Baba Amr, la batalla que cambió el rumbo de la revolución en Siria

Redacción
BBC Mundo
Hace un año el ejército sirio lanzó uno de los asaltos más intensos contra los rebeldes desde el comienzo del levantamiento contra Bashar al Asad en marzo de 2011. Fue el bombardeo del distrito de Baba Amr, en la ciudad de Homs. La operación estaba destinada a aplastar al rebelde Ejército Libre Sirio, pero miles de civiles se llevaron la peor parte del ataque que se extendió por más de tres semanas.
El periodista de la BBC Paul Wood era uno de los pocos reporteros extranjeros que estaba en Baba Amr en ese momento. Un año después visitó a los refugiados que huyeron de una ofensiva considerada un punto de inflexión en el conflicto.
"La libertad no vale esto", dijo una mujer en voz baja, mirando a través de la lluvia a unos niños refugiados saltando sobre charcos en la localidad libanesa de Arsal, próxima a la frontera con Siria.
En helados refugios "temporales" de bloque y chapa, o con varias familias alojadas en una habitación prestada, miles de sirios empiezan su segundo año como refugiados.
Algunos son de Baba Amr. Un pequeño enclave que, brevemente, ejemplificó las esperanzas de la revolución. Pero Baba Amr fue aplastado tras 25 días de bombardeos en febrero de 2012.
Junto a un pequeño equipo de la BBC, estuve ahí durante la ofensiva. En aquel momento, todos en Baba Amr nos decían que estaban convencidos que el bombardeo traería ayuda del exterior.
Omar Shakir, un activista de Baba Amr, es ahora un refugiado en Trípoli, Libia. Recuerda el estado de ánimo optimista que reinaba hace un año, incluso cuando caían los proyectiles.
"Después de algunos días del inicio la campaña (militar), hicimos un plan. Lo escribimos en nuestra pizarra. Escribimos que al final Baba Amr iba a derrocar a Al Asad. Pensamos que los medios iban a transmitir en vivo... y que la OTAN iba a venir inmediatamente e iba destruir los lanzadores de misiles del régimen. Toda la gente pensaba lo mismo".

Falta de ayuda

El periodista de la BBC Paul Wood y Ahmed Idriss, refugiado y trabajador humanitario
El periodista de la BBC Paul Wood -en la foto junto a Ahmed Idriss, refugiado y trabajador humanitario- volvió a Baba Amr.
Esa creencia se evaporó cuando Baba Amr cayó, dejando amargura e ira entre los refugiados que huyeron de allí.
"El mundo entero observaba mientras éramos masacrados", dijo Ahmed Idriss, un refugiado y trabajador humanitario en Arsal.
"Claro que culpamos a la comunidad internacional por eso. Pero ahora no importa: ya no esperamos su ayuda. Ahora ponemos nuestra fe en Dios y en el Ejército Libre Sirio".
El ELS en Baba Amr sólo tenía Kalashnikovs, mientras que el gobierno era capaz de disparar una lluvia de proyectiles y morteros, y enviar tanques.
El ELS organizó lo que llamaron una "retirada táctica". Algunos residentes de Baba Amr acusaron a los rebeldes de dar una pelea que no podían ganar, diciendo que muchas vidas se habrían salvado si se hubieran ido al principio.
Desde el punto de vista opuesto, algunos activistas estaban enojados con el Ejército Libre Sirio por haber huido. Creen que, incluso sin la OTAN, el continuo desafío en Baba Amr, pese al alto costo, podría haber significado el fin del régimen de Al Asad.
Fue una batalla desigual. El bombardeo empezaba a las 06.00 AM y continuaba hasta el anochecer sin pausa. Era tan malo que salían por la noche a enterrar a sus muertos.
Si la gente intentaba salir de la zona, era tiroteada por francotiradores. Pasamos varias horas en un hospital improvisado, a cargo de voluntarios sin formación quirúrgica.
Los morteros caían en la calle mientras unas mujeres gritaban en el corredor. Trajeron a un niño de 11 años. Una explosión le había arrancado la mandíbula. Debajo de la nariz era pura sangre. Estaba consciente y nos miró, atónito. Murió al día siguiente.

Rutina mortal

Civiles en Homs
Los civiles se llevaron la peor parte del ataque a Baba Amr.
La defensa de Baba Amr fue dirigida por el capitán Mohammed Idriss, primo del trabajador humanitario de Arsal.
"Están matando a los civiles porque no nos pueden alcanzar", me dijo durante el bombardeo en febrero pasado.
Idriss había sido instructor en la escuela de infantería del ejército sirio en Homs. Había desertado sólo dos meses antes. Escapó de Baba Amr, pero fue alcanzado por un proyectil varios meses después cuando fue a ayudar a un hombre herido en la calle y murió.
Conocí a sus padres, también refugiados en Arsal. "Tratamos de retrasarla como cualquier padre lo haría, con la esperanza de que las cosas se resolviera", dijo Atif Idriss sobre la decisión de su hijo de unirse a los rebeldes.
"Pero él no podía aceptar lo que se le estaba haciendo a nuestro pueblo". Mientras Idriss hablaba, su esposa, sentada a su lado, lloraba en silencio.
"Hemos pagado un alto precio por la libertad, pero la libertad no es gratis. Aceptamos nuestro destino. Estamos seguros de la victoria".
El primo del capitán Idriss, Ahmed, el trabajador humanitario, me dijo que la muerte se había convertido en algo normal.
"Antes de la revolución, en los pueblos se apenaban un mes (si perdían a alguien). Ahora sólo... son horas", dijo. "La gente está cada vez más religiosa. Vemos la mano de Dios en lo que está sucediendo y aceptamos los sacrificios que tienen que hacerse. Tenemos fe".
"Es obvio que el ESL no está recibiendo casi nada desde afuera. Es como si la comunidad internacional quisiera prolongar el conflicto para debilitar y destruir el país".
Y agregó: "Nuestro pueblo está preparado para todo y para cualquier cosa. Han pasado dos años (desde el inicio del conflicto) y están listos para otros dos años, incluso más...".

Grito de guerra


En los dos últimos años casi 70.000 personas han muerto en Siria. El conflicto también ha dejado dos millones y medio de personas desplazadas.
Aunque no pareció así en su momento, la caída de Baba Amr fue un punto de inflexión. Baba Amr se convirtió en un grito de guerra. Miles se unieron a la insurrección armada. Se originaron más y más grupos rebeldes. Uno, en Idlib, se llamó Brigada Venganza por Baba Amr.
Aunque la guerra civil sea costosa y sangrienta, los activistas esperan que tenga sólo una conclusión: el fin del régimen.
Omar Shakir recuerda: "Cuando cayó Baba Amr hubo manifestaciones por toda Siria. Finalmente, la gente entendió que este régimen nunca se irá de una manera pacífica, sin pelear... Cambiamos el rumbo de la revolución".

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