El eco de Kosovo resuena en una posible intervención en Siria

Thomas Sparrow
BBC Mundo, Washington

La intervención internacional durante la guerra de Kosovo ocurrió hace ya casi 15 años y, sin embargo, últimamente ha vuelto a mencionarse por cuenta del conflicto en otro rincón del mundo: Siria.
Tras las denuncias de un ataque con armas químicas en el este de la capital siria, Damasco, algunos han señalado que los bombardeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en 1999 en la antigua Yugoslavia, por cuenta de un conflicto en Kosovo, sirven como ejemplo para lo que sería una intervención internacional en Siria.


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Esas voces señalan las similitudes que, por lo menos a simple vista, son evidentes entre los Balcanes y Siria: un alto número de víctimas civiles, la oposición de Rusia a una intervención, la imposibilidad de las potencias de llegar a acuerdos en Naciones Unidas, la intención de que sean ataques aéreos y la presencia de gobiernos demócratas en la Casa Blanca.


Las razones para aludir a esas similitudes tienen que ver con el resultado esperado en Siria y el obtenido en los Balcanes.
Aunque algunos resaltan la polarización que ocasionaron los bombardeos localmente en la antigua Yugoslavia, otros apuntan a las muertes civiles y unos más señalan que los ataques no solucionaron algunos de los problemas de fondo de una zona volátil, el consenso es que la operación en 1999 finalizó el conflicto armado, asentó el poder estadounidense en las puertas de Europa y aceleró la llegada de los perpetradores a los tribunales internacionales.
Está por verse si algo similar ocurre en Siria y no sólo porque la intervención militar está en el aire -literal y figuradamente- sino sobre todo porque las similitudes entre ambos procesos vienen acompañadas de diferencias menos evidentes, pero no por ello menos importantes.


El peso cambiante de Estados Unidos

John Kerry
Cuando Yugoslavia comenzó a desmembrarse en los años 90, los líderes europeos lo entendieron como una oportunidad para demostrar su poder en su propio territorio.
Pero rápidamente quedó claro que Europa no iba a poder solucionar los sangrientos conflictos en esa parte del mundo por cuenta propia, pues como dijo un ministro belga, Europa era "un gigante económico, un ratón político y un gusano militar".
Un efecto de eso fue que EE.UU. ocupó el papel central en los años 90 para poner fin a los conflictos en los Balcanes, algo que el Parlamento Europeo reconoció en 1998.
EE.UU. era considerado, en opinión de Charles Kupchan, experto en los Balcanes del Consejo para las Relaciones Exteriores, el "guardián global".
Pero hoy, le dice Kupchan a BBC Mundo, la situación es distinta: las guerras en Irak y Afganistán han dejado una huella profunda en términos de lo que significa el poder de Washington en el mundo, la economía está en problemas y el presupuesto de defensa está decreciendo.
"Obama está empujando una gran roca cuesta arriba para convencer al país de que necesita otra guerra más en Medio Oriente", afirma.

"Obscenidad"

Aunque el gobierno de Barack Obama ha mantenido la cautela y se ha negado a actuar en Siria, las declaraciones de este lunes del secretario de Estado, John Kerry, parecen apuntar en otra dirección: un cambio de rumbo y una intervención armada.
Kerry, por supuesto, no lo afirmó durante su alocución, pero la forma como calificó lo sucedido en Siria ("obscenidad", "desafía cualquier código moral", "nada hoy es más serio") sí revela un cambio de tono y afianza los análisis de quienes prevén una intervención militar.
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Una voz menos poderosa -pero con conocimiento de causa- también habló del tema recientemente y sí pidió, sin ambages, una intervención en Siria: Enver Hoxhaj, el ministro de Relaciones Exteriores de Kosovo.
En un artículo para la publicación Foreign Policy, el político afirmó que "es hora de algo nuevo en Siria. O, más bien, es hora de una idea vieja que ya ha funcionado en el pasado".
Esa idea vieja es la intervención militar que sucedió en la propia región de Hoxhaj y que, en su opinión, no sólo puso fin al conflicto armado inmediato sino que ayudó a fomentar pasos concretos para normalizar las relaciones con su antiguo enemigo, Serbia.


Hoxhaj asegura que Kosovo es un modelo para Siria porque reveló que "incluso sin el mandato del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, los países deberían actuar para prevenir que los regímenes abusen de los derechos humanos".
Esta es una referencia a la oposición rusa a una intervención, que hace evidente con su veto en Naciones Unidas. Rusia se ha opuesto a ello tanto en los Balcanes como en Siria.
Aunque el artículo no menciona que la operación de la OTAN fue controversial, ni aclara que todavía hay temas pendientes entre Serbia y Kosovo a pesar de los avances -ni más ni menos el reconocimiento serbio a la soberanía de Kosovo- el artículo sí sirve para entender la lógica detrás de la comparación entre Siria y los Balcanes.
La función que no cumple es la de resaltar que también hay diferencias importantes, y, más allá de eso, tampoco sirve para apaciguar los temores de quienes sugieren que una intervención en Siria puede, en vez de terminar los enfrentamientos, sumir al país y a la región en una crisis aún más profunda.

"Muy diferente"

Así como Hoxhaj, otra persona que conoce de primera mano lo que ocurrió en Kosovo es Christopher Hill, quien fue el embajador de Estados Unidos en Macedonia entre 1996 y 1999 y enviado especial a Kosovo en 1998 y 1999.
En diálogo con BBC Mundo, Hill admite que hay similitudes, pero hace énfasis en que Siria es una situación "muy diferente" a la de Kosovo.
Esas diferencias, en su opinión, se refieren a la naturaleza misma de las dos intervenciones. Mientras en Siria tendría una naturaleza punitiva -enviar un mensaje claro al presidente Al Asad para que no ocurra de nuevo un ataque de ese estilo- en los Balcanes ocurrió como parte de un proceso político que duró semanas.
Hill se refiere a la conferencia en Rambouillet, Francia, que no logró poner a las partes de acuerdo y sirvió de justificación para los ataques aéreos. El objetivo de éstos, asegura, era forzar a los serbios a que se comprometieran con un resultado político, algo que finalmente ocurrió cuando se retiró el ejército yugoslavo e ingresaron las fuerzas de la OTAN.
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Otra diferencia es la forma como se llevaría a cabo la intervención. El diplomático recuerda que la OTAN ocupó "el puesto de conductor" tanto en Kosovo como en la reciente intervención en Libia, pero el debate actual ha sido llevado a cabo principalmente por lo que él llama "una coalición de quienes están dispuestos".
Esa coalición incluye principalmente a Estados Unidos, a Reino Unido y a Francia.
Esa diferencia, de acuerdo con el exembajador, se debe a que si los proponentes pasan por la OTAN, tal vez tendrían que buscar un consenso organizacional que es difícil de obtener en el corto plazo.
Pero más allá de estas diferencias, Hill sí está de acuerdo con Hoxhaj en un punto: lo que debe ocurrir en Siria.
"El uso aparente de armas prohibidas por el régimen sirio -concluye el diplomático- es de tal índole que debemos responder con fuerza contra el régimen".

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