Bodas gay desatan un psicodrama político y social en Francia
Paris, AFP
El matrimonio homosexual, ya adoptado sin mayores desbordes en países de tradición católica, ha generado en Francia, país declaradamente laico, un sorprendente psicodrama que los analistas explican por la actual coyuntura política y social.
La ley debe adoptarse definitivamente el martes, después de meses plagados de incidentes: parlamentarios que amenazan con llegar a las manos, protestas que derivan en enfrentamientos con la policía, escraches de defensores del matrimonio homosexual, recrudecimiento de agresiones homófobas.
Para numerosos analistas, la acrimonia del debate ha evidenciado que una gran parte de la opinión pública de la República Francesa sigue siendo fuertemente conservadora y católica.
Las divisiones siguen claras líneas políticas, y la derecha ha cerrado filas contra esta reforma impulsada por el gobierno del presidente socialista François Hollande.
Las canciones maoríes y las risas de los parlamentarios que la semana pasada saludaron la legalización de las bodas gay en Nueva Zelanda contrastan con la crispación de los galos.
Una reacción que sorprende en un país donde la vida privada, incluso la de los políticos, se considera tradicionalmente como un mundo totalmente compartimentado, en contraposición con el código puritano de países como Estados Unidos.
Desde hace meses, el texto que permitirá a las personas del mismo sexo casarse y adoptar hijos ha hecho volcarse a las calles a centenas de miles de personas, galvanizadas por la derecha y por la Iglesia católica, que se ha lanzado en cruzada contra ese proyecto.
La masiva marcha del domingo pasado aglutinó a un amplio abanico sectores conservadores, desde simpatizantes de centroderecha hasta monárquicos, pasando por curas tradicionalistas, miembros del Frente Nacional y exmilitares.
En las protestas de la semana pasada han participado también grupúsculo neonazis, que protagonizaron incidentes violentos.
Tras refrendar la ley, Francia se convertirá en el decimocuarto país donde los homosexuales tienen derecho a casarse, pero los detractores de la legislación ya advirtieron que las protestas y movilizaciones continuarán.
La derecha aprovecha las manifestaciones para intentar debilitar aún más a Hollande, cuya popularidad se ha desplomado, en un contexto de profunda crisis económica y social.
"Esta es la primera vez que el electorado de derecha tiene la oportunidad de expresar su oposición a Hollande y al gobierno del (primer ministro) Jean-Marc Ayrault," afirmó el analista político Jean-Yves Camus.
Después de la derrota del conservador Nicolás Sarkozy, que fracasó en mayo pasado en su tentativa de reelección, la derecha quedó hecha trizas, recordó el analista.
El tema de las bodas gay y de la adopción por parejas homosexuales ha despertado además "la herencia de un pasado que todavía provoca pasiones, más de dos siglos después de la proclamación de la [primera] República", explicó Camus, recordando que la separación entre Iglesia y Estado "costó sangre", y que esa tensión persiste.
El sociólogo Robert Rochefort enfatizó que la tempestad provocada por el proyecto de la ley revela que la sociedad francesa se siente insegura.
"Creo que el matrimonio homosexual va en el sentido de la historia y va a ser aceptado en todos los países occidentales, pero la sociedad francesa está erosionada por sus propios miedos", dijo.
La cuestión de la identidad nacional estuvo en el centro del mandato de Sarkozy y de su fallida campaña electoral y la extrema derecha espera que el debate actual vuelva a encenderlo, señalan politólogos.
Los debates fueron menos feroces en otras democracias con tradiciones laicas en apariencia menos afianzadas, pese a la férrea oposición de la Iglesia. Y allí donde la ley se aprobó, la polémica fue perdiendo filo.
España aprobó el matrimonio homosexual en 2005, tras masivas manifestaciones en contra. La ley superó luego un recurso de anticonstitucionalidad presentado por la derecha (entonces en la oposición). Pero ocho años después, según encuestas, dos tercios de los españoles apoyan el matrimonio homosexual, uno de los niveles más altos de Europa.
Argentina se convirtió en julio de 2012 en en el primer país de América Latina en autorizar las bodas gay, tras una votación en la cual los senadores se pronunciaron según sus concepciones personales, sin consigna de voto.
Este mes le siguió Uruguay, con el respaldo de legisladores de todos los partidos políticos.
El matrimonio homosexual, ya adoptado sin mayores desbordes en países de tradición católica, ha generado en Francia, país declaradamente laico, un sorprendente psicodrama que los analistas explican por la actual coyuntura política y social.
La ley debe adoptarse definitivamente el martes, después de meses plagados de incidentes: parlamentarios que amenazan con llegar a las manos, protestas que derivan en enfrentamientos con la policía, escraches de defensores del matrimonio homosexual, recrudecimiento de agresiones homófobas.
Para numerosos analistas, la acrimonia del debate ha evidenciado que una gran parte de la opinión pública de la República Francesa sigue siendo fuertemente conservadora y católica.
Las divisiones siguen claras líneas políticas, y la derecha ha cerrado filas contra esta reforma impulsada por el gobierno del presidente socialista François Hollande.
Las canciones maoríes y las risas de los parlamentarios que la semana pasada saludaron la legalización de las bodas gay en Nueva Zelanda contrastan con la crispación de los galos.
Una reacción que sorprende en un país donde la vida privada, incluso la de los políticos, se considera tradicionalmente como un mundo totalmente compartimentado, en contraposición con el código puritano de países como Estados Unidos.
Desde hace meses, el texto que permitirá a las personas del mismo sexo casarse y adoptar hijos ha hecho volcarse a las calles a centenas de miles de personas, galvanizadas por la derecha y por la Iglesia católica, que se ha lanzado en cruzada contra ese proyecto.
La masiva marcha del domingo pasado aglutinó a un amplio abanico sectores conservadores, desde simpatizantes de centroderecha hasta monárquicos, pasando por curas tradicionalistas, miembros del Frente Nacional y exmilitares.
En las protestas de la semana pasada han participado también grupúsculo neonazis, que protagonizaron incidentes violentos.
Tras refrendar la ley, Francia se convertirá en el decimocuarto país donde los homosexuales tienen derecho a casarse, pero los detractores de la legislación ya advirtieron que las protestas y movilizaciones continuarán.
La derecha aprovecha las manifestaciones para intentar debilitar aún más a Hollande, cuya popularidad se ha desplomado, en un contexto de profunda crisis económica y social.
"Esta es la primera vez que el electorado de derecha tiene la oportunidad de expresar su oposición a Hollande y al gobierno del (primer ministro) Jean-Marc Ayrault," afirmó el analista político Jean-Yves Camus.
Después de la derrota del conservador Nicolás Sarkozy, que fracasó en mayo pasado en su tentativa de reelección, la derecha quedó hecha trizas, recordó el analista.
El tema de las bodas gay y de la adopción por parejas homosexuales ha despertado además "la herencia de un pasado que todavía provoca pasiones, más de dos siglos después de la proclamación de la [primera] República", explicó Camus, recordando que la separación entre Iglesia y Estado "costó sangre", y que esa tensión persiste.
El sociólogo Robert Rochefort enfatizó que la tempestad provocada por el proyecto de la ley revela que la sociedad francesa se siente insegura.
"Creo que el matrimonio homosexual va en el sentido de la historia y va a ser aceptado en todos los países occidentales, pero la sociedad francesa está erosionada por sus propios miedos", dijo.
La cuestión de la identidad nacional estuvo en el centro del mandato de Sarkozy y de su fallida campaña electoral y la extrema derecha espera que el debate actual vuelva a encenderlo, señalan politólogos.
Los debates fueron menos feroces en otras democracias con tradiciones laicas en apariencia menos afianzadas, pese a la férrea oposición de la Iglesia. Y allí donde la ley se aprobó, la polémica fue perdiendo filo.
España aprobó el matrimonio homosexual en 2005, tras masivas manifestaciones en contra. La ley superó luego un recurso de anticonstitucionalidad presentado por la derecha (entonces en la oposición). Pero ocho años después, según encuestas, dos tercios de los españoles apoyan el matrimonio homosexual, uno de los niveles más altos de Europa.
Argentina se convirtió en julio de 2012 en en el primer país de América Latina en autorizar las bodas gay, tras una votación en la cual los senadores se pronunciaron según sus concepciones personales, sin consigna de voto.
Este mes le siguió Uruguay, con el respaldo de legisladores de todos los partidos políticos.