ANALISIS / Ingreso de candidatos inesperados abre panorama de elecciones en Irán
Dubai, Reuters
Después de las multitudinarias manifestaciones que siguieron a las elecciones de 2009, el líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Khamenei, esperaría quizás que los comicios de junio llevaran al poder a un presidente conservador y leal.
Pero las sorpresivas candidaturas de dos independientes de peso podrían arruinar sus planes.
Tanto Esfandiar Rahim Mashaie, un nacionalista protegido por el presidente Mahmud Ahmadinejad, como Akbar Hashemi Rafsanjani, antiguo presidente y la figura política más conocida del país, son vistos como una amenaza para la autoridad del líder.
Khamenei y otros conservadores ven a Mashaie como el líder de una "corriente desviacionista" dentro del islam que trata de socavar el poder de los clérigos musulmanes. Su rechazo es tan grande que Khamenei intervino personalmente para impedir que fuera designado vicepresidente en el 2009.
Y su rivalidad con Rafsanjani, un veterano político, se remonta a décadas atrás.
Si Mashaie superara el proceso de veto, los comicios del 14 de junio podrían ser una carrera a tres con Rafsanjani y alguno de los candidatos ferozmente leales a Khamenei y los principios del Islam.
E incluso si no ganan, los candidatos alternativos de alto perfil podrían despertar más interés público por las elecciones, complicando los planes de Khamenei de colocar a un conservador obediente en la presidencia a pesar de su poder y de la Guardia Revolucionaria que lo respalda.
Presionado por sanciones internacionales por su polémico programa nuclear y apoyando a Bashar al-Assad en la guerra civil en Siria, los líderes iraníes están deseosos de mostrar al mundo que tienen un sistema político fuerte, armonioso y que funciona sin problemas.
Y las elecciones podrían arrojar exactamente lo opuesto, repitiendo la amarga batalla de Rafsanjani con el bando de Ahmadinejad en los comicios presidenciales del 2005.
También pone de manifiesto la problemática relación de Rafsanjani con Khamenei, que se rompió cuando decidió apoyar a la oposición reformista, derrotada en las elecciones de 2009.
"Rafsanjani presenta un reto. Ha dicho que quiere salvar la República Islámica cambiando la línea dura adoptada por el país en los últimos años", dijo Farideh Farhi, una analista iraní en la Universidad de Hawái.
"Los principistas (leales a Khamenei) que no han conseguido presentar un candidato que una todos sus bandos rivales tendrán que darse prisa para conseguir cierta unidad", agregó.
POLITICAS PRAGMATICAS
Durante su presidencia de 1989 a 1997, Rafsanjani chocó con Khamenei y otros políticos de la línea dura por sus pragmáticos planes de reparar las relaciones con otros estados de Oriente Medio y liberalizar la economía del país.
Pero fue su apoyo al "movimiento verde" de protesta contra la polémica victoria de Ahmadinejad en 2009 lo que le valió el aislamiento político.
La semana pasada dijo que no entraría en la carrera electoral sin el consentimiento de Khamenei, pero los analistas dicen que un acuerdo de última hora con el líder supremo podría no suponer el respaldo contundente que espera.
"Khamenei podría ver esto como un reto personal o como una forma de aumentar la legitimidad del sistema", dijo Farhi.
Khamenei también podría ser incapaz de controlar a los conservadores y a la poderosa Guardia Revolucionaria, que tiene influencia política y económica. En cierto modo, Rafsanjani es un objetivo fácil.
"La riqueza de Rafsanjani y sus acuerdos de negocios suponen una vulnerabilidad enorme", dijo Shaul Bakhash, un profesor de política en la Universidad George Mason en Virginia.
"Dado que Khamenei no puede controlarlos en realidad, seguro que la clase dirigente conservadora, sus asociados clericales y la Guardia Revolucionaria montarán una enorme campaña contra él", añadió.
BANDO "DESVIACIONISTA"
Por otra parte, Ahmadinejad ha desafiado repetidamente la autoridad del líder supremo y sólo evitó perder su empleo por los pelos.
Emparentado con él por la boda de su hija con el hijo del presidente, Mashaie es visto con gran desconfianza y antipatía por los más leales a Khamenei.
Dado el evidente desagrado del líder supremo hacia Mashaie, el simple hecho de que registrara su candidatura supone un reto directo a su autoridad.
Mashaie ha participado en debates religiosos y enfatizado el nacionalismo iraní en sus discursos, una actitud que enfureció a los tradicionalistas.
Pero es poco probable que el Consejo de los Guardianes, el órgano conservador compuesto por religiosos y juristas que veta a los candidatos, le dé su visto bueno, según analistas, lo que dejaría a Ahmadinejad y sus aliados con pocas opciones para mantener su influencia e incluso su propia libertad una vez que el actual presidente deje el poder.
Pero Ahmadinejad ya ha demostrado que puede luchar, y ha dicho que tiene mucha información potencialmente dañina sobre personajes de la elite.
"La cuestión es si Ahmadinejad cumplirá su amenaza de sacar a la luz todo tipo de grabaciones con conversaciones secretas y corrupción. Sacar esto sería una especie de espada de doble filo", dijo Ali Ansari, de la Universidad de St Andrews en Escocia.
En cuanto a los leales a Khamenei, el candidato más probable es Saeed Jalili, un veterano de guerra conservador y de línea dura que ha encabezado las negociaciones nucleares con las potencias mundiales desde 2007.
Pero su falta de experiencia ejecutiva podría suponer otro problema para el líder supremo, dijo Farhi, de la Universidad de Hawái.
"(Khamenei) volverá a ser acusado de permitir que gente sin experiencia tome el mando ejecutivo del país y de la economía en un momento de una grave crisis económica", explicó.
Después de las multitudinarias manifestaciones que siguieron a las elecciones de 2009, el líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Khamenei, esperaría quizás que los comicios de junio llevaran al poder a un presidente conservador y leal.
Pero las sorpresivas candidaturas de dos independientes de peso podrían arruinar sus planes.
Tanto Esfandiar Rahim Mashaie, un nacionalista protegido por el presidente Mahmud Ahmadinejad, como Akbar Hashemi Rafsanjani, antiguo presidente y la figura política más conocida del país, son vistos como una amenaza para la autoridad del líder.
Khamenei y otros conservadores ven a Mashaie como el líder de una "corriente desviacionista" dentro del islam que trata de socavar el poder de los clérigos musulmanes. Su rechazo es tan grande que Khamenei intervino personalmente para impedir que fuera designado vicepresidente en el 2009.
Y su rivalidad con Rafsanjani, un veterano político, se remonta a décadas atrás.
Si Mashaie superara el proceso de veto, los comicios del 14 de junio podrían ser una carrera a tres con Rafsanjani y alguno de los candidatos ferozmente leales a Khamenei y los principios del Islam.
E incluso si no ganan, los candidatos alternativos de alto perfil podrían despertar más interés público por las elecciones, complicando los planes de Khamenei de colocar a un conservador obediente en la presidencia a pesar de su poder y de la Guardia Revolucionaria que lo respalda.
Presionado por sanciones internacionales por su polémico programa nuclear y apoyando a Bashar al-Assad en la guerra civil en Siria, los líderes iraníes están deseosos de mostrar al mundo que tienen un sistema político fuerte, armonioso y que funciona sin problemas.
Y las elecciones podrían arrojar exactamente lo opuesto, repitiendo la amarga batalla de Rafsanjani con el bando de Ahmadinejad en los comicios presidenciales del 2005.
También pone de manifiesto la problemática relación de Rafsanjani con Khamenei, que se rompió cuando decidió apoyar a la oposición reformista, derrotada en las elecciones de 2009.
"Rafsanjani presenta un reto. Ha dicho que quiere salvar la República Islámica cambiando la línea dura adoptada por el país en los últimos años", dijo Farideh Farhi, una analista iraní en la Universidad de Hawái.
"Los principistas (leales a Khamenei) que no han conseguido presentar un candidato que una todos sus bandos rivales tendrán que darse prisa para conseguir cierta unidad", agregó.
POLITICAS PRAGMATICAS
Durante su presidencia de 1989 a 1997, Rafsanjani chocó con Khamenei y otros políticos de la línea dura por sus pragmáticos planes de reparar las relaciones con otros estados de Oriente Medio y liberalizar la economía del país.
Pero fue su apoyo al "movimiento verde" de protesta contra la polémica victoria de Ahmadinejad en 2009 lo que le valió el aislamiento político.
La semana pasada dijo que no entraría en la carrera electoral sin el consentimiento de Khamenei, pero los analistas dicen que un acuerdo de última hora con el líder supremo podría no suponer el respaldo contundente que espera.
"Khamenei podría ver esto como un reto personal o como una forma de aumentar la legitimidad del sistema", dijo Farhi.
Khamenei también podría ser incapaz de controlar a los conservadores y a la poderosa Guardia Revolucionaria, que tiene influencia política y económica. En cierto modo, Rafsanjani es un objetivo fácil.
"La riqueza de Rafsanjani y sus acuerdos de negocios suponen una vulnerabilidad enorme", dijo Shaul Bakhash, un profesor de política en la Universidad George Mason en Virginia.
"Dado que Khamenei no puede controlarlos en realidad, seguro que la clase dirigente conservadora, sus asociados clericales y la Guardia Revolucionaria montarán una enorme campaña contra él", añadió.
BANDO "DESVIACIONISTA"
Por otra parte, Ahmadinejad ha desafiado repetidamente la autoridad del líder supremo y sólo evitó perder su empleo por los pelos.
Emparentado con él por la boda de su hija con el hijo del presidente, Mashaie es visto con gran desconfianza y antipatía por los más leales a Khamenei.
Dado el evidente desagrado del líder supremo hacia Mashaie, el simple hecho de que registrara su candidatura supone un reto directo a su autoridad.
Mashaie ha participado en debates religiosos y enfatizado el nacionalismo iraní en sus discursos, una actitud que enfureció a los tradicionalistas.
Pero es poco probable que el Consejo de los Guardianes, el órgano conservador compuesto por religiosos y juristas que veta a los candidatos, le dé su visto bueno, según analistas, lo que dejaría a Ahmadinejad y sus aliados con pocas opciones para mantener su influencia e incluso su propia libertad una vez que el actual presidente deje el poder.
Pero Ahmadinejad ya ha demostrado que puede luchar, y ha dicho que tiene mucha información potencialmente dañina sobre personajes de la elite.
"La cuestión es si Ahmadinejad cumplirá su amenaza de sacar a la luz todo tipo de grabaciones con conversaciones secretas y corrupción. Sacar esto sería una especie de espada de doble filo", dijo Ali Ansari, de la Universidad de St Andrews en Escocia.
En cuanto a los leales a Khamenei, el candidato más probable es Saeed Jalili, un veterano de guerra conservador y de línea dura que ha encabezado las negociaciones nucleares con las potencias mundiales desde 2007.
Pero su falta de experiencia ejecutiva podría suponer otro problema para el líder supremo, dijo Farhi, de la Universidad de Hawái.
"(Khamenei) volverá a ser acusado de permitir que gente sin experiencia tome el mando ejecutivo del país y de la economía en un momento de una grave crisis económica", explicó.