El presunto cerebro de los atentados de Quetta (Pakistán) se entrega a la Policía
Islamabad, EP
El líder de la organización suní Lashkar-i-Jhangvi (LiJ), Malik Ishaq, se ha entregado este viernes a las autoridades una semana después de que el grupo religioso, ilegalizado por Islamabad, asumiera la responsabilidad de dos atentados contra la comunidad chií de Quetta que dejaron casi 200 muertos a principios de año.
Ishaq se rindió a la Policía en su domicilio de la ciudad de Rahim Yar Khan, y ha sido enviado a una prisión de máxima seguridad, sin que de momento se hayan divulgado los cargos concretos por los que ha sido arrestado. Según informaciones del diario 'Dawn', Ishaq permanecerá un mes en prisión.
A pesar de que las autoridades consideran evidente que Ishaq está relacionado con LiJ, el detenido mantiene que el único cargo que ha ostentado ha sido el de la vicepresidencia del desaparecido partido suní Ahle-Sunnat Wal Jamaat, y ha negado toda implicación en los atentados, que tenían como objetivo a la comunidad chií hazara.
Más de 90 personas, la mayoría hazaras, fallecieron al explotar una bomba cerca en un mercado de Quetta el pasado 16 de febrero, el segundo atentado de esta naturaleza después del perpetrado el 10 de enero que acabó con la vida de 100 personas. Ambos atentados iban específicamente dirigidos contra esta comunidad, según reconoció la organización LiJ.
Durante los últimos días, el Ejército de Pakistán ha negado categóricamente las acusaciones sobre una posible relación con la organización islamista. "Las fuerzas armadas no están en contacto con ningún grupo terrorista, incluido el LiJ", declaró el general Asim Bajwa. No obstante, ONG pro Derechos Humanos acusan a los militares de emplear a un entonces encarcelado Ishaq para negociar con los terroristas que atacaron la sede del Ejército en 2009.
Ishaq fue liberado en 2011, tras cumplir 14 años por asesinato y terrorismo, y las ONG ven relación entre ambos sucesos, al igual que se preguntan cómo un camión con más de 1.000 kilos de explosivos pudo entrar sin problemas en el mercado de Quetta, una de las ciudades más fortificadas del país.
El líder de la organización suní Lashkar-i-Jhangvi (LiJ), Malik Ishaq, se ha entregado este viernes a las autoridades una semana después de que el grupo religioso, ilegalizado por Islamabad, asumiera la responsabilidad de dos atentados contra la comunidad chií de Quetta que dejaron casi 200 muertos a principios de año.
Ishaq se rindió a la Policía en su domicilio de la ciudad de Rahim Yar Khan, y ha sido enviado a una prisión de máxima seguridad, sin que de momento se hayan divulgado los cargos concretos por los que ha sido arrestado. Según informaciones del diario 'Dawn', Ishaq permanecerá un mes en prisión.
A pesar de que las autoridades consideran evidente que Ishaq está relacionado con LiJ, el detenido mantiene que el único cargo que ha ostentado ha sido el de la vicepresidencia del desaparecido partido suní Ahle-Sunnat Wal Jamaat, y ha negado toda implicación en los atentados, que tenían como objetivo a la comunidad chií hazara.
Más de 90 personas, la mayoría hazaras, fallecieron al explotar una bomba cerca en un mercado de Quetta el pasado 16 de febrero, el segundo atentado de esta naturaleza después del perpetrado el 10 de enero que acabó con la vida de 100 personas. Ambos atentados iban específicamente dirigidos contra esta comunidad, según reconoció la organización LiJ.
Durante los últimos días, el Ejército de Pakistán ha negado categóricamente las acusaciones sobre una posible relación con la organización islamista. "Las fuerzas armadas no están en contacto con ningún grupo terrorista, incluido el LiJ", declaró el general Asim Bajwa. No obstante, ONG pro Derechos Humanos acusan a los militares de emplear a un entonces encarcelado Ishaq para negociar con los terroristas que atacaron la sede del Ejército en 2009.
Ishaq fue liberado en 2011, tras cumplir 14 años por asesinato y terrorismo, y las ONG ven relación entre ambos sucesos, al igual que se preguntan cómo un camión con más de 1.000 kilos de explosivos pudo entrar sin problemas en el mercado de Quetta, una de las ciudades más fortificadas del país.