¿Cómo evitará Brasil que los turistas desistan de viajar “al país del fútbol”?
Río de Janeiro, AFP
Las históricas protestas en Brasil implican un nuevo desafío para el Mundial-2014: cómo evitar que turistas extranjeros desistan de visitar “el país del fútbol” durante la Copa.
Las históricas protestas en Brasil implican un nuevo desafío para el Mundial-2014: cómo evitar que turistas extranjeros desistan de visitar “el país del fútbol” durante la Copa.
Además, Brasil también debe terminar en seis meses seis monumentales estadios y reformar saturados aeropuertos.
Durante la Copa Confederaciones, un ensayo a pequeña escala del Mundial, Brasil se había preparado para hacer frente a hinchas violentos, al crimen organizado y hasta a un ataque terrorista.
Durante la Copa Confederaciones, un ensayo a pequeña escala del Mundial, Brasil se había preparado para hacer frente a hinchas violentos, al crimen organizado y hasta a un ataque terrorista.
Pero tuvo que hacer frente a indignados ciudadanos, que llegaron a ser más de un millón en las calles de sus ciudades en protestas contra los servicios públicos caros e ineficientes y la corrupción de la clase políticas, que muchas veces terminaron en violencia y con hinchas atrapados entre las piedras de los manifestantes y las balas de goma y gases lacrimógenos de la policía, cerca de estadios mundialistas.
Muchos, incluida la FIFA, temen que las protestan continúen o se reactiven durante la Copa del Mundo, cuando se espera la llegada de 600.000 turistas extranjeros, 30 veces más que en la Copa Confederaciones, y cuando unos tres millones de personas circularán durante un mes entre las 12 ciudades sede.
“Mala imagen”
Brasil fascina por sus bellezas naturales, su clima, la cordialidad de su gente, su destreza con el balón.
Pero es también un país donde transportarse de un sitio a otro es complejo y caro, que tiene niveles de violencia “epidémica” (más de 10 homicidios por cada 100.000 habitantes), y habitaciones de hotel a precios desorbitantes.
Pero es también un país donde transportarse de un sitio a otro es complejo y caro, que tiene niveles de violencia “epidémica” (más de 10 homicidios por cada 100.000 habitantes), y habitaciones de hotel a precios desorbitantes.
A esto se suman las protestas.
“Claro que esta situación perturba. Puede ser que a raíz de todo esto haya turistas que querían venir a Brasil (para el Mundial 2014) desistan”, dijo hace unos días Marco Polo del Nero, vicepresidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF).
Muchos manifestantes critican los millonarios gastos públicos en estadios para el Mundial, en vez de en salud, educación o transporte.
Minibuses de la FIFA y la fachada del hotel donde se alojaban algunos de sus funcionarios en Salvador de Bahia (noreste) fueron atacados a pedradas por manifestantes durante la Copa Confederaciones.
Minibuses de la FIFA y la fachada del hotel donde se alojaban algunos de sus funcionarios en Salvador de Bahia (noreste) fueron atacados a pedradas por manifestantes durante la Copa Confederaciones.
“Estoy seguro de que la Copa del Mundo será un éxito. Confío en los organizadores y en la seguridad”, dijo el viernes el presidente de la FIFA, Sepp Blatter.La FIFA incluso debió negar que estudie la posibilidad de desplazar el Mundial a otro país, luego de que el ministro de Deportes, Aldo Rebelo, dijera que Estados Unidos, Inglaterra, Alemania y Japón habían ofrecido ser sede del torneo.
Los hoteles de Rio tuvieron una tasa de cancelaciones de 27,5% durante las protestas, según la Asociación Brasileña de la Industria de Hoteles (ABIH).
El presidente de la ABIH, Erico Fermi, cree que las manifestaciones, sobre todo cuando han degenerado en violencia y vandalismo, “impactan negativamente en la imagen del país”.
“Pero no vamos a dejar que una minoría arruine la fiesta” y Brasil aún tiene tiempo para revertir la situación e informar a la población de los beneficios de la Copa para el turismo, aseguró a la AFP.
“En 2014 el esquema de seguridad de los estadios será mucho más fuerte que ahora, no habrá sorpresas como esta vez”, estimó Marcos Guterman, autor de “El fútbol explica a Brasil”.
“Lo que más preocupa sigue siendo el transporte, que es malo y caro en Brasil”, sostuvo Guterman.Brasil terminó con retraso cuatro de los seis estadios para la Confederaciones. Pero para el Mundial, otros seis deben ser entregados al 31 de diciembre, sin excepción.
Los aeropuertos son en su mayoría vetustos y están desbordados -el transporte aéreo doméstico ha crecido 120% en una década- , pero no hay manera de evitarlos en este gigantesco país 17 veces mayor que España, sin trenes de pasajeros y con carreteras en mal estado.
Las dos de las 12 ciudades sede con problemas de alojamiento están en carrera contrarreloj para paliar la falta de capacidad: en Rio se construyen 36 hoteles nuevos y en Recife habrá 10.000 nuevos cuartos, según Fermi.
“Y otro desafío es el idioma: un 65% de nuestros funcionarios sólo hablan portugués”, admitió.