Las fiestas patrias se engalanaron de escaramuzas, promesas y proyecciones desde el 2006
La Paz, ANF
Dos horas y media había durado su primer discurso, en medio de una expectativa inusual y en el primer año de su gobierno. Si bien la división y las diferencias regionales no eran su mayor problema –pues aún no había empezado la radical pugna política–, su mensaje se centró en la necesidad de “refundar Bolivia” y exigir mayor celeridad para ejecutar proyectos en beneficio de la población.
Ese era Evo Morales en 2006, el flamante presidente de Bolivia, quien daba sus primeros pasos al mando del país, en un comienzo que estuvo caracterizado por las fricciones internas y los resabios del antiguo sistema de gobierno “neoliberal”. Su administración afrontó diferentes escenarios con el transcurrir de los años, pero su discurso en cada 6 de agosto, día por demás importante para un gobierno de turno, daba una pauta de cómo veía y proyectaba el futuro del país.
Y es así que el 2006, el escenario era la instalación de la Asamblea Constituyente, un cónclave destinado a elaborar la nueva Constitución Política del Estado. Morales, en ese primer mensaje a la nación, que cumplía 181 años de independencia, ya daba pauta de acciones que posteriormente se convertirían en realidad, como es la inversión en proyectos hidrocarburíferos y superar las cifras de la erradicación de plantaciones de coca ilegal. No obstante, promesas como la industrialización de las materias primas que posee Bolivia se quedaron estancadas y, en otros casos, en palabras.
En 2007, en medio de una Constituyente “en desquite” tras no haber concluido con su deber de redactar la nueva Carta Magna en el plazo de un año, Morales ya hablaba de temas que con el transcurrir de los años no brindarían resultados, tal es el caso de la explotación del cerro Mutún y la bullada firma con la empresa india Jindal Steel & Power, la cual tuvo que abandonar el proyecto por incumplimiento de contrato en julio de 2012, en medio de las criticas de Morales, quien dijo sentirse “estafado” por esta transnacional.
El tema del mar cobraba fuerza desde entonces. En 2007 Morales ya adelantaba: “Pronto tendremos salida al mar”. Si bien se comenzó con apelar a las reuniones bilaterales con autoridades de Chile, todo culminó con la presentación de la demanda marítima en abril 2013 ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, ante las frustradas reuniones boliviano chilenas.
La idea de superar a Suiza, país que destaca por poseer una de las economías más competitivas del mundo, surgió desde el 2007. Morales, en su discurso de poco más de tres horas y 40 minutos, prometió lograr este objetivo en 10 ó 20 años.
La economía fue, desde el 2008, un tema clave y recurrente en los mensajes del presidente por motivo de las fiestas patrias. Vanagloriar las reservas internacionales, que en ese año llegaban a $us 7.500 millones y en la actualidad superan los 14 mil millones, las exportaciones y los niveles de la inflación, fueron, en más de una oportunidad, el comodín para motivar congratulaciones de la población y parlamentarios que esperan su mensaje en tan conmemorativa fecha.
En 2008, 35 minutos bastaron para referirse a la nación y dejar de lado conflictos como los enfrentamientos entre mineros y policías en Caihuasi, Oruro, que derivó en tres muertos. Fue el primer 6 de agosto que Morales dio su mensaje al país desde La Paz, luego de que en 2007 y 2006 se pronunciara desde la Casa de la Libertad en Sucre.
Pero los problemas, conflictos y escaramuzas se harían más latentes desde ese año, tras los referendos autonómicos en Santa Cruz, Beni, Tarija y Pando, el denominado “Golpe Cívico-Prefectural” y la presencia, meses después, de la supuesta banda terrorista encabezada por Eduardo Rózsa Flores.
“Quiero que sepan que los hemos derrotado y los vamos a derrotar las veces que sea necesario”, sentenció el vicepresidente Álvaro García Linera, en la sesión de honor del Congreso llevado a cabo en Sucre, el 6 agosto de 2009. Los discursos del Gobierno se tornaban, ahora, más apegados a la coyuntura. Morales, ese año, hizo una convocatoria a los sectores de oposición “para trabajar juntos” en pro del proceso de cambio.
Santa Cruz iba a ser el siguiente escenario para pasar de la confrontación a la integración entre las divergencias políticas que existían en el país. La capital cruceña recibió a las autoridades de Gobierno en el aniversario patrio del 2010, quienes, en tono conciliador, convocaron al trabajo conjunto, ante una nueva gestión de Morales que, meses antes, había sido reelecto presidente con el 63 por ciento de apoyo ciudadano.
Desde el 2010 es cuando Morales, en sus mensajes del 6 de agosto, hace mayor hincapié en reconocer ante la población las debilidades de su Gobierno. En ese año, en un discurso que duró aproximadamente 30 minutos, admitió la existencia de problemas “estructurales” en el país, como el narcotráfico, el contrabando, la baja inversión económica y la lentitud de la industrialización.
En 2011, estas debilidades aún eran latentes. La corrupción, la ejecución presupuestaria y la inseguridad ciudadana se sumaban a aquella lista de tareas que debía ser resuelta no sólo por el Gobierno, sino “por todos”.
Pese a estos mensajes del 2011 y 2012, donde los festejos patrios se trasladaron a Sucre y Oruro respectivamente, un discurso positivo, aunque matizado con críticas y agravios a la oposición, era el que Morales presentaba. Sin embargo, en los últimos años promovió las cifras económicas y sus proyecciones a futuro para enaltecer los festejos del 6 de agosto, pero, como se observa, aún existen promesas por cumplir y una agenda para el bicentenario 2025 que parece ser el corolario que engalana el discurso de Morales, cada vez que se dirige a la población.
Dos horas y media había durado su primer discurso, en medio de una expectativa inusual y en el primer año de su gobierno. Si bien la división y las diferencias regionales no eran su mayor problema –pues aún no había empezado la radical pugna política–, su mensaje se centró en la necesidad de “refundar Bolivia” y exigir mayor celeridad para ejecutar proyectos en beneficio de la población.
Ese era Evo Morales en 2006, el flamante presidente de Bolivia, quien daba sus primeros pasos al mando del país, en un comienzo que estuvo caracterizado por las fricciones internas y los resabios del antiguo sistema de gobierno “neoliberal”. Su administración afrontó diferentes escenarios con el transcurrir de los años, pero su discurso en cada 6 de agosto, día por demás importante para un gobierno de turno, daba una pauta de cómo veía y proyectaba el futuro del país.
Y es así que el 2006, el escenario era la instalación de la Asamblea Constituyente, un cónclave destinado a elaborar la nueva Constitución Política del Estado. Morales, en ese primer mensaje a la nación, que cumplía 181 años de independencia, ya daba pauta de acciones que posteriormente se convertirían en realidad, como es la inversión en proyectos hidrocarburíferos y superar las cifras de la erradicación de plantaciones de coca ilegal. No obstante, promesas como la industrialización de las materias primas que posee Bolivia se quedaron estancadas y, en otros casos, en palabras.
En 2007, en medio de una Constituyente “en desquite” tras no haber concluido con su deber de redactar la nueva Carta Magna en el plazo de un año, Morales ya hablaba de temas que con el transcurrir de los años no brindarían resultados, tal es el caso de la explotación del cerro Mutún y la bullada firma con la empresa india Jindal Steel & Power, la cual tuvo que abandonar el proyecto por incumplimiento de contrato en julio de 2012, en medio de las criticas de Morales, quien dijo sentirse “estafado” por esta transnacional.
El tema del mar cobraba fuerza desde entonces. En 2007 Morales ya adelantaba: “Pronto tendremos salida al mar”. Si bien se comenzó con apelar a las reuniones bilaterales con autoridades de Chile, todo culminó con la presentación de la demanda marítima en abril 2013 ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, ante las frustradas reuniones boliviano chilenas.
La idea de superar a Suiza, país que destaca por poseer una de las economías más competitivas del mundo, surgió desde el 2007. Morales, en su discurso de poco más de tres horas y 40 minutos, prometió lograr este objetivo en 10 ó 20 años.
La economía fue, desde el 2008, un tema clave y recurrente en los mensajes del presidente por motivo de las fiestas patrias. Vanagloriar las reservas internacionales, que en ese año llegaban a $us 7.500 millones y en la actualidad superan los 14 mil millones, las exportaciones y los niveles de la inflación, fueron, en más de una oportunidad, el comodín para motivar congratulaciones de la población y parlamentarios que esperan su mensaje en tan conmemorativa fecha.
En 2008, 35 minutos bastaron para referirse a la nación y dejar de lado conflictos como los enfrentamientos entre mineros y policías en Caihuasi, Oruro, que derivó en tres muertos. Fue el primer 6 de agosto que Morales dio su mensaje al país desde La Paz, luego de que en 2007 y 2006 se pronunciara desde la Casa de la Libertad en Sucre.
Pero los problemas, conflictos y escaramuzas se harían más latentes desde ese año, tras los referendos autonómicos en Santa Cruz, Beni, Tarija y Pando, el denominado “Golpe Cívico-Prefectural” y la presencia, meses después, de la supuesta banda terrorista encabezada por Eduardo Rózsa Flores.
“Quiero que sepan que los hemos derrotado y los vamos a derrotar las veces que sea necesario”, sentenció el vicepresidente Álvaro García Linera, en la sesión de honor del Congreso llevado a cabo en Sucre, el 6 agosto de 2009. Los discursos del Gobierno se tornaban, ahora, más apegados a la coyuntura. Morales, ese año, hizo una convocatoria a los sectores de oposición “para trabajar juntos” en pro del proceso de cambio.
Santa Cruz iba a ser el siguiente escenario para pasar de la confrontación a la integración entre las divergencias políticas que existían en el país. La capital cruceña recibió a las autoridades de Gobierno en el aniversario patrio del 2010, quienes, en tono conciliador, convocaron al trabajo conjunto, ante una nueva gestión de Morales que, meses antes, había sido reelecto presidente con el 63 por ciento de apoyo ciudadano.
Desde el 2010 es cuando Morales, en sus mensajes del 6 de agosto, hace mayor hincapié en reconocer ante la población las debilidades de su Gobierno. En ese año, en un discurso que duró aproximadamente 30 minutos, admitió la existencia de problemas “estructurales” en el país, como el narcotráfico, el contrabando, la baja inversión económica y la lentitud de la industrialización.
En 2011, estas debilidades aún eran latentes. La corrupción, la ejecución presupuestaria y la inseguridad ciudadana se sumaban a aquella lista de tareas que debía ser resuelta no sólo por el Gobierno, sino “por todos”.
Pese a estos mensajes del 2011 y 2012, donde los festejos patrios se trasladaron a Sucre y Oruro respectivamente, un discurso positivo, aunque matizado con críticas y agravios a la oposición, era el que Morales presentaba. Sin embargo, en los últimos años promovió las cifras económicas y sus proyecciones a futuro para enaltecer los festejos del 6 de agosto, pero, como se observa, aún existen promesas por cumplir y una agenda para el bicentenario 2025 que parece ser el corolario que engalana el discurso de Morales, cada vez que se dirige a la población.