigaciones, de dirigir la red conspiratoria y tratar de "destruir al Gobierno turco o intentar impedir su funcionamiento total o parcialmente", según documentos judiciales. El suyo era el arresto de más alto perfil en el juicio más sonado de la historia reciente de Turquía. Al fin y al cabo, Basburg había sido comandante supremo del segundo mayor Ejército de la Alianza Atlántica, tradicional garante del Estado aconfesional fundado en 1923 por Mustafá Kemal, Atatürk. "Somos soldados de Atatürk", han gritado algunos abogados de la defensa al escuchar la sentencia.

La amenaza de un golpe de Estado no sorprendió a los turcos, que ya han visto cuatro operaciones militares para apoderarse del Gobierno desde 1960. El último golpe exitoso tuvo lugar en 1997, cuando los generales obligaron a dimitir al Ejecutivo islamista de Necmettin Erbakan, tras solo un año en el poder. Cuando Erdogan llegó al Gobierno en 2002, inició una lucha sin descanso para debilitar a la hasta entonces todopoderosa cúpula militar, siempre recelosa del ascenso del islamismo. Los fiscales alegaron en el juicio que la red Ergenekon —que toma su nombre de un lugar mítico de donde procedería el pueblo turco— trató de asesinar a Erdogan, además de a otras personalidades como el Nobel de Literatura Orhan Pamuk. Todos los acusados se declararon inocentes. Tres murieron por causas naturales a lo largo del juicio.

El veredicto ha provocado enfrentamientos puntuales entre manifestantes y la policía, sobre todo cerca de la prisión de Silivri, donde tuvo lugar el juicio, al oeste de Estambul. Numerosos líderes y partidos opositores han acusado al Gobierno de Erdogan de inflar las acusaciones y ejercer un férreo control sobre el poder judicial en el caso, algo que el primer ministro ha negado. La fiscalía dio indicaciones de que estaba poniendo coto a la impunidad histórica de lo que se conoce como Estado profundo, una red de militares, políticos laicos y nacionalistas, empresarios y líderes civiles que han recurrido habitualmente a métodos antidemocráticos, como los golpes de Estado, para mantener su control sobre las principales instituciones del país.

En septiembre la justicia ya condenó a prisión a 322 altos mandos y oficiales de las Fuerzas Armadas turcas por intentar deponer a Erdogan por la fuerza, en una tentativa de golpe en 2003 conocida como Operación Balyoz (en turco, Mazo). De nuevo, el modus operandi era la comisión de atentados para generar el caos en Turquía y dejarle al Ejército vía libre para tomar el poder. Los tres generales condenados por dirigir la trama fueron sentenciados a cadena perpetua pero no cumplirán más de 20 años de cárcel. La oposición a Erdogan se quejó entonces de que las condenas escondían una caza de brujas contra las fuerzas laicas, y un asalto al poder por parte de las islámicas.

El gobierno de Erdogan se enfrentó recientemente a multitudinarias manifestaciones desatadas por el proyecto de reforma del parque de Gezi, en Estambul, que devinieron en una protesta de dimensiones nacionales contra el supuesto estilo autoritario del primer ministro y su coerción de las libertades civiles. La policía cargó entonces contra los manifestantes, en una serie de violentos desalojos que fueron criticados por su dureza por la comunidad internacional y las asociaciones de derechos humanos.

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