Obama se resiste a armar a los rebeldes en Siria por la "radicalización" de algunos

El presidente efectúa su primera visita en el cargo a Jordania, su principal aliado en el mundo árabe

David Alandete
Ammán, El País
Barack Obama reconoció este viernes en su primera visita a Jordania como presidente que no existe en Siria un movimiento opositor al régimen de Bachar El Asad lo suficientemente unido y con un plan de transición debidamente organizado como para garantizar una ayuda militar de Estados Unidos en un futuro próximo. “Algo se ha roto dentro de Siria y no se va a reparar de forma perfecta en un tiempo cercano, ni siquiera cuando El Asad se haya marchado”, dijo Obama en una comparecencia conjunta con el rey Abdalá II de Jordania, su principal aliado en la zona.


“Lo que surja de Siria no va a ser óptimo, ni aunque ejecutemos nuestra asistencia, nuestra coordinación, nuestra planificación y nuestro apoyo de forma perfecta. Va a ser difícil”, dijo Obama. “Me preocupa mucho que Siria se convierta en un enclave para el extremismo, porque los extremistas se crecen en el caos, se crecen en Estados fallidos, en los patios traseros del poder. Son muy buenos explotando situaciones que ya no funcionan”, añadió.

A pesar de las repetidas peticiones de los grupos opositores en Siria, EE UU se ha resistido a ofrecerles armamento o asistencia militar, por temor a que esas armas acaben en manos de grupos radicales que podrían emplearlos para desestabilizar Oriente Próximo tras una eventual caída de El Asad.

El presidente justificó sus reservas en el hecho de que diversos grupos yihadistas, como el Frente Al Nusra, se hayan infiltrado en el movimiento opositor. Estos han recurrido a tácticas insurgentes como las que se vieron en Irak en la pasada década, como el ataque suicida a una mezquita de Damasco, el jueves, en el que murieron 42 personas, entre ellas un clérigo suní que apoyaba a El Asad. Uno de esos grupos secuestró hace dos semanas a 21 soldados de paz de Naciones Unidas estacionados en la zona desmilitarizada de los Altos del Golán.

La primera visita de Obama a Jordania como presidente, después de su paso por Israel y los territorios palestinos, es una muestra de claro apoyo al principal aliado de EE UU en el mundo árabe, en tiempos de crisis interna. La monarquía jordana se enfrenta a un movimiento opositor, tanto laico como religioso, inspirado por la primavera árabe, que le exige reformas al sistema. El rey ha respondido con un cierto aperturismo. Permitió que se celebraran elecciones legislativas en enero y ha dicho que consultará al Congreso para formar nuevo Ejecutivo.

“En una época de tanto cambio y confusión en la zona, su majestad reconoce que Jordania tiene una gran oportunidad de mostrar los beneficios de las reformas pacíficas”, dijo Obama.

Jordania sufre, además, el mayor peso en la crisis de los refugiados de Siria. Del más de un millón de personas que han huido de ese país, 460.000 viven ya en el reino hachemita. Según dijo este viernes Abdalá II, el coste anual de ofrecerles asistencia alimenticia y médica se estima en 550 millones de dólares (420 millones de euros). Obama se comprometió a donar 200 millones de dólares de EE UU a aliviar la carga que sufren las arcas del Estado jordano.

“Los refugiados seguirán entrando en Jordania”, dijo el rey, dando garantías de que no cerrará las puertas de su país a aquellos que huyen de la guerra civil siria. “Es un problema que añade un gran peso a nuestras infraestructuras, y que genera problemas sociales y de seguridad, y esa es la razón por la que la comunidad internacional debe ayudar. Pero nosotros no podemos rechazar ayudar a niños, mujeres, la gente en situación de necesidad y los heridos”, añadió.

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