Uruguay debate la legalización de la marihuana

El Congreso uruguayo vota una ley para regular la producción, comercio y consumo del cannabis
Podría convertirse en el primer país de América Latina en abandonar el prohibicionismo

José Luis Pardo
Montevideo, El País
Uruguay podría convertirse hoy en el primer país de América Latina, el continente más azotado por la violencia y la corrupción consecuencia del narcotráfico, en dejar atrás la política de prohibición total sobre las drogas. El congreso uruguayo debate una ley para regular el consumo, la producción y la venta de marihuana. Si finalmente se aprueba, como todo parece indicar, el estado monopolizará el negocio del cannabis. El autocultivo también estará permitido y los usuarios podrán comprar el producto para uso propio en las farmacias.


En los últimos tiempos han surgido en el continente voces, cada vez menos aisladas, que reclaman una vía alternativa a la confrontación militarista con el narcotráfico. El año pasado, el presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, abanderó durante unos meses una corriente de opinión que promulgaba la legalización de las drogas. El expresidente de México, Vicente Fox, declaraba recientemente: “Cultivaría marihuana si estuviera permitido”. Pero solo en Uruguay se ha transformado en algo plausible. “Estamos en un contexto de aumento de los decomisos y de presos por tráfico de drogas y sin embargo el fenómeno no cesa, la inseguridad pública y el consumo han aumentado”, explica Sebastián Sabini, diputado del Movimiento de Participación Popular (MPP), el partido en el gobierno, y uno de los autores principales de la ley. “Era necesario regular un mercado que ya existe para alejar a los jóvenes de las bocas de humo (punto de venta de drogas), cuidar su salud y buscar una alternativa con respecto a lo que se estaba haciendo hasta ahora”.

Aun a falta de que la ley pase por el Senado y se elabore el reglamento, los ejes de la futura legalización están claros. El Estado asumirá el control y otorgará licencias a algunas empresas para que realicen la producción. “Somos un país chico, con unas 20 hectáreas (unos 20 campos de fútbol) tendríamos suficiente”, calcula Sabini, que afirma que en Uruguay hay unos 180.000 consumidores (sobre un 5.5% de la población). Cada cultivador podrá tener 6 plantas, también se podrán constituir clubes de cannabis con hasta 45 miembros y 99 plantas, y cada usuario tendrá una cuota de 40 gramos mensuales para el consumo propio que tendrá que adquirir en las farmacias.

El proyecto de regulación de la marihuana ha sido uno de los que más se le han enquistado al presidente, José Mujica, que durante su mandato ha aprobado otras leyes sociales muy progresistas para la región, como la del aborto o la de los matrimonios homosexual. El 63% de los uruguayos se oponen a la ley, según la última encuesta divulgada esta semana por la consultora Cifra. En el terreno político también existe una gran división. El MPP ha llamado a filas para que todos sus diputados (50), de acuerdo o no con la ley, voten a favor, y la oposición, formada por el Partido Nacional y el Colorado (49 diputados en conjunto), ha hecho lo mismo para que sus integrantes se pronuncien en contra. Incluso Tabaré Vázquez, antecesor de Mujica en la presidencia y principal favorito para sucederle, ha mostrado en varias ocasiones su reticencia a la aprobación de la ley.

Hasta hoy, la legislación vigente en Uruguay, aprobada en 1974 bajo la dictadura militar, permitía el consumo de marihuana y otras drogas, sin embargo prohibía la producción y el comercio. Juan Vaz, uno de los fundadores de la Asociación de Estudios del Cannabis del Uruguay, estuvo preso 11 meses después de que la policía le encontrara un cultivo en su casa. Vaz, que lleva 20 años cultivando marihuana y que ha asesorado al ejecutivo en la elaboración de la ley, defiende que “no es una ley ideal, pero es mucho mejor de lo que hay. Al menos se quiebra el paradigma de la prohibición respecto a las drogas”.

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