Master 1000 de Canadá: Rafa Nadal es insaciable

Toronto, EFE
La semifinal, como ocurrió en Roland Garros, era la final. Tras profanar el cemento, territorio de Novak Djokovic, en la madrugada del domingo, Rafa Nadal debía imponer su ley, la del campeón siempre insatisfecho, ante Milos Raonic. El gigante canadiense, que sale de Montreal como top-10, sucumbió al infinito deseo del español (6-2 y 6-2 en 1h:28), que se adjudicó su octavo título del año, y el Masters 1.000 que hace número 25 en su carrera. También el tercer trofeo, tras los de 2005 y 2008, en Canadá.


Ningún tenista es capaz como Nadal de pasar de la nada al todo. De las dudas con que reapareció en febrero tras siete meses de parón por la maldita rodilla izquierda a encadenar siete títulos. De conquistar el octavo Roland Garros, a caer en primera ronda de Wimbledon con una tendinitis afectándole de nuevo la articulación. Pero se presentó en Montreal, con el objetivo de llegar bien al US Open desde el 26 de agosto, y se marcha como campeón. La victoria sobre Raonic vale 1.000 puntos —no defiende nada de aquí a final de año y ya es número tres—, pero la que consiguió sobre el serbio por 6-4, 3-6 y 7-6 (7/2) puede valer oro.

Nadal se presentó en la semifinal con un 20-15 a favor, pero el depredador de Belgrado lucía un 11-5 en pista dura. En ese cemento donde su elasticidad y sus golpes hacen más daño. “Uno siempre sueña con partidos como el que jugué”, evaluó luego Rafa, que fue agresivo, se manejó a ritmo vertiginoso y fue seguro con el saque. La única receta, más corazón y presión, con la que se puede doblar al serbio. Ahora, los números cantan que de los últimos seis choques, cinco han sido para Nadal, que llegará a la jungla de Nueva York tan favorito como el que más.

Las cinco primeras raquetas del mundo se juntan en el inhóspito cemento de Cincinnati. Por este orden desde hoy: Novak Djokovic, Andy Murray, Rafa Nadal (adelante un puesto), David Ferrer y Roger Federer. Es el Masters 1.000 que precede al US Open y en él Nadal, que nunca lo ha ganado, comenzaría contra un jugador de la previa. En cuartos asoma el suizo, actual campeón, que dice estar recuperado de sus problemas de espalda. En semifinales, Murray y el serbio, que sumaría con una victoria títulos en los nueve Masters 1.000, en la final.
Ferrer tiene unos hipotéticos cuartos contra Del Potro y Djokovic en semis.

Ante Milos Raonic, nacido en Montenegro y criado en Canadá, Nadal no sufrió nada. La final no existió para la torre (1,95 m.) de 22 años porque tuvo enfrente a un ser casi infalible.
El arma temible de Raonic es el saque (promedia 14 aces por partido), pero no le funcionó y fue neutralizada con facilidad pasmosa por Nadal, que restaba para machacar al gigante en los intercambios y conseguir dos roturas. Y sacaba como él. En la primera manga, el español ganó el 90% de sus puntos con primer servicio (9/10) y el 100% con segundos (7/7). Demoledor.

En el segundo parcial, neutralizada la grada que debía estar enardecida, Nadal comenzó también con un break. Olía su segundo título en pista rápida del año, tras Indian Wells, y se dirigió a cerrarlo por 6-2. “Cada partido ante Rafa es un thriller”, había definido Djokovic. Mas bien una película de miedo. El que sintió Raonic. Y el que deben de sentir ya todos antes del US Open.

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