Rohaní promete un programa nuclear más transparente como presidente iraní
El clérigo asegura en su primera conferencia de prensa que sus prioridades son es reactivar la economía y mejorar las relaciones internacionales, en especial con sus vecinos
Ángeles Espinosa
Dubái, El País
Relajado, seguro e incluso sonriente, el presidente electo de Irán, Hasan Rohaní, ha dado su primera conferencia de prensa. Durante una hora y media, ha dejado claro que su prioridad es la reactivación de la economía, que está dispuesto a ser “más transparente aún” sobre el programa nuclear y que desea mantener buenas relaciones con todos los países, empezando por los vecinos. “Con Estados Unidos, existe una vieja herida, pero tenemos que buscar la manera de curarla; no queremos ni mantener ni incrementar la tensión”, ha manifestado antes de enumerar tres condiciones para considerar el restablecimiento de los lazos diplomáticos.
Rohaní ha presentado su triunfo electoral como una “declaración de confianza” de los iraníes en la República Islámica, e insistido en que la elevada participación, “por encima del 72%”, ha cambiado la percepción del resto del mundo sobre su país.
“Este nuevo clima nos ofrece una oportunidad y estoy convencido de que nuestras relaciones internacionales van a mejorar”, ha señalado. Las bases para ello, ha repetido en diversas ocasiones, son “el respeto mutuo y los intereses comunes”. De ahí que sobre el conflicto en Siria, haya respondido que es un asunto que tienen que resolver los propios sirios “sin interferencias extranjeras”. En un estilo que recordaba al presidente reformista Mohamed Jatamí (1997-2005), ha mencionado el deseo de acercarse a los países islámicos, a sus vecinos (Arabia Saudí, en especial), a América Latina, pero también a los europeos y a quien la propaganda oficial denomina “el gran Satán”, Estados Unidos.
“Es una pregunta difícil”, le ha contestado al periodista que se interesaba por las relaciones con ese país, sin esperar a la traducción y dejando claro que entiende el inglés, idioma en el que estudió su doctorado en la Universidad de Glasgow.
Washington rompió lazos diplomáticos con Irán en 1980, a raíz de la toma de su Embajada en Teherán por un grupo de estudiantes revolucionarios que pareció contar con el respaldo del fundador de la República Islámica y entonces líder supremo, el ayatolá Ruholá Jomeini. Desde entonces, Irán ha sido un paria internacional, salvo durante la presidencia de Jatamí, en que pareció que la comunidad internacional iba a rehabilitarle finalmente. Pero el descubrimiento de un programa nuclear secreto en 2002 y la influencia de los neocons en la Administración norteamericana de la época frenaron cualquier avance. Luego, los dos mandatos de Mahmud Ahmadineyad han terminado de cerrar las puertas.
Rohaní ha enumerado tres condiciones para reanudar las relaciones con EEUU. En primer lugar, ese país debería “comprometerse a no interferir en los asuntos internos de Irán”; en segundo, “reconocer todos los derechos de la nación iraní, incluido el derecho [a tener un programa] nuclear”, y finalmente, “poner fin a sus políticas unilaterales y de acoso” hacia la República Islámica.
Nada de esto es en realidad nuevo. Cambia sin embargo el contexto. El sorprendente triunfo del más moderado de los candidatos a la presidencia de Irán ha llevado a la Casa Blanca a ofrecer con rapidez contactos directos. Además, existe la sensación de que las sanciones internacionales están funcionando y que el régimen iraní busca una salida que le permita no perder la cara al callejón sin salida en que se ha convertido su programa nuclear.
De hecho, y a pesar del estéril debate sobre si el presidente tiene o no influencia en ese dossier, Rohaní ha declarado que la solución pasa porque “las negociaciones con el Sexteto [las grandes potencias] sean más activas”. Y aunque ha dicho que “el tiempo para suspender el enriquecimiento de uranio ya ha pasado”, se ha mostrado dispuesto a ofrecer “más transparencia aún para convencer a todo el mundo de que Irán está actuando dentro de las normas internacionales”. Con ello espera poder poner fin a las sanciones, que ha calificado de “brutales” y asegurado que “sólo benefician a Israel”.
Ha quedado claro que ese castigo es en gran medida responsable de la terrible situación económica de Irán. “Reactivar la economía va a ser mi prioridad”, ha prometido Rohaní. Los periodistas, entre los que apenas había extranjeros debido a que las autoridades no han extendido los (escasos) visados que dieron para las elecciones, han preguntado una y otra vez cuándo van a empezar a verse los resultados. El flamante presidente ha pedido paciencia y tendido una mano al resto de las facciones, incluidos los reformistas.
“El símbolo de mi campaña fue una llave, no una hoz”, ha bromeado ante la pregunta si va a hacer una limpia en la administración. “Mi Gobierno va a basarse en la meritocracia”, ha anunciado antes de repetir la necesidad de dar una mayor participación a las organizaciones de la sociedad civil, respetar la ley y evitar el extremismo.
Ángeles Espinosa
Dubái, El País
Relajado, seguro e incluso sonriente, el presidente electo de Irán, Hasan Rohaní, ha dado su primera conferencia de prensa. Durante una hora y media, ha dejado claro que su prioridad es la reactivación de la economía, que está dispuesto a ser “más transparente aún” sobre el programa nuclear y que desea mantener buenas relaciones con todos los países, empezando por los vecinos. “Con Estados Unidos, existe una vieja herida, pero tenemos que buscar la manera de curarla; no queremos ni mantener ni incrementar la tensión”, ha manifestado antes de enumerar tres condiciones para considerar el restablecimiento de los lazos diplomáticos.
Rohaní ha presentado su triunfo electoral como una “declaración de confianza” de los iraníes en la República Islámica, e insistido en que la elevada participación, “por encima del 72%”, ha cambiado la percepción del resto del mundo sobre su país.
“Este nuevo clima nos ofrece una oportunidad y estoy convencido de que nuestras relaciones internacionales van a mejorar”, ha señalado. Las bases para ello, ha repetido en diversas ocasiones, son “el respeto mutuo y los intereses comunes”. De ahí que sobre el conflicto en Siria, haya respondido que es un asunto que tienen que resolver los propios sirios “sin interferencias extranjeras”. En un estilo que recordaba al presidente reformista Mohamed Jatamí (1997-2005), ha mencionado el deseo de acercarse a los países islámicos, a sus vecinos (Arabia Saudí, en especial), a América Latina, pero también a los europeos y a quien la propaganda oficial denomina “el gran Satán”, Estados Unidos.
“Es una pregunta difícil”, le ha contestado al periodista que se interesaba por las relaciones con ese país, sin esperar a la traducción y dejando claro que entiende el inglés, idioma en el que estudió su doctorado en la Universidad de Glasgow.
Washington rompió lazos diplomáticos con Irán en 1980, a raíz de la toma de su Embajada en Teherán por un grupo de estudiantes revolucionarios que pareció contar con el respaldo del fundador de la República Islámica y entonces líder supremo, el ayatolá Ruholá Jomeini. Desde entonces, Irán ha sido un paria internacional, salvo durante la presidencia de Jatamí, en que pareció que la comunidad internacional iba a rehabilitarle finalmente. Pero el descubrimiento de un programa nuclear secreto en 2002 y la influencia de los neocons en la Administración norteamericana de la época frenaron cualquier avance. Luego, los dos mandatos de Mahmud Ahmadineyad han terminado de cerrar las puertas.
Rohaní ha enumerado tres condiciones para reanudar las relaciones con EEUU. En primer lugar, ese país debería “comprometerse a no interferir en los asuntos internos de Irán”; en segundo, “reconocer todos los derechos de la nación iraní, incluido el derecho [a tener un programa] nuclear”, y finalmente, “poner fin a sus políticas unilaterales y de acoso” hacia la República Islámica.
Nada de esto es en realidad nuevo. Cambia sin embargo el contexto. El sorprendente triunfo del más moderado de los candidatos a la presidencia de Irán ha llevado a la Casa Blanca a ofrecer con rapidez contactos directos. Además, existe la sensación de que las sanciones internacionales están funcionando y que el régimen iraní busca una salida que le permita no perder la cara al callejón sin salida en que se ha convertido su programa nuclear.
De hecho, y a pesar del estéril debate sobre si el presidente tiene o no influencia en ese dossier, Rohaní ha declarado que la solución pasa porque “las negociaciones con el Sexteto [las grandes potencias] sean más activas”. Y aunque ha dicho que “el tiempo para suspender el enriquecimiento de uranio ya ha pasado”, se ha mostrado dispuesto a ofrecer “más transparencia aún para convencer a todo el mundo de que Irán está actuando dentro de las normas internacionales”. Con ello espera poder poner fin a las sanciones, que ha calificado de “brutales” y asegurado que “sólo benefician a Israel”.
Ha quedado claro que ese castigo es en gran medida responsable de la terrible situación económica de Irán. “Reactivar la economía va a ser mi prioridad”, ha prometido Rohaní. Los periodistas, entre los que apenas había extranjeros debido a que las autoridades no han extendido los (escasos) visados que dieron para las elecciones, han preguntado una y otra vez cuándo van a empezar a verse los resultados. El flamante presidente ha pedido paciencia y tendido una mano al resto de las facciones, incluidos los reformistas.
“El símbolo de mi campaña fue una llave, no una hoz”, ha bromeado ante la pregunta si va a hacer una limpia en la administración. “Mi Gobierno va a basarse en la meritocracia”, ha anunciado antes de repetir la necesidad de dar una mayor participación a las organizaciones de la sociedad civil, respetar la ley y evitar el extremismo.