El Ejército egipcio golpea el núcleo de la resistencia de los islamistas
Los militares egipcios comienzan a descabezar a los Hermanos Musulmanes
El nuevo presidente interino, el jurista Adli Mansur, toma posesión del cargo
David Alandete
El Cairo, El País
Un día después de deponer a Mohamed Morsi, el primer presidente elegido democráticamente en la historia de Egipto, las fuerzas armadas del país procedieron a descabezar a la sociedad islámica de los Hermanos Musulmanes, acallada y reprimida durante las tres décadas de régimen de Hosni Mubarak y que pudo detentar el poder del país durante sólo un año. Con Morsi bajo custodia del Ejército y en paradero desconocido, la fiscalía pública dictó la orden de arresto, entre otros, de Mohamed Badie, líder supremo de la hermandad. Las fuerzas del orden le detuvieron por la tarde, en la ciudad costera de Marsa Matruh.
La llamada Alianza Nacional para Defender la Legitimidad, una agrupación de 11 partidos islamistas creada para apoyar a Morsi, ha convocado para el viernes una jornada de protestas pacíficas “para denunciar el golpe militar contra la legitimidad y en apoyo de la legitimidad del presidente Morsi”, según dijo en un comunicado. Los partidarios del Presidente depuesto se han reforzado en las inmediaciones de la mezquita de Raba al Adawiya, en el distrito de Ciudad Nasser, al este de El Cairo.
Mientras esas detenciones tenían lugar, y el nuevo Gobierno interino impuesto por los militares acorralaba a la principal sociedad islámica del país, cazas de la Fuerza Aérea sobrevolaban el centro de El Cairo, dejando tras de sí estelas negras, blancas y rojas, los colores de la bandera nacional, provocando la hilaridad en la plaza de Tahrir. En los días pasados ese lugar se ha vuelto a convertir en el epicentro de una revueltas que en 2011 dieron a luz a un sistema democrático y que ahora se han encargado de fulminarlo. La tarde de este jueves convirtió El Cairo en el lugar de un gran desfile aéreo en que las fuerzas armadas celebraron su nueva creación política.
Por la noche, los generales enviaron un comunicado en el que descartaron tomar medidas contra ningún grupo opositor, dando indicaciones de que no cargarán contra los partidarios de Morsi que siguen concentrados en las calles de El Cairo y han anunciado actos de protestas para los días venideros. La excepción, dijeron, sería un abuso del derecho a manifestarse, “incluido el bloqueo de calles; el impedimento de servicios públicos; la amenaza a la paz social o al interés nacional, o el daño de la seguridad y la economía”.
Pasadas las diez de la mañana era investido solemnemente en El Cairo el nuevo Presidente interino de Egipto, aupado por los militares. Antes Adli Mansur tuvo que ocuparse de otro asunto: jurar como presidente de la Corte Constitucional Suprema. Debería haberlo hecho el 30 de junio, el día de las protestas masivas que llevaron al Ejército a darle un ultimátum a Morsi. La paralización del país se lo impidió. Finalmente, este hombre, elegido en mayo por Morsi, pasó a liderar no sólo ese tribunal sino también la nación. “Juro proteger el sistema de la República, respetar la constitución y la ley y guardar los intereses de la ciudadanía”, dijo. De nuevo, en ese momento, la Fuerza Aérea sacó los cazas a sobrevolar Tahrir.
La jura era poco más que un formalismo. El general Abdel Fatah al Sisi, comandante en jefe del Ejército, dijo en su discurso a la nación del miércoles, el mismo en el que anunció el golpe de Estado, que en el proceso transicional que se abría entonces el presidente del Constitucional lideraría un Gobierno de tecnócratas, que culminará en un proceso constituyente y nuevas elecciones, presidenciales y legislativas. Las primeras palabras del nuevo Presidente tras su investidura supusieron un gesto conciliador con los Hermanos Musulmanes. “Son parte de esta ciudadanía y están invitados a participar en la construcción de la nación. Nadie será excluido. Y si responden a la invitación, será bienvenidos”, dijo en un breve intercambio con los periodistas reunidos en la sede del Constitucional.
Quedó enseguida como una promesa rota. No sólo el Ejército mantuvo a Morsi y a su círculo más íntimo de asistentes bajo arresto en instalaciones gubernamentales no reveladas. Pronto la fiscalía comenzó a dictar órdenes de arresto contra líderes de la Hermandad. Junto a la del líder supremo Badie se emitió la de su lugarteniente, el influyente empresario Kariat el Shater, quien aspiraba a llegar la presidencia de la nación con el Partido Libertad y Justicia en las primeras elecciones democráticas, antes de que se candidatura quedara anulada por el Ejército. Tras aquella prohibición, Morsi tomó el relevo, y ganó en segunda vuelta, con el 51% de los votos, 13,2 millones de papeletas.
La fiscalía acusa ahora a Badie y Shater de haber incitado a los defensores del Presidente depuesto a abrir fuego contra una multitud de manifestantes que asaltó la sede de los Hermanos Musulmanes en El Cairo el domingo. Aquel edificio quedó saqueado e incendiado, sin que las fuerzas armadas o la policía levantaran un dedo para evitarlo. Finalmente, murieron ocho personas. Desde que comenzara esta ronda de protestas que propició el golpe de Estado han fallecido casi 40 personas en todo el país.
Los Hermanos Musulmanes dijeron este jueves que al menos 20 afiliados a su grupo han sido detenidos o puestos en arresto domiciliario. Horas después del anuncio de golpe de estado, el miércoles, esa agrupación dijo que las fuerzas armadas habían dictado órdenes de detención contra 300 de sus líderes, a los que se les había prohibido abandonar el país. Los primeros en ser arrestados fueron Saad al Katatni, actual presidente del Partido Libertad y Justicia, y Rashad Bayoumi, vicepresidente de la misma formación política.
Un portavoz del Gobierno dijo este jueves que el lunes la fiscalía comenzará a interrogar a los miembros de la hermandad por diversos supuestos delitos. Al presidente se le puede acusar de “haber insultado al sistema judicial”, según dijeron esas mismas fuentes. Durante su presidencia, que duró un año y tres días, Morsi protagonizó varios encontronazos, algunos muy duros, con el poder judicial. El año pasado hubo huelgas en varios juzgados y dimisiones de fiscales por el intento del Presidente de aprobar un decreto que le hubiera concedido poderes casi absolutos, algo a lo que finalmente renunció.
El nuevo Gobierno transicional de Egipto nace liderado por un presidente del Tribunal Constitucional que no tiene Constitución a la que atenerse, pues los militares la suspendieron el miércoles. A día de este jueves, Mansur seguía siendo un desconocido en las calles de El Cairo. “No sé nada de él”, admitía en Tahrir Abdel Shafi, un opositor de 42 años. De noche, la plaza volvía a estar repleta por quinto día consecutivo, a pesar de que la principal petición de los opositores había sido concedida: a Morsi se lo habían quitado de en medio. “Vendremos a Tahrir hasta que haya elecciones. Será entonces cuando nuestras aspiraciones se verán totalmente cumplidas”, añadió Shafi.
El nuevo presidente interino, el jurista Adli Mansur, toma posesión del cargo
David Alandete
El Cairo, El País
Un día después de deponer a Mohamed Morsi, el primer presidente elegido democráticamente en la historia de Egipto, las fuerzas armadas del país procedieron a descabezar a la sociedad islámica de los Hermanos Musulmanes, acallada y reprimida durante las tres décadas de régimen de Hosni Mubarak y que pudo detentar el poder del país durante sólo un año. Con Morsi bajo custodia del Ejército y en paradero desconocido, la fiscalía pública dictó la orden de arresto, entre otros, de Mohamed Badie, líder supremo de la hermandad. Las fuerzas del orden le detuvieron por la tarde, en la ciudad costera de Marsa Matruh.
La llamada Alianza Nacional para Defender la Legitimidad, una agrupación de 11 partidos islamistas creada para apoyar a Morsi, ha convocado para el viernes una jornada de protestas pacíficas “para denunciar el golpe militar contra la legitimidad y en apoyo de la legitimidad del presidente Morsi”, según dijo en un comunicado. Los partidarios del Presidente depuesto se han reforzado en las inmediaciones de la mezquita de Raba al Adawiya, en el distrito de Ciudad Nasser, al este de El Cairo.
Mientras esas detenciones tenían lugar, y el nuevo Gobierno interino impuesto por los militares acorralaba a la principal sociedad islámica del país, cazas de la Fuerza Aérea sobrevolaban el centro de El Cairo, dejando tras de sí estelas negras, blancas y rojas, los colores de la bandera nacional, provocando la hilaridad en la plaza de Tahrir. En los días pasados ese lugar se ha vuelto a convertir en el epicentro de una revueltas que en 2011 dieron a luz a un sistema democrático y que ahora se han encargado de fulminarlo. La tarde de este jueves convirtió El Cairo en el lugar de un gran desfile aéreo en que las fuerzas armadas celebraron su nueva creación política.
Por la noche, los generales enviaron un comunicado en el que descartaron tomar medidas contra ningún grupo opositor, dando indicaciones de que no cargarán contra los partidarios de Morsi que siguen concentrados en las calles de El Cairo y han anunciado actos de protestas para los días venideros. La excepción, dijeron, sería un abuso del derecho a manifestarse, “incluido el bloqueo de calles; el impedimento de servicios públicos; la amenaza a la paz social o al interés nacional, o el daño de la seguridad y la economía”.
Pasadas las diez de la mañana era investido solemnemente en El Cairo el nuevo Presidente interino de Egipto, aupado por los militares. Antes Adli Mansur tuvo que ocuparse de otro asunto: jurar como presidente de la Corte Constitucional Suprema. Debería haberlo hecho el 30 de junio, el día de las protestas masivas que llevaron al Ejército a darle un ultimátum a Morsi. La paralización del país se lo impidió. Finalmente, este hombre, elegido en mayo por Morsi, pasó a liderar no sólo ese tribunal sino también la nación. “Juro proteger el sistema de la República, respetar la constitución y la ley y guardar los intereses de la ciudadanía”, dijo. De nuevo, en ese momento, la Fuerza Aérea sacó los cazas a sobrevolar Tahrir.
La jura era poco más que un formalismo. El general Abdel Fatah al Sisi, comandante en jefe del Ejército, dijo en su discurso a la nación del miércoles, el mismo en el que anunció el golpe de Estado, que en el proceso transicional que se abría entonces el presidente del Constitucional lideraría un Gobierno de tecnócratas, que culminará en un proceso constituyente y nuevas elecciones, presidenciales y legislativas. Las primeras palabras del nuevo Presidente tras su investidura supusieron un gesto conciliador con los Hermanos Musulmanes. “Son parte de esta ciudadanía y están invitados a participar en la construcción de la nación. Nadie será excluido. Y si responden a la invitación, será bienvenidos”, dijo en un breve intercambio con los periodistas reunidos en la sede del Constitucional.
Quedó enseguida como una promesa rota. No sólo el Ejército mantuvo a Morsi y a su círculo más íntimo de asistentes bajo arresto en instalaciones gubernamentales no reveladas. Pronto la fiscalía comenzó a dictar órdenes de arresto contra líderes de la Hermandad. Junto a la del líder supremo Badie se emitió la de su lugarteniente, el influyente empresario Kariat el Shater, quien aspiraba a llegar la presidencia de la nación con el Partido Libertad y Justicia en las primeras elecciones democráticas, antes de que se candidatura quedara anulada por el Ejército. Tras aquella prohibición, Morsi tomó el relevo, y ganó en segunda vuelta, con el 51% de los votos, 13,2 millones de papeletas.
La fiscalía acusa ahora a Badie y Shater de haber incitado a los defensores del Presidente depuesto a abrir fuego contra una multitud de manifestantes que asaltó la sede de los Hermanos Musulmanes en El Cairo el domingo. Aquel edificio quedó saqueado e incendiado, sin que las fuerzas armadas o la policía levantaran un dedo para evitarlo. Finalmente, murieron ocho personas. Desde que comenzara esta ronda de protestas que propició el golpe de Estado han fallecido casi 40 personas en todo el país.
Los Hermanos Musulmanes dijeron este jueves que al menos 20 afiliados a su grupo han sido detenidos o puestos en arresto domiciliario. Horas después del anuncio de golpe de estado, el miércoles, esa agrupación dijo que las fuerzas armadas habían dictado órdenes de detención contra 300 de sus líderes, a los que se les había prohibido abandonar el país. Los primeros en ser arrestados fueron Saad al Katatni, actual presidente del Partido Libertad y Justicia, y Rashad Bayoumi, vicepresidente de la misma formación política.
Un portavoz del Gobierno dijo este jueves que el lunes la fiscalía comenzará a interrogar a los miembros de la hermandad por diversos supuestos delitos. Al presidente se le puede acusar de “haber insultado al sistema judicial”, según dijeron esas mismas fuentes. Durante su presidencia, que duró un año y tres días, Morsi protagonizó varios encontronazos, algunos muy duros, con el poder judicial. El año pasado hubo huelgas en varios juzgados y dimisiones de fiscales por el intento del Presidente de aprobar un decreto que le hubiera concedido poderes casi absolutos, algo a lo que finalmente renunció.
El nuevo Gobierno transicional de Egipto nace liderado por un presidente del Tribunal Constitucional que no tiene Constitución a la que atenerse, pues los militares la suspendieron el miércoles. A día de este jueves, Mansur seguía siendo un desconocido en las calles de El Cairo. “No sé nada de él”, admitía en Tahrir Abdel Shafi, un opositor de 42 años. De noche, la plaza volvía a estar repleta por quinto día consecutivo, a pesar de que la principal petición de los opositores había sido concedida: a Morsi se lo habían quitado de en medio. “Vendremos a Tahrir hasta que haya elecciones. Será entonces cuando nuestras aspiraciones se verán totalmente cumplidas”, añadió Shafi.