La historia negada del racismo en Perú

Javier Lizarzaburu
BBC Mundo, Lima

Como decía en otro post, en mi familia materna siempre se enviaron mensajes subliminales de raza, pero viendo que todos o casi todos eran blancos no era difícil pensar que yo también lo era. Y así fue, hasta que un día me llamaron "indio".

¿Indio? Y ese día de clases dio inicio a una búsqueda más personal y, con el tiempo, de las raíces de mi familia y de mi ciudad. De esto hablaré después.Había salido blanco del Perú y regresé mestizo. Todo sucedió un día en la universidad española a la que iba, cuando uno de mis compañeros me dijo "ven indio, vamos a hacer esto…".
Pero una simple conversación en el extranjero de pronto transformó mi identidad. Corrí a ver álbumes de familia y después de frotarme mucho los ojos empezaba a ver la imagen más clara: todos parecían blancos, menos yo.

En esos días no habían correos electrónicos, así que le escribí una carta a mi madre: "¿quién es mi ancestro indígena?".
Su respuesta vino envuelta en una especie de compasión y cariño. "No te preocupes, tú eres inteligente. Solo vístete bien y no pienses en esas cosas".
Nunca pude extraer más información. Pero una cosa era clara y definitiva como el espejo en el que me miraba: no era blanco. ¿Entonces, quién había manchado la sangre de la cual hablaba mi abuela?
¿Alguna vez experimentaste racismo?, me preguntaron en España. ¡Nunca!, solía responder. No podía tener apellidos europeos, ser de clase media, educado y, según yo, con buen gusto, y ser discriminado.
Sin embargo, al empezar a abrir cajones del pasado muchas actitudes empezaron a salir a la luz.
Claro que había experimentado racismo. Y ya como adulto, me pareció la cosa más extraña que una persona pudiera ser discriminada en su propio lugar de nacimiento. Hasta cierto punto lo podía entender si vivía en el extranjero. Pero ¿en el país en donde nací? Y eso dio pie a toda esta serie de reflexiones.

Cuando volví al Perú, después de casi 25 años de vivir fuera, pude darme cuenta de la vigencia que el tema todavía tiene. Creo que no hay asunto que movilice más a los peruanos hoy en día que el racismo.
A partir de mi experiencia empecé a tratar de entender a mi ciudad, mi realidad, mi país.
Otra pieza de información que marcó un derrotero fue una de las conclusiones del informe de la Comisión para la Verdad y la Reconciliación (2003).
Después de los sanguinarios años de Sendero Luminoso, la Comisión le dijo al país que durante dos décadas de violencia armada, casi 70.000 peruanos habían sido asesinados. La mayoría, a manos de Sendero, y también por las fuerzas armadas.
Ese informe le enrostró al país con algo de lo que hasta ese momento no se había hablado de manera oficial: la existencia de un racismo institucionalizado. Un racismo tan enraizado que había llevado a que se guardara silencio ante las muertes de una mayoría campesina.
¿Qué país era el mío que podía negar de manera tan violenta una parte de su propia identidad?
Un proyecto de la revista estadounidense National Geographic busca las rutas que siguieron nuestros ancestros desde que salieron de África hace 60.000 años, a través de muestras del ADN de voluntarios.
El periodista peruano Javier Lizarzaburu es uno de ellos y durante dos semanas nos estará contado su experiencia.

Kit de National Geographic

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