AFP: La vanguardia de la revolución de Chávez en alerta antes de las elecciones
Caracas, AFP
Cerca de la tumba del presidente Hugo Chávez en Caracas, una caravana de camiones desfila entre un estrépito ensordecedor: antes de las presidencial
es del domingo, “los colectivos” marcan su territorio, decididos a defender a toda costa la revolución del “comandante supremo”.
En el 23 de enero, bastión histórico del chavismo al oeste de la capital, estos grupos de civiles, incondicionales del fallecido líder venezolano, reinan cada uno de ellos en una parte del barrio, a veces organizados en milicias armadas.
Estos días sólo tienen una orden: llamar a la movilización por Nicolás Maduro, el delfín designado por el propio Chávez antes de sucumbir a un cáncer el pasado 5 de marzo, y que parte como favorito para las elecciones del próximo domingo, ante el líder opositor Henrique Capriles.
“Si el imperialismo intenta agredirnos, estamos listos para responder con todos los recursos. Somos soldados de la revolución”, dice a la AFP, Alexi Barnique, un vigilante de seguridad de 45 años, antes de alcanzar la caravana donde un grupo de partidarios, entre ellos varios niños, lucen ropa de camuflaje.
Responsable de una radio comunitaria, en un edificio empapelado con afiches de revolucionarios latinoamericanos, Frank Leon, de 49 años, miembro del comité “Simón Bolívar”, recuerda a un grupo de seguidores, aún consternados por la muerte Chávez, que “no se tienen que alejar del calor de la lucha”.
“Siempre hay amenazas que vienen de la derecha”, asegura, evocando como muchos el aniversario del 11 de abril de 2002, cuando un golpe de Estado derrocó brevemente a Chávez, que fue restablecido rápidamente en el poder con el apoyo de militares leales y manifestaciones populares.
Estos “colectivos”, algunos de ellos procedentes de las guerrillas urbanas que operaban en la clandestinidad antes de la llegada al poder de Chávez hace 14 años, están ahora bien asentados en las calles y gestionan las “misiones bolivarianas”, los programas sociales financiados por el chavismo con la ingente renta petrolera.
“No se van a tumbar 50 años de capitalismo con 14 años de revolución. Hay que seguir. Y si este desgraciado gana, no le doy ni 8 meses antes de que el pueblo se le vuelque”, exclama Yarithza Mota, profesora, miembro del colectivo “La Libertad”, refiriéndose al candidato opositor.
Centros de salud donde hay médicos cubanos, aulas educativas dotadas con computadores, talleres, canchas de deporte y de juegos: todo pasa por estos leales al régimen que también proporcionan seguridad en las calles durante las rondas diarias, un tema sensible en este país con la mayor tasa de homicidios de América del Sur (16.000 asesinatos en un país de 29 millones en 2012, según el gobierno).
“Antes de Chávez, acá teníamos tres, cuatro muertos cada fin de semana. Gracias a nosotros, la delincuencia cayó”, afirma Neri Lacruz, de 53 años, otro militante de “La Libertad”, saludado por varias personas a su paso.
Más radicales todavía, algunos colectivos, como el de “La Piedrita”, son grupos armados, atrincherados en un barrio protegido por rejas rojas y cámaras de videovigilancia.
La entrada, cuestodiada por un hombre armado con una ametralladora, está prohibida a todo visitante extranjero. Se puede leer una pancarta amenazante: “Con Chávez todo. Sin Chávez, plomo”. Al lado se alza un centro para niños enfermos.
“Ellos son combatientes que defienden la revolución desde la calle. Con ellos, no hace falta policía acá”, afirma Numan García, un obrero de 37 años, que viene a visitar a su hijo.
Pero los excesos de ciertas milicias, a menudo acusadas por la oposición de sembrar la violencia en Caracas, preocupan a algunos habitantes. “Hay algunos que abusan, que son más violentos”, lamenta García.
Incluso algunos miembros oficiales de la “milicia bolivariana”, una reserva de civiles creada por Chávez en 2003 tras el fallido golpe de estado en su contra, y que colabora con los “colectivos”, comparten esta opinión.
“Algunos se atribuyen prerrogativas que no les corresponden”, declara uno de ellos bajo anonimato.
Cerca de la tumba del presidente Hugo Chávez en Caracas, una caravana de camiones desfila entre un estrépito ensordecedor: antes de las presidencial
es del domingo, “los colectivos” marcan su territorio, decididos a defender a toda costa la revolución del “comandante supremo”.
En el 23 de enero, bastión histórico del chavismo al oeste de la capital, estos grupos de civiles, incondicionales del fallecido líder venezolano, reinan cada uno de ellos en una parte del barrio, a veces organizados en milicias armadas.
Estos días sólo tienen una orden: llamar a la movilización por Nicolás Maduro, el delfín designado por el propio Chávez antes de sucumbir a un cáncer el pasado 5 de marzo, y que parte como favorito para las elecciones del próximo domingo, ante el líder opositor Henrique Capriles.
“Si el imperialismo intenta agredirnos, estamos listos para responder con todos los recursos. Somos soldados de la revolución”, dice a la AFP, Alexi Barnique, un vigilante de seguridad de 45 años, antes de alcanzar la caravana donde un grupo de partidarios, entre ellos varios niños, lucen ropa de camuflaje.
Responsable de una radio comunitaria, en un edificio empapelado con afiches de revolucionarios latinoamericanos, Frank Leon, de 49 años, miembro del comité “Simón Bolívar”, recuerda a un grupo de seguidores, aún consternados por la muerte Chávez, que “no se tienen que alejar del calor de la lucha”.
“Siempre hay amenazas que vienen de la derecha”, asegura, evocando como muchos el aniversario del 11 de abril de 2002, cuando un golpe de Estado derrocó brevemente a Chávez, que fue restablecido rápidamente en el poder con el apoyo de militares leales y manifestaciones populares.
Estos “colectivos”, algunos de ellos procedentes de las guerrillas urbanas que operaban en la clandestinidad antes de la llegada al poder de Chávez hace 14 años, están ahora bien asentados en las calles y gestionan las “misiones bolivarianas”, los programas sociales financiados por el chavismo con la ingente renta petrolera.
“No se van a tumbar 50 años de capitalismo con 14 años de revolución. Hay que seguir. Y si este desgraciado gana, no le doy ni 8 meses antes de que el pueblo se le vuelque”, exclama Yarithza Mota, profesora, miembro del colectivo “La Libertad”, refiriéndose al candidato opositor.
Centros de salud donde hay médicos cubanos, aulas educativas dotadas con computadores, talleres, canchas de deporte y de juegos: todo pasa por estos leales al régimen que también proporcionan seguridad en las calles durante las rondas diarias, un tema sensible en este país con la mayor tasa de homicidios de América del Sur (16.000 asesinatos en un país de 29 millones en 2012, según el gobierno).
“Antes de Chávez, acá teníamos tres, cuatro muertos cada fin de semana. Gracias a nosotros, la delincuencia cayó”, afirma Neri Lacruz, de 53 años, otro militante de “La Libertad”, saludado por varias personas a su paso.
Más radicales todavía, algunos colectivos, como el de “La Piedrita”, son grupos armados, atrincherados en un barrio protegido por rejas rojas y cámaras de videovigilancia.
La entrada, cuestodiada por un hombre armado con una ametralladora, está prohibida a todo visitante extranjero. Se puede leer una pancarta amenazante: “Con Chávez todo. Sin Chávez, plomo”. Al lado se alza un centro para niños enfermos.
“Ellos son combatientes que defienden la revolución desde la calle. Con ellos, no hace falta policía acá”, afirma Numan García, un obrero de 37 años, que viene a visitar a su hijo.
Pero los excesos de ciertas milicias, a menudo acusadas por la oposición de sembrar la violencia en Caracas, preocupan a algunos habitantes. “Hay algunos que abusan, que son más violentos”, lamenta García.
Incluso algunos miembros oficiales de la “milicia bolivariana”, una reserva de civiles creada por Chávez en 2003 tras el fallido golpe de estado en su contra, y que colabora con los “colectivos”, comparten esta opinión.
“Algunos se atribuyen prerrogativas que no les corresponden”, declara uno de ellos bajo anonimato.